Gilles Lipovetsky, filósofo y sociólogo francés nacido en 1944, sugirió un esquema del desarrollo del consumismo que se habría iniciado en 1880 y estaría terminando ahora.
La primera de las tres etapas del desarrollo consumista habría comenzado en 1880 y terminado con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Se caracterizó por la producción masiva de objetos de consumo, por la creación de marcas comerciales, las campañas publicitarias y la búsqueda de la ganancia a través de grandes volúmenes y precios bajos.
En 1950 comenzó la sociedad de consumo masivo, un ciclo que duró tres décadas. Se impuso el auto, la heladera y el televisor en todos los hogares de clase media. Alrededor de los 80 del siglo pasado comenzó el tercer ciclo, que Lipovetsky llama sociedad de hiperconsumo. En el mismo hogar hay varios televisores, varios autos y teléfonos, incluso para niños pequeños. El consumo anterior proveía objetos para una familia, pero en la sociedad de hiperconsumo el equipamiento es para el individuo, por lo que es también una sociedad hiperindividualista. Los niños van a sus habitaciones a jugar y dialogar a través de sus tabletas, sin control ni intercambio con sus padres.
Cada uno tiene sus objetos y horarios. También quedaron afectadas las culturas de clase, cedieron las presiones sobre el comportamiento de cada uno basadas en su condición social: ahora se valora la libre expresión, el consumo irrestricto y el gusto por el lujo, las marcas comerciales y el turismo, la comunicación virtual y el culto de la juventud y del cuerpo. Hay más desigualdad económica que antes pero ya no tantas barreras entre las clases. Lipovetsky nota como ejemplo que en la ciudad de México vio hace años algo que hoy es trivial porque se ha vulgarizado mucho: un pequeño lustrabotas que entre lustrada y lustrada jugaba con su smart phone.
Las finanzas proyectan su sombra
Esa sociedad siguió un curso paralelo al del mundo de las finanzas, con el que tenía una relación objetiva estrecha aunque en general desconocida para los consumidores, que reclamaban derechos y bienes y querían consumir y divertirse como si los especuladores no existieran o no tuvieran injerencia en sus vidas.
A finales de los 70, el capitalismo financiero se encontró con el límite del crecimiento, que volvió a presentar en 2008 ya con signos de crisis final.
Desde 2008 el sistema financiero está quebrado sin salida. No le sirve ni como paliativo la creciente emisión de dólares sin respaldo.
La crisis fue asumida por los grupos que tienen el poder real con el propósito de hacer los cambios necesarios para mantenerlo, por ejemplo el Fondo Monetario Internacional, Wall Street, el Banco Mundial, la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo.
La deuda que acumuló el capital financiero es impagable. Los banqueros idearon varios caminos para salir del embrollo eludiendo su responsabilidad, entre ellos la guerra nuclear, pero por ahora no tuvieron éxito en sus maniobras políticas.
Ganaron muchísimo dinero con la última fase del desarrollo según Lipovesky, pero ahora llegó el momento de terminar con lo que empezó en 1880
La gran mayoría de la población mundial, embrutecida y ablandada por el hiperconsumismo, acostumbrada a exigir y a estirar la mano, ajena a todo heroísmo y altruismo. creerá lo que le diga la prensa, que está en las manos del poder financiero.
Le peste cerró transitoriamente las economías y las fronteras y creó una catástrofe económica mayor que la sanitaria. Es posible que se salven algunos miles de personas del daño global que está en marcha, pero muchas más ya han visto destruido todo lo que habían construido.
En el modelo que sucederá al hiperconsumo habrá estructuras económicas que no dependerán del trabajo humano. Todo sería controlado por el Estado, pero los seres humanos deberán entender que en el nuevo mundo sobran y deberán buscar para sobrevivir en qué son mejores que las máquinas.
De la Redacción de AIM.
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