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Caleidoscopio
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El patrono de los ecologistas

Un lema de Benedicto Spinoza, el séptimo de la segunda parte de la su obra principal, la Ética, afirma que un individuo conserva su identidad en los cambios si cada parte conserva su movimiento propio y lo comunica a las demás como antes.


Según la biología, cada siete años todas las células del cuerpo son sustituidas, pero eso no afecta la identidad del individuo, porque la identidad no es una propiedad de las partes sino de las relaciones de ellas entre sí.

Si las células de nuestro cuerpo fueran conscientes y se vieran a sí mismas como individuos, no lo serían para nosotros, que las consideramos partes del individuo que entendemos ser. Pero nosotros mismos somos parte de un individuo mayor. Según Spinoza "si consideramos así hasta el infinito consideraremos fácilmente que toda la naturaleza es un solo individuo cuyas partes -esto es, todos los cuerpos- varían de infinitas maneras, sin ningún cambio para el individuo total".

Podemos ver en un átomo al cuerpo más sencillo. Luego siguen, en orden creciente de complejidad, las moléculas, los virus, las células, los órganos, los organismos, las poblaciones, las comunidades, la bioesfera, el sistema solar, la galaxia, el universo. Toda la realidad material es un solo individuo infinitamente complejo: el continuo de materialidad.

Para Spinoza, el mundo natural no es diferente de nosotros y no podemos disponer de él a voluntad. Así como las células son parte de nuestro cuerpo, nosotros mismos somos células de un organismo mayor. Pero así como todos los cuerpos constituyen el gran individuo que es la naturaleza física, todas las mentes son partes de la mente universal, incluidas las de las cosas a las que no acostumbramos asignar mente, como los vegetales y los minerales.

Spinoza fue un filósofo del siglo XVII excomulgado del judaísmo a los 23 años. Su familia había emigrado de España a Portugal y debió refugiarse en los Países Bajos huyendo de la inquisición. Cuando recibió la noticia de su excomunión -"maldito sea de día y maldito sea de noche"- dijo a un amigo: "Esto no me obliga a hacer nada que no hubiera hecho por voluntad propia". No abrazó ninguna otra religión cuando no se concebía vivir sin ellas. Sus ideas lo acercan al ecologismo moderno. A pesar de la sequedad geométrica de sus demostraciones, es fácil ver en él un sentimiento de la naturaleza -que identificó con dios- que recuerda a puntos de vista de la Gaia moderna. Su dios rigurosamente inmanente no se expresa en el destino de cada uno sino en la armonía del todo. "El más pródigo amor le fue otorgado/el amor que no espera ser amado", dijo Borges de él.

El estado de las relaciones del hombre con la naturaleza hoy ha llegado a ser cuestión de máxima importancia. Jaime Lovelock consideró a los seres vivos como constituyentes de un sistema que los envuelve a todos en un organismo de orden superior, como quería Spinoza.

La investigadora norteamericana Lynn Margulis propuso que la Tierra es un superorganismo que regula las condiciones que hacen posible la vida.
A favor de la idea de Lovelock, las bacterias y las algas, mediante "bucles de retroalimentación negativa" mantendrían la temperatura de la superficie terrestre y regularían la salinidad del mar.

Lovelock propuso como ejemplo el "mundo de las margaritas", un campo sembrado con dos clases de flores: blancas y negras, por sí solo varía la cantidad de flores de cada color de modo de obtener el medio ambiente más favorable. La idea es contraria a la evolución darwiniana porque implica que los organismos modifican el medio ambiente al que debieran adaptarse.

El sol se refleja en el campo de margaritas. Debido a su color, las margaritas blancas reflejan más luz que el suelo sin margaritas y su temperatura por eso es inferior. También por su color, las margaritas negras reflejan menos luz y por eso su temperatura es superior.

La conclusión es que cualquier descenso de temperatura del planeta es contrarrestado por un aumento de la superficie de margaritas negras y cualquier aumento de temperatura provoca el aumento de la superficie con margaritas blancas.

