El aula magna del centro cultural “Constantino Cavallaro” de Chajarí será escenario el 18 de este mes del homenaje a Luisa Pereyra, mujer chané nacida en Tuyunti, Salta, en 1892.
El arte cerámico de Luisa Pereyra ilustra el museo “Ivy Marä ey”, de la municipalidad de Chajarí, ciudad cuyo nombre significa “pantano de los chajás”. El coordinador del museo es el historiador de Abya Yala (América) Juan José Rossi.
Al inicio del acto, el profesor Rossi se referirá al sentido y significación del homenaje e introducirá un breve documental de 10 minutos de Simón Feldman sobre la cultura chané, para enmarcar la figura de Luisa Pereyra.
Luego se proyectará un saludo y agradecimiento de la comunidad chané de Tuyunti y de su cacique Miguel Centeno. Posteriormente los asistentes recorrerán el museo Ivy Marä Ey (La Tierra sin mal) para apreciar el arte de Luisa.
Al día siguiente, viernes 19 de noviembre, se donarán libros a bibliotecas de escuelas secundarias. Hablará la directora de Educación de la municipalidad, María Fabiola Fochesato, y se proyectará el documental comentado por Rossi.
Entre el 21 y 27 de noviembre en el centro cultural Constantino Cavallaro habrá talleres de cerámica destinados a niños del segundo ciclo de educación primaria.
Luisa y una tradición que resiste
El profesor Rossi recuerda que Luisa Pereyra nació el 12 de octubre de 1892, muy lejos del alud de festejos y discursos alusivos al cuarto centenario un “supuesto descubrimiento” de nuestro continente por parte de Europa.” Era un fruto generoso de Abya yala a la sombra de un denso bosque subtropical y al pie de las primeras estribaciones de los Andes salteños … Aquel día, como en todo nacimiento entre los chané-chiriguano, resonaron penetrantes melodías y cánticos en idioma tupí-guaraní; idioma milenario de nuestra tierra para el que las palabras se transforman en hechos, en regocijo, en respeto y solidaridad. Expresaban, para la beba Luisa, crecimiento desde sus raíces ancestrales, felicidad y sabiduría en el contexto de su comunidad Tuyunti, cuyos orígenes se pierden en el tiempo y, curiosamente, también en la inigualable belleza del Caribe, su cuna originaria, en la tierra fértil y generosa de arahuacos que hoy, después de 500 años, viven entre nosotros…”
“Luisa creció en Tuyunti libando el polen y la savia de sus ancestrales culturas, de la chané-arahuak y de la guaraní-chiriguano que, desde hace más de 600 años, coincidieron en el mismo territorio hoy argentino-boliviano, en Salta y Tarija”, prosigue Rossi.
“Fue una mujer de “bajo perfil”, diríamos hoy. No deslumbró para existir… simplemente “fue en su comunidad”, con sus propias características. Allí formó pareja; tuvo hijos, nietos, bisnietos y tataranietos que siempre brindaron tibieza a su larga existencia de quien todos ellos, contra viento y marea, recorren hoy su andar apacible y firme en medio de una humanidad, aunque emergente de la misma especie humana y nacidos o adoptados en la misma tierra en la que floreció Luisa, continúa discriminándolos ciegamente.
Fue una persona como cualquiera de nosotros. Fiel a sus ancestros milenarios, a sus tradiciones culturales y a su historia… al punto de negarse durante toda su vida a expresarse en el idioma “invasor”, como solía decir ella, y solo hacerlo en Tupí-Guaraní, “lengua general” de nuestro sur, tal como lo llamaron los mismos europeos invasores mientras sometían su territorio y a sus habitantes con respaldo milenario. Paradójico, incomprensible para la más mínima sensatez … ¡Pero sucedió!
Luisa, desde joven, plasmó en su arte cerámico la enorme capacidad de expresión con la que se hizo presente en nuestro mundo distraído. Lo hizo hasta el final, más allá de las apariencias. Con su intuición, libertad, cosmovisión y amor por la naturaleza y su gente. Pero más allá de sus cualidades humanas, Luisa, nuestra homenajeada, fue testigo de sus propias convicciones y las del pueblo chané.
El profesor Rossi insiste en que el homenaje a Luisa debe ser “ testimonio, estímulo y motivación para superar la irracional e injusta discriminación con que todavía algunos, quizá, sin darnos cuenta, actuamos con los pueblos de culturas emergentes antes, durante y después de la invasión iniciada el 12 de octubre de 1492 cuando, accidentalmente, tres carabelas extraviadas en la inmensidad del atlántico, desembarcaron en las Bahamas …
El historiador de Abya Yala, autor de cerca de 40 libros sobre el tema, expresa el anhelo de que el testimonio de Luisa permita “entrever la profundidad temporal y la riqueza de nuestra historia negada, destruida o silenciada a partir de aquel 12 de octubre de 1492, que Luisa resistió hasta el final, hasta su muerte
Porque justamente el 12 de octubre de 1992, cuando se cumplían 500 años de la irrupción… Luisa se durmió para siempre en su Ivy Marä Ey, la Tierra sin Mal de los guaraníes.
De la Redacción de AIM.
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