El Mammón que cita el evangelio de Mateo: "no podéis servir a Dios y a las riquezas" era el dios de la avaricia, en realidad un demonio. La palabra griega que designaba a la avaricia hace dos milenios era pleonexia: avidez, ventaja, codicia, considerado el vicio de los mercaderes.
En el ocaso de la Edad Media, el capitalismo naciente rehabilitó poco a poco a Mammón; el calvinismo hizo de las riquezas un síntoma de la salvación. El capitalismo rompió las relaciones sociales milenarias que mantenían a los siervos sujetos a la tierra donde habían nacido y los "liberó" a veces catastróficamente.
La frase que los nazis pusieron sobre la entrada al campo de exterminio de Auschwitz: "Arbeit macht frei" (el trabajo libera) tiene semejanza con "Stadtluft macht frei" (el aire de la ciudad libera). Esta proviene de una norma jurídica que liberaba automáticamente en aquella época, desde el siglo XI, a los prófugos del campo que conseguían mantenerse durante un año y un día en los burgos, donde era muy difícil encontrarlos para los terratenientes.
Los jóvenes campesinos que abandonaban los campos en que sus antepasados habían trabajado un milenio a veces no tenían qué hacer ni dónde ir. Eran desocupados sin recursos, su posibilidad de sobrevivir era el robo, y se convertían en salteadores de caminos, con frecuencia carne de horca.
En el resto del mundo el comercio no había decaído, pero si en Europa, donde tras la ruina de Roma se instaló una economía agraria de supervivencia donde apenas había dinero y el intercambio era limitado.
En el comienzo era el oro
En estas condiciones, los orfebres fueron los primeros banqueros de Europa. Por su profesión, recibían oro de la gente adinerada, cuando el metal era tesoro pero no todavía capital, para hacer joyas a pedido.
Luego empezaron a recibir oro en depósito de gente que tenía que viajar y quería evitar los salteadores de caminos, que se quedaban con lo ajeno o caían víctimas de las leyes "de vagos y mal entretenidos".
Los orfebres, banqueros incipientes, descubrieron que contra el oro depositado podían entregar letras a sus propietarios, que en destino podrían cambiar otra vez por oro gracias a la confianza que inspiraba el orfebre, con fama de solvente ya esparcida por distintos países.
Fue la invención moderna del dinero fiduciario, que se había producido mucho antes en la China y que no era desconocido en la antigua Babilonia ni en Bizancio mucho después.
El escudo rojo
Orfebre era Amschel Moses Bauer, un judío del ghetto de Frankfurt, donde abrió una tienda de monedas para completar sus ingresos.
Para prestigiar su negocio y hacerlo conocer, colgó un escudo en el frente, como era costumbre de los negociantes y familias de entonces, que tomaban todos los ejemplos nobiliarios que podían. La planta baja era la orfebrería y la casa de monedas, y la alta, residencia familiar.
El escudo de Amschel era un águila romana sobre fondo rojo. El negocio se fue haciendo conocer como "la casa del escudo rojo", designación profética para la que hoy es posiblemente la casta de banqueros más poderosos del mundo: la casa Rothschild (de roth, rojo, y Schild, escudo, en alemán).
Mayer Amschel, el dinero y la ley
Su hijo, conocido como Mayer Amschel Rothschild, fue el iniciador del negocio financiero familiar en 1760 con monedas y billetes, que para su padre eran solo un medio de completar sus ingresos de artesano.
Mayer Amschel hizo conocida la "casa del escudo rojo" desde que fue representante del príncipe Guillermo en Hanau y compró una residencia espaciosa en la Judengasse (calle de los judíos) de Frankfurt.
El estuvo en condiciones de convertirse en administrador de la fortuna principesca, pagar mercenarios, prestar dinero a los nobles y financiar ejércitos.
Mayer Amschel tenía 10 hijos: cinco varones y cinco mujeres. Los varones son el origen de la dinastía Rothschild. Aprendieron el negocio de cambistas junto al padre y llegado el momento, se establecieron cada uno en un país diferente de Europa.
Nathan en Inglaterra, Amschel en Frankfurt, Solomon en Viena, Calmann (Carlos) en Nápoles y Jakob en París. Los cinco muchachos son las cinco flechas del escudo, que cayeron en distintas ciudades partiendo de Frankfurt. No más de tres décadas después, con menos de 50 años de edad, tenían títulos nobiliarios hereditarios dispensados por el Imperio austrohúngaro y controlaban las finanzas de los estados europeos.
