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Caleidoscopio
Caleidoscopio
Eduardo A. Morguenstern Crédito: Eduardo A. Morguenstern.

¿De qué y de cuál masonería hablamos los masones?

Al comienzo de toda elaboración nos encontramos con el desafío de las definiciones y de necesidad de contextualizar los términos a utilizar: cuando nombramos “masonería” sin calificativos, ¿a qué nos referimos? ¿a la antigua o a la moderna? ¿Operativa o especulativa? Cuando hablamos de “especulativa”, nos referimos a la incorporación de los ”aceptados” del siglo XVII y la introducción de intereses intelectuales, místicos y filosóficos ajenos al mero saber de la construcción material? Por Eduardo A. Morguenstern (*) 33º, Supremo Consejo Federal del Grado 33 para la República Argentina. Especial para AIM.

Uno de los principales debates sobre la francmasonería se relaciona con la cuestión de sus orígenes. Se han generado a lo largo del tiempo innumerables leyendas apócrifas y una suerte de “folklore” que obstaculiza el conocimiento de la verdad y que oculta, en muchos casos, la carencia de formación científica o la voluntad de manipulación ideológica de los impulsores de tales relatos.

De entre las miles de páginas disponibles a la lectura, ¿qué podemos obtener de nuevo? Fiel a la consigna masónica de “reunir lo disperso”, esta presentación toma el reto de exponer algunos temas que nos permitan clarificar nuestros conocimientos sobre algunos puntos cruciales acerca de las teorías de los orígenes, en una forma sencilla y sin pretensiones eruditas, al alcance de quienes tienen a su cargo la difícil tarea de instruir a sus hermanos más nuevos.

La masonería operativa medieval alcanzó un alto grado de desarrollo organizativo, y ya en aquel tiempo se daban ingresos por iniciación, se obligaban al secreto y se reconocían por signos. Sin embargo, nada de eso quiere decir que haya habido una continuidad ininterrumpida de aquellas tradiciones con las actuales.

Existen reglamentos tan antiguos como las Ordenanzas de York en 1352. Datan de esa época los deberes de obediencia al Maestro y a sus dos Vigilantes, sus lugartenientes en logia. El término francmasón aparece en 1495 en una ordenanza de pagos en Inglaterra. Sin pretender abarcar los muy numerosos antecedentes de organización de estas cofradías, podemos agregar que en 1430 ya el Manuscrito Cooke establece las condiciones de vida interna de las logias, en las que los aprendices con antigüedad se consideraban “compañeros” y “queridos hermanos.”

¿Qué es masonería especulativa? ¿Cuándo comenzó?
Si entendemos como “especulativo” el concepto de administrar enseñanzas ajenas a las específicas del arte de la albañilería a los obreros de una logia, aquellas doctrinas filosóficas, o esotéricas o introspectivas que se propongan algún tipo de transformación moral o ética del obrero, podemos afirmar su origen bastante antiguo. Por lo tanto, cuando nos referimos a “masonería especulativa” debemos contextualizar que nos queremos referir expresamente a la masonería moderna exclusivamente especulativa para diferenciarla de la antigua que era a la vez operativa “y” especulativa, que mejor podríamos denominar, para salir de lo confuso, masonería especulativa pre moderna.

Siglos III y IV
Hacia la época de la división del Imperio Romano, los Collegia Fabrorum y Muratori habían recibido tradiciones de las hermandades de constructores hebreos, bizantinos y romanos, enseñaban a sus iniciados la geometría pitagórica, y utilizaban los símbolos de la escuadra, el compás, el mazo, la plomada y el nivel y luego pasados a los Maestros Comacinos. La palabra Logia y el emblema de Salomón proceden de esa corporación. Con respecto al nombre “comacinos”, algunos afirman que provenían de las vecindades del lago Como, pero lo más probable es que tenga otro significado “Cum machine” o tal vez “machio” que significa en latín, desde el franco germano (mako= construír), pues labraban piedras para paredes con el mazo, aunque otra versión afirma que fueron las primeras agrupaciones que usaban máquinas, como los andamios.

Estas cuestiones se trasladaron luego a Venecia y Rávena, y difundieron se entre los artistas y artesanos de la Edad Media. Ya desde muy antiguo estos gremios de constructores y artistas eran ingresados por iniciación, se juramentaban en el secreto del oficio y se trataban de “hermanos” obedientes al Maestro.

