La civilización moderna continúa ya en la tercera década del siglo XXI el desarrollo iniciado en el Renacimiento europeo y acelerado con la Ilustración, que en resumen es la historia de la modernidad y de su producto más neto: el capitalismo.
El emperador Carlos V, "protector de la sede apostólica", lanzó unos 20.000 soldados españoles y alemanes sobre Roma en 1527, la dominó en una semana de lucha en las calles, la saqueó brutalmente y obligó al papa Clemente VII a refugiarse durante siete meses en el castillo de Sant' Angelo, de donde no salió sin pagar un enorme rescate.
Del sacco di Roma a los saqueos de hoy
Es decisivo que il sacco di Roma y las operaciones militares del Imperio en todo el mundo que siguieron fueran pagadas por el capital financiero, que entonces empezó el dominio del mundo que hoy es desembozado y completo.
Se formaron en esa época los grandes estados absolutistas centralizados de Europa, como España y Francia, a diferencia de las ciudades italianas, desarrolladas en territorios pequeños. El funcionamiento de la economía comenzó a ser incomprensible para el común de la gente, que quedó a la deriva en un mar embravecido donde cada uno debía ganarse una existencia insegura cada día.
La modernidad fue tormentosa desde el comienzo: negocios a plazo, arbitrajes, seguros, paro agrícola, superpoblación de las ciudades, especulación bursátil desenfrenada, bancarrotas estatales, inflación y salarios paupérrimos; todas cosas nuevas entonces y demasiado bien conocidas ahora, al punto que parece sorprendente que haya habido un tiempo en que no existían.
Echa pa' lante con la ciencia
En ese desarrollo, que nos acerca quizá a una crisis civilizatoria de consecuencias imprevisibles, o quizá a un renacer, la ciencia tuvo un lugar preponderante, que a menudo se cita como ejemplo irrefutable de progreso.
El mundo gasta cada vez más dinero en la ciencia, pero solo Estados Unidos y China son responsables del 63 por ciento de las inversiones.
El interés del capital financiero, y por lo tanto el de la ciencia satélite que tiene subordinada, va dirigido claramente a la inteligencia artificial y a la robótica, que prometen una variante cómoda e "higiénica" del dominio de la población, más completo que ninguno ensayado antes.
La Unesco clamó recientemente por una "ciencia mejor dotada, menos desigual, más cooperativa y más abierta”. Mientras se la oye con respeto, las inversiones siguen creciendo hacia la inteligencia artificial.
El capitalismo del que quizá el propio Carlos V tenía una idea sumaria, pero que ganaba batallas con el rutilante respaldo de la plata americana, permitió que los avances técnicos a su servicio cambiaran el curso de la humanidad en los últimos siglos.
El inmenso desarrollo material es inconmensurable con la regresión de la intelectualidad que lo ha acompañado: al racionalismo -que puso la razón en lugar del intelecto- siguieron el sentimentalismo, el voluntarismo y el vitalismo, después el pragmatismo, el instrumentalismo y el deconstructivismo y por ahora el anegamiento general en "todo vale".
Cuestión de método
El arte y la sabiduría eran fundamentales para el hombre "primitivo"; pero la ciencia puso entre paréntesis toda sabiduría no reductible a su método y se propuso estudiar "objetivamente" la realidad.
La modernidad dejó sin sentido la sacralidad de la naturaleza, pero no está cómoda con su idea de hacerla objeto de explotación o de recreación tecnológica, que de todos modos avanza tan rápido como un cuerpo en caída libre.
Hay quien anuncia que el Holoceno está siendo reemplazado por el Antropoceno, por la acción devastadora del hombre sobre la Tierra, mientras vacilamos entre si debemos someternos a la naturaleza o dominarla.
Lejos quedó la idea de Baruch Spinoza de que dios, o sea la naturaleza, se expresa mediante un determinismo riguroso, por leyes inviolables, y apenas duelen las heridas que el desenfreno moderno está causando a la Pachamama, según la visión de los pueblos andinos.
¿A dónde vamos?
La humanidad parece dirigirse a la ruina si no profundiza sus puntos de vista ni advierte adónde la llevan sus pasos. Los planes de la minoría gobernante en el mundo son mantener a la gente en un nivel mental bajo, de niños de 12 años. Y esto según sus propios portavoces en interés del futuro orden mundial contra una masa " indisciplinada e irresponsable".
Una solución de base científica, pero con puntos de contactos con la sabiduría antigua, es aprender a coevolucionar de forma consciente para restablecer conexiones con la naturaleza; es decir, promover una ecología de saberes en que confluyan el conocimiento exterior (occidental moderno) y el conocimiento interior (oriental tradicional) de la naturaleza humana. Es decir, dar lugar al paradigma cosmoderno.
El ambicioso proyecto, que parece alejarse antes que acercarse, procura alcanzar un desarrollo humano sostenible, organizar el conocimiento de forma transdisciplinar para integrar y unificar la historia del universo, la historia del planeta Tierra, la historia de la vida y la historia del ser humano. En cierto modo, viene a rehacer a inicios del siglo XXI la concepción del mundo propia de los pueblos indígenas originarios, pero con apoyos multidisciplinarios.
El contraste con estas ideas y la fuente de su surgimiento es el escenario moderno de pobreza, violencia, exclusión social y degradación ambiental, diagnosticado como un "cuadro epistémico paradigmático de insostenibilidad"
Poesía de los números y prosa del mundo
El físico rumano Basarab Nicolescu, especialista en teoría de partículas elementales, es autor de "teoremas poéticos", que desde el nombre reúne mundos de apariencia antitética.
El autor plantea temas como la discontinuidad cuántica, el indeterminismo, el aleatorio constructivo, la no-separabilidad cuántica, la unificación de todas las interacciones físicas, las dimensiones suplementarias del espacio, el Big-Bang, el principio antrópico "y otros tantos poemas de ese gigantesco Mahabharata moderno que se representa a nuestros ojos ciegos; sueño con un director de escena genial que tuviera el valor de hacer de Max Planck el personaje central del Mahabharata de la cosmodernidad"
La referencia explícita al Mahabharata, la selva poemática hindú que contiene como un fragmento al Bhagavad Gita, posiblemente la mejor formulación de la filosofía perenne, pone de relieve la pretensión de unir el pensamiento moderno con el antiguo dentro de moldes lógicos ternarios.
Según Nicolescu la mecánica cuántica y la informática actuales deberían cambiar el mundo, pero solo han sido aprovechadas por los mercaderes de siempre, que se apresuran a colonizar el ciberespacio. Esa ciencia ha sustituido el objeto por la relación, la interacción y la interconexión de los fenómenos naturales. Ha destronado el universo mecanicista -que sigue siendo el del neoliberalismo, por ejemplo- por un universo vivo que reclama otra filosofía de la naturaleza.
¿Hay mañana?
Como dice el mismo Nicolescu en su "Manifiesto de la transdisciplinariedad": "Todo está listo para nuestra autodestrucción, pero a la vez todo está también en su lugar para una mutación positiva, comparable a las grandes vueltas de la historia. El desafío de autodestrucción tiene su contrapartida de esperanza, de autonacimiento. El desafío planetario de la muerte tiene su contrapartida en una conciencia visionaria, transpersonal y planetaria, que se nutre del crecimiento fabuloso del saber. No sabemos de qué lado va a inclinarse la balanza. Por eso hay que actuar rápidamente, ahora. Mañana será demasiado tarde".
De la Redacción de AIM.
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