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Caleidoscopio
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Gardel y Razzano, dos hombres con historia.
Gardel y Razzano, dos hombres con historia.

Gardel y Razzano en cartas

Desde la primera gira de Carlos Gardel por Europa (1923) hasta que terminó de filmar en el Viejo Continente (1933), el Zorzal Criollo mantuvo una fluida correspondencia con su amigo íntimo y apoderado (en los asuntos que tenía sobre todo en Buenos Aires) José Razzano.

Ocho de esas cartas fueron subastadas en Montevideo por el martillero Eduardo Corbo, un hecho poco habitual en el universo gardeliano.

"Recientemente se comunicó conmigo el presidente de la Fundación Industrias Culturales Argentinas (Fica), muy interesado en las cartas. Me informó que ellos tienen el resto del archivo de Razzano y que lo que saldrá a venta es lo que les falta", dijo Corbo a El País.

La Fundación posee más de 4.500 elementos sobre el Mago (entre documentos y objetos personales) y tiene en su página web distintos artículos que apoyan la tesis de la nacionalidad uruguaya del cantor.

Gardel no era de comentar asuntos personales en sus misivas, a menos que el destinatario fuera alguien de su extrema confianza, como sin dudas lo fue Razzano. Así pues, comenta en las cartas (que pertenecieron a un coleccionista fallecido) cómo vivía en París "mejor que un millonario", en "el mejor barrio y en uno de los mejores apartamentos" (el número 51 de la Rue Spontini); o cómo su fama le permitió codearse con lo más granado de la sociedad parisina y "pasarse" (sic) a muchas mujeres de alcurnia.

También mantuvo comunicaciones con su representante sobre los malos negocios que estaba teniendo con los caballos; lo inquiere por su querido Lunático, el pingo que entrenaba su amigo Francisco Maschio en la Villa Yeruá de Malvín, y le comenta una curiosa anécdota en la que terminó siendo "padrino" de un duelo a muerte.

En otras páginas, despotrica contra uno de sus más famosos músicos, el uruguayo José María Aguilar, quien sobrevivió al accidente aéreo del 24 de junio de 1935 en Medellín en el que murieron Gardel, el letrista Alfredo Le Pera y los guitarristas Guillermo Barbieri (abuelo de la mediática argentina Carmen Barbieri) y Ángel Riverol.

En una carta despachada en París, tilda a Aguilar de "turro", "mala persona" y "degenerado de la naturaleza". Le dice a Razzano que el guitarrista, nacido en San Ramón, Canelones, le debe "unos miles de francos" y que él creía "que podía haber hombres canallas e infames, pero este sinvergüenza es un caso nunca visto".

Gozar de la fama.
En enero de 1926, Gardel describe la vida de "bacán" que estaba llevando en la Ciudad Luz, aunque asegura que no había crecido su cuenta bancaria como muchos pensaban por entonces.

"El dinero me lo aprovecho en propaganda, afiches clichés, me he hecho una cortina de seda para mi presentación, he andado de un lado a otro. En fin, la cuestión es no mostrar la hilacha, pues creen que trabajo porque me da la gana, que soy rico, que los discos me dan una renta bárbara, un chiqué bárbaro (ostentación, en lunfardo). No tengo más relaciones que grandes bacanes y bacanas; que me he pasado varias, entre paréntesis".

Luego, Gardel expresa su inquietud por la inclinación de Razzano a la timba: "Bueno José, supongo que no habrás jugado más, pues a vos no te hace falta. Si lo hacés es de vicio y no te lo sacarás nunca".

Si había algo que el Mago tenía claro era su posición de superestrella en el firmamento musical. Y que casi todo lo que tocaba lo transformaba en oro.

Por eso, cuando se refería a sí mismo, lo hacía sin encogimientos: "En todo París no se habla más que de mí, del gran cantor argentino. Las crónicas de los diarios dicen cosas que no se han dicho de muchos (…). Han dicho los cantantes que hay en París, muchos de ópera, que iban a aprender un poco de mí".

El tacuaremboense inmortal explica que, a esa altura de su carrera, "estaba acostumbrado" a los elogios, pero los comentarios de los franceses, para quien él era una rara avis, le permeaban de un modo diferente.

En la misma carta, enviada desde el Hotel Fournet, Gardel le pide a Razzano que promocione un tema que grabó en 1928 y que rápidamente se transformó en un éxito en Europa: Ramona. Le asegura que con esta canción sobre los sueños de amor de una muchacha "venderían muchos discos" (fue incluido en Melodía de Arrabal). Y le hace un comentario jocoso: "Los ingleses y los franceses la cantan como el culo".

Padrino en un duelo.
Un viaje en el "piróscafo" Principessa Mafalda, le dejó a Gardel una anécdota inolvidable.