Siglo VIII
Queda suficientemente claro que Beda, (672-735), un monje benedictino inglés nortumbrio del monasterio de Saint Peter en Wearmouth, también conocido como san Beda el Venerable, fue el primero en dejar registros escritos de una interpretación moral (especulativa) de la gesta salomónica e hirámica en la construcción del Templo de Salomón tal como la conocemos en la actualidad, especialmente en sus referencias al pulido de la piedra para la edificación del Templo a la gloria de Dios, y el significado alegórico de los personajes centrales de la historia, como Salomón, Hiram Rey de Tiro, Hiram Abí, Adoniram, etc., pero trazando un paralelo con la vida de Jesús y sus apóstoles, datos que debemos agradecer al investigador masónico de los orígenes cristianos de la masonería operativa, el QH? Eduardo Callaey .

Siglo XI
Podemos citar otro interesante antecedente antiguo acerca de corporaciones de albañiles y claras actividades especulativas sumadas a la operatividad. La palabra Al-Bannah “albañil” o “constructor”, nos muestra el origen árabe del término.

Curiosamente, los sufíes, al igual que los hebreos con la gematría, asignaban un valor numérico a cada letra del alfabeto, y afirmaban que las palabras de iguales valores aritméticos podían sumar significados a la palabra original, y así es escondía de los profanos el sentido profundo y oculto, para los que no sabían de este recurso. Así es que, por transliteración de la palabra al- bannah, se obtenía otros significados esotéricos como “hierofante o iniciador”, “lugar de reunión”, “entrega al que recibe”, “corazón”, “en síntesis un sacerdote permite el ingreso, en un lugar especial, y entrega cosas que se deben entender con el corazón”.

En la introducción del libros “Los sufíes”, de Idries Shah , Robert Graves sostiene que el sufismo es una verdadera masonería. En la introducción del libro dice “La masonería tuvo como origen una sociedad sufí”. Richard Burton, el traductor de las 1001 noches, que era masón y sufí, es quien por primera vez establece la relación entre ambas culturas.

En su interesante libro, Idries Shah menciona a las cofradías de albañiles sufíes del Al - Andaluz (nombre de la Andalucía bajo gobierno moro), que existían en España hacia 1065. Estas cofradías tenían un Manual doctrinario denominado “Libro de las Epístolas” o “Enciclopedia”, recopilado por una Orden de Constructores Iniciados llamada “Hermanos de la Pureza o de la Sinceridad”, y que proveía enseñanzas religiosas, morales y metafísicas sufíes a los obreros.

Este texto introducido en Europa era conocido por personajes de resonancia en el conocimiento científico, teológico y esotérico de la época, como Roger Bacon, franciscano inglés del siglo XIII reconocido como alquimista y maestro en todas las ciencias del Trívium y Cuadrivium, estudioso de los árabes y también estudiado por ellos. También conocieron las Epístolas el místico San Juan de la Cruz y el franciscano monje Raimundo Lullio, quien escribió el texto “Libro del Orden de Caballería”, describiendo los deberes exigidos a los que aspirasen a armarse caballeros, los conocimientos y los comportamientos, a la luz de la Iglesia, pues la Caballería terrenal “debía inspirarse en los ejércitos angélicos” (Cabe señalar que en Occidente la Caballería se establece a modelos de la Caballería musulmana, exigiéndose para el combate en el terreno, el coraje y el desprecio de la propia vida, y en el combate espiritual interior, la renuncia a las bajas pasiones, la devoción al honor y la práctica del amor por la religión, tal como se solía exigir ante una iniciación a una Orden. Como puede verse, Lullio se inspiraba en las mencionadas “Epístolas” de los Hermanos Sufíes de la Pureza o de la Sinceridad”.

Sobre el autor
Eduardo Morguenstern (*), 33º, Supremo Consejo Federal del Grado 33 para la República Argentina, es médico Psiquiatra. Además, fue, a lo largo de su carrera, Venerable Maestro de Logia en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) y en Paraná, presidente del Capítulo Rosacruz de Rosario. También fue miembro de la Orden Masónica del Santo Real Arco de Jerusalén en Córdoba, y de la Orden Masónica de los Mark Masters o Maestros de la Marca en Buenos Aires. Hoy es activo de la Academia de Altos Estudios Masónicos del Supremo Consejo Federal para el Grado 33 de la Argentina, del cual es Gran Maestro de Ceremonias.

Nota relacionada
https://www.aimdigital.com.ar/caleidoscopio/cuatro-artculos-sobre-la-masonera-desde-maana-en-aim.htm

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