Vinieron los sarracenos/ y nos molieron a palos,/ que Dios ayuda a los malos/ cuando son más que los buenos. Esta estrofa anónima, según los especialistas habría surgido en el siglo XIV en España, en la zona fronteriza entre musulmanes y católicos, a orillas del Duero cerca de Soria. Allí había entonces muchas aldeas próximas, que de tanto en tanto sufrían ataques de los musulmanes.
Los cristianos se lamentarían, pero también advertirían que, para defenderse, no debían afear a los musulmanes su conducta inhumana ni los horrores obvios de la guerra, que sufrían en carne propia, sino organizarse de modo de ser más que ellos para obtener la ayuda de dios.
Cerca de Soria, en Medinaceli, que significa "ciudad del cielo", un juglar desconocido escribió el Cantar de Mío Cid. Además, Soria está en el origen del nombre de Santo Domingo Soriano, localidad oriental que nació en Entre Ríos, en el actual departamento Gualeguaychú, a orillas del río Uruguay, pasó a la isla Vizcaíno para luego establecerse en su actual emplazamiento en la margen izquierda.
Seguramente sin conocer la estrofa anónima, Napoleón decía que dios estaba siempre de parte de los grandes batallones y cierto militar observó que los preceptos morales nunca perforaron el blindaje de un tanque. Quizá se equivocaba al hacer chocar ideas, porque se trata de fuerzas de índole diferente; pero no conviene desdeñar la práctica directa.
La advertencia de Chomsky
Recientemente, el lingüista y analista político estadounidense Noam Chomsky, ya nonagenario, publicó una advertencia sobre la guerra en Ucrania, donde no quita responsabilidad a Rusia, pero se centra en la de su propio país.
Recuerda ante todo una frase del historiador griego Tucídices "El fuerte hará lo que quiere y el débil sufrirá lo que debe", para sintetizar la postura de Atenas en la batalla de Melos, durante la guerra del Peloponeso contra Esparta.
Chomsky supone que el espíritu de esa frase está tan vigente ahora como cuatro siglos antes de nuestra era, con la diferencia de que ahora tenemos la perspectiva de una guerra nuclear en que los más beneficiados -dice- serán los que mueran antes.
Chomsky hace notar que la entrega profusa de armas al gobierno ucraniano de Volodomir Zelensky tiene la finalidad de prolongar la guerra para debilitar a Rusia, lo mismo que las 6000 sanciones comerciales. Los muertos ucranianos no interesan; el humanitarismo no se aplica: occidente peleará en Ucrania hasta el último ucraniano.
La política, y la guerra como continuación suya, es un ajedrez donde el momento más emocionante es el sacrificio de piezas grandes. Chomsky cita a "la Paloma" George Kennan, un ideólogo de la guerra fría, y a Henry Kissinger, que además de organizar solo el golpe contra Salvador Allende en Chile e imponer a Pinochet, promovió las dictaduras latinoamericanas de entonces y obtuvo del Papa Pablo VI una condena a todos los votantes italianos por el partido comunista y una exhortación a "vigilar y rezar". El propósito declarado de Kissinger era evitar el "efecto dominó", por el que un gobierno socialista como el de Allende fuera un "mal ejemplo" que influenciara en Italia, donde el partido comunista podía ganar las elecciones.
En este contexto, que Chomsky resalta, es ilusoria la posibilidad que tienen las mayorías "ignorantes" de influir en las élites "responsables", según calificativos de los informes reservados de Kennan
La unión "de Lisboa a Vladivostok", de un extremo a otro de Euraria, que menciona Chomsky como alternativa europea a la Alianza atlántica que propone la Otan, es la idea del sociólogo ruso Aleksandr Dugin, que Putin parece haber recogido, y no desentona con la ruta de la seda de China.
Alude luego a la "euforia de las petroleras", que han recibido una "renta inesperada" por la que no pagarán impuestos
La respuesta nuclear de Rusia ante un peligro para su existencia, otra perspectiva siniestra que no estaba en guerras anteriores, no es solamente simbólica como dice Chomsky: está en la constitución rusa.
De la Redacción de AIM.
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