La autorregulación de sistemas físicos o químicos no es exclusiva de la vida. Un caso bien conocido es el de las soluciones químicas llamadas "tampon" o "buffer", fundamental para la vida de las células, en que la acidez se regula de manera que apenas varía cuando se agregan sustancias ácidas o alcalinas.

En América la Pachamama de quechuas y aymaras es la Tierra, el ambiente natural, también el principio femenino necesario para dar existencia a los fenómenos.
La hipótesis Gaia ha sido interpretada más recientemente por Lyndon Larouche, autor de "Cuando los gobiernos se derrumban" en función de las características que asigna a la vida: Estas son, según él: 1) Contra el segundo principio de la termodinámica, que establece que el universo tiende espontáneamente al aumento de la entropía, al desorden y a la homogeneidad final, a la "muerte térmica", la vida es antientrópica. "En otras palabras, a pesar de que en nuestro universo es evidente que el desorden, el caos y la disipación de la energía son tendencias muy claras e inexorables, donde encontremos vida observaremos siempre una violación local de la mencionada tendencia: la vida supone complejidad, uso eficiente de energía y, sobre todo, orden. La vida es, en apariencia, una alta forma de organización de la materia que surge en contra de ciertas intuiciones termodinámicas".

2) La vida resiste y prospera, se adapta a las condiciones de su entorno y se reproduce. 3) La vida influye en su propio entorno, facultad determinante en la hipótesis Gaia. La atmósfera de la Tierra posee una composición que sería totalmente inviable en un planeta inerte (como Marte y Venus).

Por supuesto, la vida tiene una tendencia notable a la organización, “antientrópica”, pero al costo de gran uso de energía del medio ambiente, y el resultado final es netamente “entrópico” para el sistema constituido por el sistema y su ambiente.

Para la hipótesis Gaia la vida es una totalidad que no permite diferencias claras entre materia orgánica e inorgánica, como subsisten en la enseñanza tradicional de la química, porque una y otra se complementan.

La teoría neodarwiniana de la síntesis evolutiva se tiene por válida junto con su fundamento: que la novedad biológica deriva de los errores genéticos y es fijada por la selección natural.

La experiencia no permite apuntar un solo caso de una especie que haya surgido como consecuencia de un error genético. Será preciso demoler el paradigma darwiniano para que se oiga otra voz. La cuestión es si el genoma determina los organismos y sus cambios o si los organismos determinan el genoma y lo cambian.
El científico George Carlin, fallecido en 2008, escribió, distinguiendo "ciencia" (moderna) de "creencias" antiguas: “Si es verdad que todos venimos del centro de una estrella, (del estallido de una supernova), que cada átomo en nosotros viene de una estrella, entonces todos somos la misma cosa. Incluso una máquina de Coca Cola,
o una colilla de cigarrillo en la calle en Búfalo están hechas con átomos que vinieron de una estrella. Se han estado reciclando miles de veces, como lo hemos hecho tú y yo. Y por lo tanto, ahí afuera solo estoy yo. ¿Entonces de qué hay que estar asustado? ¿Qué puede existir que necesite la búsqueda de un consuelo? Nada. No hay nada de que temer porque todo es nosotros. El problema es que hemos sido separados al nacer y dotados de un nombre y una identidad. Y así fuimos individualizados. Hemos sido separados de la unidad y eso es lo que la religión explota. La gente tiene este anhelo de volver a ser parte de un todo. Entonces explotan eso, lo llaman Dios, dicen que tiene reglas, y yo creo que eso es cruel. Yo creo que la unión puede lograrse sin la religión.”

Albert Einstein respondía a la frecuente pregunta de si creía en dios, "Sí, en el dios de Spinoza". Para él un ser humano es parte de un todo, llamado por nosotros universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto… algo así como una ilusión óptica de su conciencia. Esta falsa ilusión es para nosotros como una prisión que nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto que profesamos a las pocas personas que nos rodean. Nuestra tarea debe ser el liberarnos de esta cárcel ampliando nuestro círculo de compasión para abarcar a todas las criaturas vivas y a la naturaleza en conjunto en toda su belleza".

Según el Vedanta, el conocimiento, unidad del conocedor y lo conocido, disipa la ilusión como el sol la niebla matutina.
De la Redacción de AIM.

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