Para el filósofo italiano Franco Berardi la avalancha de informaciones que caracteriza a estos tiempos ha provocado la muerte del pensamiento crítico, que fue uno de los motivos de orgullo de la Ilustración europea. La aceleración extrema del flujo de informaciones que debemos manejar ha vuelto imposible discriminar entre bueno y malo; y más grave: entre verdadero y falso.
A este hecho fundamental, producto de un desborde, el diccionario de Oxford, en Inglaterra, lo llamó "brain rot", que puede traducirse como "cerebro podrido".
La causa inmediata de la imposibilidad de distinguir entre verdad y falsedad sería el uso excesivo de medios digitales, en especial de los videos de formato corto, que afectarían la capacidad de conocer y de discriminar. "Brain rot" proviene de las generaciones jóvenes alfa y Z, que según algunas perspectivas encabezarán un mundo totalmente digital.
En ese mundo, que se estaría constituyendo rápidamente entre nosotros, la "naturaleza" habrá desaparecido de la consideración general, como adelantó en 1969 en su libro "Guerra y paz en la aldea global" el sociólogo canadiense Marshall McLuhan.
Berardi cuestionó el diagnóstico psiquiátrico de "trastorno de la atención", muy frecuente entre niños y jóvenes, porque se trataría de que la atención ha sido sobrecargada por una masa inmensa de información que volvió marginal al pensamiento crítico.
En estas condiciones, el ser humano ya no es enteramente humano porque es incapaz de entender críticamente. Se hace posible entonces, en materia política, un retorno del fascismo en condiciones muy diferentes a las de hace un siglo en Italia.
Ahora la juventud, que fue en su momento la base del fascismo, es impotente porque no puede determinar su futuro de manera consciente y voluntaria.
Estos hechos tienen consecuencias políticas. Los gobiernos del mundo actual que se suelen denunciar como fascistas difieren de los del siglo pasado en que sus adherentes carecen de voluntad y deseo de expandir el poder nacional, que fue una estentórea bandera de Mussolini.
La abulia, la apatía de la juventud de estos días, la distancia con que suele considerar los problemas colectivos que supone antiguos y ajenos, son rasgos caracteríscos: en la abulia falta voluntad, en la apatía, motivación; en ambos casos está cerca la depresión.
Estos rasgos contrastan con la efervescencia, el empuje, la violencia expresiva del poeta fascista Filippo Marinetti, como se puede ver en algunos trozos de su "manifiesto futurista", publicado en 1909.
"Queremos cantar el amor al peligro, a la fuerza y a la temeridad. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía. Nuestra pintura y arte resalta el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
No hay belleza más que en la lucha. No debe admitirse un jefe de escuela si no tiene un carácter recalcitrantemente violento.
Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. (...) Queremos glorificar la guerra —única higiene del mundo—, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las ideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer.
Queremos demoler los museos, las bibliotecas, combatir el moralismo, el feminismo y todas las cobardías oportunistas y utilitarias".
Los liberales alardeaban de ser dueños consientes de su destino, los fascistas se veían como soldados de una comunidad que había absorbido su individualidad; ambos tenían energía bastante para luchar sin cuartel hasta el fin.
Si hay fascismo ahora, es de jóvenes impotentes política y psíquicamente, sin futuro, víctimas de una epidemia de depresión.
Es algo peor que el fascismo, porque es tan violento e irracional como el que Marinetti prescribía a los artistas; pero practica una violencia impotente, incapaz de lograr sus objetivos.
El resultado final, para Berardi, será una tragedia de dimensiones inimaginables, porque el nuevo fascismo no tendrá, por voluntad languideciente, la oposición que tuvo el del siglo pasado. La nueva derecha sería de impotentes: el programa de las élites realizado.
Para la Oxford University Press "brain rot" indica el deterioro del estado mental o intelectual de una persona, especialmente visto como resultado del consumo excesivo de material digital considerado trivial o poco desafiante.
Al parecer, el creador de la expresión fue el filósofo estadounidense David Henry Thoreau a mediados del siglo XIX, cuando cuestionó que las ideas complejas fueran cada vez menos valoradas y comparó ese hecho con la "podredumbre de las papas", una peste que causó millones de muertes por hambre en Irlanda en la década de 1840.
En su libro "Walden, o la vida en los bosques", Thoreau se pregunta: “Mientras Inglaterra se esfuerza por curar la podredumbre de la papa, ¿no se esforzará nadie por curar el deterioro cerebral, que prevalece de manera mucho más amplia y fatal?”.
"Brain rot" se volvió muy popular en 2023 en la generación alfa de nacidos en el siglo XXI, que parecen tener un vocabulario muy limitado formado íntegramente por referencias tomadas de internet.
En 2024, la senadora Fatima Payman pronunció en el parlamento australiano un discurso usando el lenguaje de la generación alfa. La finalidad de la joven legisladora fue criticar la intención del gobierno australiano de prohibir a los menores de 16 años el uso de las redes sociales: "Aunque algunos de ustedes todavía no pueden votar, espero que cuando lo hagan sea en una Australia más goated y con un gobierno con más aura. ¡Skibidi!" Fue para algunos de los legisladores presentes una demostración de "brain rot" fuera de línea.
Oxford pretendía reflexionar sobre la manera como la tecnología afecta el conocimiento y las emociones, en general sobre los peligros de la vida digital sobre la salud mental
De la Redacción de AIM.
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