El solsticio hace referencia al momento en el que el Sol irrumpe con más fuerza sobre uno de los dos hemisferios terrestres. En diciembre tiene lugar el segundo solsticio. En este caso, el día será el más largo del año. Este 2023 tendrá lugar el 22 de diciembre, a las 03:27.
Las poblaciones ecuatorianas no sentirán con mayor intensidad el denominado 'día más largo del año', este viernes 22 de diciembre, debido a que están ubicadas cerca a la línea ecuatorial. No así las ciudades situadas más al sur de la Tierra, las que sí registrarán más tiempo de sol durante el solsticio de verano.
A lo largo del año la posición del Sol vista desde la Tierra se mueve hacia el Norte y hacia el Sur. La existencia de los solsticios está provocada por la inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita.
En los días de solsticio, la duración del día y la altitud del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. En la mayoría de las culturas antiguas se celebraban festivales conmemorativos de los solsticios.
En zonas templadas, las fechas de los solsticios son idénticas a las del paso astronómico de la primavera al verano y del otoño al invierno. Las fechas del solsticio de invierno y del solsticio de verano están invertidas en ambos hemisferios.
El día del solsticio de diciembre es la noche más larga del año en el hemisferio Norte y la más corta en el hemisferio Sur. El 22 de diciembre en el hemisferio Sur comienza el solsticio de verano.
Festejos en el solsticio de verano
La observación de los solsticios es tan antigua como la humanidad. Los primitivos habitantes de nuestro planeta comprobaron que a partir de un día determinado, -en el solsticio-, el sol perdía su fuerza, la disminución de la luz era evidente.
La celebración del solsticio de verano como tal data de 5000 años antes de Cristo a raíz de la permanente observación de la bóveda celeste por sabios astrónomos-astrólogos. Los antiguos griegos definían este acontecimiento referente al Sol como una puerta de entrada a otra dimensión, el sol mermaba día a día porque penetraba en la dimensión del espíritu de los hombres, primero lucía en el exterior para después lucir en el interior. El espíritu se recoge sobre sí mismo para asimilar las experiencias vividas que el sol interior ilumina. A esta puerta imaginaria la llamaron Puerta de los Hombres. Al solsticio de invierno lo llamaron la Puerta de los Dioses.
Esta creencia expresa en un lenguaje metafórico la relación del hombre con los dioses creadores que habitaban el panteón Olímpico, en el hogar de la luz, que es lo que significa Olimpo, luminoso. El hombre solo puede llegar a la luz, a conectar con los dioses del Olimpo mediante una introspección, cruzando la puerta del inconsciente. Los griegos también rendían culto a Apolo, dios de sol, padre de la medicina del alma, al que invocaban encendiendo hogueras de carácter purificador.
Mediante rituales, los kouros, o terapeutas, sometían a los enfermos a sesiones de análisis de sueño mediante la inducción a un estado alterado de conciencia. En estas sesiones les eran reveladas las dolencias del paciente. Los kouros, fueron sin duda los primeros psicoanalistas de la historia. Más tarde la mitología romana se referirá a las Puertas Solares como las dos caras de Jano, el guardián de las Puertas, el dios que simboliza la transición del pasado al futuro, de la vida a la muerte y el renacimiento. Jano tiene influencia sobre las cosechas y sobre la luz y la oscuridad.
La divinidad del sol
Muchas otras culturas han celebrado y siguen celebrando este fenómeno cósmico porque el Sol es para todos una fiesta, un principio de vida, la continuidad de la existencia y el primer logo o divinidad con la que la humanidad se identificó. Numerosas leyendas también dejan constancia de la existencia de Puertas invisibles, que lo son a simple vista, para los ojos físicos, pero no para la percepción más trascendente del ser humano durante este momento mágico. Dicen que los espíritus más puros, los guías de luz logran también acceder a nuestra dimensión durante el festejo del solsticio para comunicarse con nosotros.
En la cultura celta los druidas celebraban el ritual de Alban Heruin, que consistía encender hogueras buscando la bendición para las tierras y sus frutos, así como buenos augurios para los enamorados y fertilidad para las mujeres.
La magia de los druidas invocando a los Elementales, es decir a los espíritus de los elementos de la naturaleza, las Salamandras del Fuego, las Ondinas del Agua, las Sílfides y Elfos del Aire y los gnomos de la Tierra, son parte de una tradición que nos ha dejado numerosas leyendas y mucho folclore musical.
