El presupuesto de defensa de los Estados Unidos ronda los 900.000 millones de dólares anuales, es mayor que el de las restantes cinco principales potencias del mundo juntas y no quiere estorbos: a pesar de la propaganda de los laboratorios, eliminó en 2023, para allanar caminos, la obligación de los soldados de estar vacunados contra el Covid.
La industria armamentística estadounidense se beneficia de una parte considerable de ese presupuesto, que en buena medida es el fruto de sus desvelos; pero la guerra de Ucrania dio un gran impulso adicional al negocio, que genera un poder de lobby irresistible, quizá el mayor de todos, determinante en el congreso de los Estados Unidos.
Por si faltara alguna prueba, basta mirar la lluvia de armas de todo tipo -sobre todo chatarra- que cae sobre Ucrania, que de todos modos está destruida y no se recuperará en décadas, y además está endeudada por siglos.
Otra muestra son las palabras de la integrante de la cámara de representantes María Elvira Salazar, una republicana de origen cubano que vio el diablo cuando escuchó mentar aviones chinos en la Argentina.
Salazar es hija de cubanos emigrados, tiene ahora 61 años y es representante del pueblo de La Florida en Washington. Se refirió ante sus pares en la cámara a las transacciones entre los gobiernos de China y Argentina para dotar de aviones de caza a nuestro país, después de que Inglaterra, avalada por los Estados Unidos, negó a la Argentina el acceso a la compra de aviones militares con motivo de la guerra de las Malvinas.
Así estamos, en indefensión, desde hace más de 40 años por haber molestado a la reina con nuestras pretensiones sobre las Malvinas. Henry Kissinger acompañó entonces el fastidio de Su Majestad y amenazó con balcanizar a la Argentina si persiste en actitudes irrespetuosas.
No sabemos qué pensará hoy en día Kissinger, llegado ya a los 100 años de edad, de la amenaza a la negra nobleza británica perpetrada por la flota rusa, que de regreso al Báltico desde el Mediterráneo, en lugar de seguir la ruta habitual se detuvo y rodeó a Albión en una actitud amenazante.
La congresista Salazar habló como es debido en inglés en la cámara estadounidense, pero hizo un alto, pidió perdón a sus pares y dijo algunas frases en castellano, que sin dudas conoce por sus padres, para dejar claro el asunto a los argentinos.
"Lo voy a decir en español para que quede bien claro a mis amigos argentinos. Su (vice)presidenta y su presidente están haciendo un pacto con el diablo, que puede tener consecuencias de proporciones bíblicas. Los Estados Unidos no se van a quedar con los brazos cruzados, porque no se puede tener un aliado que fabrique y exporte aviones militares chinos y que se los venda a los vecinos. Hay dos mundos, el mundo libre y el mundo de los esclavos. Espero que los argentinos se queden en el mundo libre".
Es necesario observar al celo extremado de la representante por el mantenimiento de la libertad en el mundo, su sensibilidad para establecer con certeza dónde está el aire puro y dónde huele a azufre, con qué facilidad ella es capaz de conciliar su celo idealista con las aspiraciones más mundanas y cuantitativas del complejo industrial-militar de los Estados Unidos.
Salazar podría meditar las palabras del presidente Dwight Eisenhower al dejar el gobierno en 1961: "En los consejos de gobierno, debemos evitar la compra de influencias injustificadas, ya sea buscadas o no, por el complejo industrial-militar. Existe el riesgo de un desastroso desarrollo de un poder usurpado y ese riesgo se mantendrá. No debemos permitir nunca que el peso de esta conjunción ponga en peligro nuestras libertades o los procesos democráticos".
Como contrapartida, los puntos de vista de Salazar están redondeados en un informe reservado del consejero Jorge Kenann hace siete décadas: "Si la Unión Soviética se hundiera mañana bajo las aguas del océano, el complejo industrial-militar estadounidense tendría que seguir existiendo, sin cambios sustanciales, hasta que inventáramos algún otro adversario. Cualquier otra cosa sería un choque inaceptable para la economía estadounidense".
La Unión Soviética se hundió y fue parcialmente balcanizada, pero la Otan sigue intacta y ahora huele dictaduras en Oriente porque la "influencia injustificada" que temía Eisenhower hoy es el poder mismo.
Tras la difusión que tuvo la amenaza de Salazar al "adversario inventado" argentino, justo cuando el imperio quiere retomar su patio trasero latinoamericano porque ve en peligro su hegemonía, el embajador de nuestro país en Estados Unidos, Jorge Argüello, le recordó a la congresista que en la Argentina no hay infraestructura o presencia militar de ninguna potencia extrarregional, "con excepción de aquella que corresponde a la ocupación ilegal de las Islas Malvinas por parte del Reino Unido".
De la Redacción de AIM
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