Una vez que el vapor pasó Río de Janeiro, ocurrió un "lance caballeresco" a bordo, en el que fueron protagonistas el cónsul argentino en Nápoles y el hijo de un célebre maestro de orquesta de apellido Vitale. Así se lo contó a Razzano:

"Al producirse el incidente, el cónsul, que se había hecho amigo, nos pidió que lo representáramos como padrinos a mí y a Ernesto. Entrevistamos al señor Vitale hijo y le propusimos el desafío por ser nuestro apadrinado el ofendido, el que nos contestó que al día siguiente nos mandaría a sus padrinos. Nos reunimos, hablamos, expusimos las explicaciones del caso. Ellos querían arreglar amigablemente por tratarse de italianos y argentinos. Nosotros también, pero con la condición de que el señor Vitale retirara la palabra ofensiva a nuestro apadrinado".

Esto no ocurrió y el cónsul estaba decidido a dirimir el diferendo a punta de pistola, al día siguiente y a bordo del Mafalda. Pero Gardel recuerda que esto no pudo llevarse a cabo "por no haber sala de armas" en el barco y "porque el comandante no quería saber de responsabilidades", por lo que se levantó un acta para "gestionar el asunto" en Dakar, la capital de Senegal. Se envió un telegrama al cónsul de esa ciudad, quien respondió que tampoco se podía llevar a cabo el duelo porque llegarían de no-che y "las autoridades no lo permitían".


Entonces, Gardel se enojó y les dijo que el duelo se haría de todos modos, porque "teníamos dos pistolas preparadas".
Finalmente, los padres de Vitale se enteraron de todo y terminaron por retirar al joven iracundo de un asunto que podía acabar con su vida.

El piróscafo Mafalda escribió su propia página en la historia: naufragó muy poco después, el 25 de octubre de 1927, a pocas millas de la costa de Brasil, en una tragedia que causó al menos 314 muertes según los datos proporcionados por las autoridades italianas, aunque los periódicos sudamericanos informaron de 657.

El mánager.
José Razzano (Montevideo 1887-Buenos Aires 1960) formó en 1911 un dúo con Gardel que duró hasta 1925, cuando por problemas de afonía tuvo que abandonar el canto. A partir de esa fecha, pasó a ser responsable de sus negocios y administrador de sus bienes hasta 1933.

La popularidad del dueto Gardel-Razzano fue en su época mucho más poderosa que lo que sería décadas después la dupla Lennon-McCartney en el mundo de habla hispana. Trabajaron intensamente viajando a Uruguay, Brasil, Chile y España hasta que, al llegar 1925, Razzano con su garganta seriamente afectada tuvo que dejar de cantar. Había sido operado cinco años antes y al parecer no cuidó su instrumento adecuadamente, un pecado con consecuencias irreversibles. Fue este hecho el que inició la carrera solista de Gardel, quien mientras estuvo de gira por Europa tuvo a otra persona que se encargó de sus contratos, entre ellos de la negociación con la Paramount Pictures que lo llevó al cine: Luis Pierotti.

Según se desprende de la correspondencia del cantor, existía una cierta "pica" (¿celos?) entre su amigo Razzano y su representante europeo: "Pierotti está muy chivo (enojado) con vos, (dice) que lo has interpretado mal y que no le has escrito una sola carta. En cambio, él te escribió. En fin, vos sabrás".

Royalties.
Gardel le expresó más de una vez a Razzano su preocupación por el manejo comercial que hacían las discográficas con lo que él grababa. El tema lo tenía rechiflado (enloquecido), le decía.

En una carta escrita en papel membretado del Hotel Meublé de Madrid, el cantor demuestra su gran ansiedad por hacer efectivo el cobro de los derechos por la venta de discos. Y también su desconfianza ante un merca- do que según él manipulaba las cifras, mencionando al sello Odeón. Lo hace con algunas faltas de ortografía (por ejemplo, acostumbra a escribir "gravar" en lugar de "grabar"):

"Como te he dicho siempre hay afano", le escribió. "Cómo no va a ver (sic) si nosotros no tenemos quién controle las salidas de discos. Y quién sabe cuántos discos hacen las matrices que mandan ustedes. ¿Quién controla eso?" —se preguntaba enseguida. Y conjeturaba: "Ellos harán 1.000 discos con estampillas nuestras y 20.000 con estampillas de ellos".

Certificado de buena conducta.
Además de las cartas, será rematada una copia del Certificado de Buena Conducta que Gardel utilizó para tramitar su ciudadanía argentina. El documento tiene su firma y una huella digital. Otro lote es un telegrama en el que el Mago da cuenta de su "triunfo enorme" tras actuar en el teatro Fémina de París.

cartas Grdel Razzano

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