En Méjico, los guerreros aztecas dedican muchos rituales al culto solar para que la “renovación de los fuegos”, ayude a la tierra y al ser humano a respetar los ciclos y a obtener buenas y abundantes cosecha, así como salud.
Los Incas del Perú festejan el Inti-Raymi, la fiesta del Sol. Es un espectáculo ver en la explanada de Sacsahuamán, muy cerca de Cuzco, las llamaradas de las fogatas que invocan al astro rey antes de la salida del sol.
En la tradición hindú el solsticio estival es la vía de los ancestros, la pitri-yana, igual que para los griegos, una puerta que conduce al interior. Los Indras adoran el fuego primordial y aseguran que algunos chamanes durante el ritual del fuego pueden leer el futuro en las llamas. Las cenizas de las hogueras durante el solsticio se conservan todo un año.
Entre los bereberes de África del norte de Marruecos y de Argelia, se celebra la fiesta del Ansara el 24 de junio (cerca del solsticio en el Norte). Encienden hogueras en las plazas de los pueblos, en lugares que consideran que necesitan una purificación. Arrojan al fuego hierbas medicinales. Ahúman después sus principales utensilios, herramientas y objetos personales. Consideran que el humo de las hogueras protege los campos cultivados y mata los virus y las malas energías. Seguidamente saltan siete veces por encima de las brasas, purifican también el interior de las casas y los enfermos con ramas encendidas para ahuyentar los malos espíritus e inmunizarse el cuerpo. Esta tradición procede de la cultura pre-islámica porque se basa en el calendario solar, actualmente el calendario musulmán se basa en el calendario lunar aunque se siguen conservando muchos de estos rituales.
La tradición cristiana que celebra la fiesta de san Juan adaptó el culto pagano a las enseñanzas bíblicas. Según las Sagradas Escrituras, Zacarías recibió en sueños un mensaje del Arcángel Gabriel anunciándole su próxima paternidad. Pero Zacarías no lo creyó, seguro de que su mujer era estéril. Ante la ausencia de fe, Zacarías quedó mudo y sólo recobró la voz el día en que nació su hijo Juan el Bautista. En agradecimiento a Dios, Zacarías encendió una gran hoguera y en un ritual de purificación, saltó por encima de las llamas recitando cánticos de alabanza al Señor y anunciando el nacimiento de su hijo. Esa es la conmemoración de la Iglesia católica cada 24 de Junio, el nacimiento de Juan Bautista precursor de Jesús que anuncia el nacimiento de una nueva fe basada no en el rito pagano del planeta, sino en el poder del sol interior.
Las plantas y la luz
Suelen recolectarse en esos días del solsticio diversas plantas medicinales porque se ha comprobado que su poder curativo se multiplica considerablemente. Se recogen diversas variedades, como el hipérico o hierba de San Juan, la Manzanilla o Abrótano hembra, la Artemisa, la Milenrama, el Saúco, el Gordolobo, la Pulsatilla alpina, la Onagra y la Perpetua, el Espliego, el Romero, el Tomillo. Esas propiedades medicinales aumentan gracias a la especial radiación del Sol en el solsticio y también a la exhalación del vapor de agua llamado Flos-coeli (flor Celeste), también llamado Flor de Agua, que se forma al amanecer, es el rocío solsticial.
Como este acontecimiento solar se relaciona con la purificación, la prosperidad, la abundancia y la fecundidad, algunas tradiciones populares cuentan que al amanecer del primer día de verano, las mujeres de los pueblos iban a recoger de las fuentes y de los manantiales la Flor celeste o Flor del Agua y se la bebían, creyendo firmemente que encontrarían a la pareja adecuada, se curarían de algún mal, o podrían concebir hijos. Durante este ritual solían entonar cantos específicos dedicados al rocío.
La tradición de esta fiesta de raíces milenaria se sigue celebrando en muchos lugares del planeta y en todos, las costumbres son similares. Coinciden en el encendido de hogueras purificadoras o de adoración al Sol. En algunos sitios también se complementa con baños al amanecer, como un ritual de bautismo. Entrar en el río o en el mar para limpiar las emociones para después dar tres vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj alrededor de la hoguera. Este acto simboliza la purificación, para terminar se salta por encima de las brasas entonando algún mantra u oración de transmutación. Es común también que en la fogata cósmica se quemen enseres viejos, intenciones escritas en un papel y que se celebre la noche con cantos y una ofrenda a la tierra.
De la Redacción de AIM.
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