Amschel tuvo cierta preeminencia porque Frankfurt fue el punto central de reunión de la familia, su origen nunca olvidado. Solomón fue el financista del régimen de la Santa Alianza de Metternich en Austria y de toda la confederación germánica.
Nathan fue el ejemplo de astucia banquera que tomaron sus hermanos desde que empezó a operar en la bolsa de Londres en 1806, y participó como prestamista en la aventura imperial británica. La reina Victoria le concedió el título nobiliario de barón.
Financistas de dos caras
La casa Rothschild, siempre de perfil muy bajo y portadora de todo tipo de fantasías, algunas siniestras, pasa por haber financiado las campañas militares de Napoleón, pero también a los ejércitos del otro lado, como sin duda hicieron los banqueros antes y durante las dos grandes guerras del siglo XX.
Los historiadores narran la miseria que hizo insostenible la situación de Francia en momentos previos a la revolución de 1789, desatada por el hambre. La conmoción que sobrevino entonces aumentó la miseria porque desarticuló el trabajo productivo. Pero de pronto apareció Napoleón, un militar desconocido, con enormes recursos a disposición y venció a las potencias europeas de entonces, sin que la cuestión esencial del origen del dinero para armar ejércitos aparezca en primer plano.
No hay sino conjeturas, pero es posible que los Rothschild no fueran ajenos a una riqueza inexplicable. El resultado fue la parábola que se inició el 18 Brumario de 1799, cuando Napoleón dio un golpe de Estado que acabó con la revolución, y terminó en Waterloo con la derrota del corso y la consolidación del poder burgués en Europa.
En torno de Napoleón, una estratagema de Nathan muestra la libertad de acción, la iniciativa y la falta de escrúpulos necesarias para hacer fortuna.
Conocer es poder
Nathan estaba en Londres, encargado con sus hermanos de conseguir recursos para Inglaterra con qué vencer a Napoleón, cuando supo que el duque de Wellington enfrentaría al corso en Waterloo, actual territorio belga.
Un relato en parte verdadero, pero agrandado con mucha fantasía, dice que a pesar de su temor al mar, Nathan pagó un barquero para cruzar el canal de la Mancha y se instaló donde pudo observar la batalla desde distancia prudente y comprobar la victoria de Wellington.
Inmediatamente, a pesar de la tormenta, se embarcó de nuevo para Inglaterra, se presentó en la bolsa con cara de velorio y empezó a vender sus acciones.
El mensaje para los otros accionistas era claro: Wellington había sido derrotado e Inglaterra estaba ante la ruina inminente.
Todos se apuraron a vender mientras agentes de Nathan disimulados compraron todo lo que vendían. En una noche, gracias a un conocimiento que sólo él tenía, quedó dueño de Inglaterra victoriosa.
Cuando Nathan murió en 1836, él y sus hermanos eran ya la familia de banqueros más rica e influyente de Europa. La astucia con que actuó en Inglaterra fue el modelo que tomaron sus hermanos para seguir su camino hacia la fortuna.
En 1818 Nathan prestó cinco millones de libras esterlinas al gobierno de Prusia. Desde entonces y por lo menos hasta el fin de la primera guerra mundial, los Rothschild emitieron bonos para recaudar fondos para los gobiernos, su principal negocio financiero.
Los hermanos Rothschild fueron unos de los inventores de las deudas públicas, la emisión de dinero y colocación de bonos de deuda para financiar las políticas de los Estados.
Los negocios de la casa del escudo rojo se diversificaron a medida que pasaba el tiempo según las necesidades de los Estados, las invenciones y la trabazón de intereses. Habitualmente estaban un paso adelante del resto, con mejor información debido a su posición de privilegio, como la de Nathan mirando desde las sombras el desenlace de Waterloo.
Oportunidades de negocios
Los descendientes de los hermanos fundadores financiaron la construcción de ferrocarriles en Francia y Austria, en la industria del acero en Viena, en la fiebre del oro en California, en el mercurio en España y en el refinado de oro y plata en Inglaterra.
Gracias a miembros de las generaciones siguientes, el preferido negocio familiar de emitir bonos para préstamos creció.
Por otra parte, como agentes financieros lograron para Inglaterra participación decisiva en la construcción del canal de Suez en Egipto. Financiaron la explotación de diamantes en Sudáfrica y la extracción de petróleo en el sur de Rusia,
Apoyaron la radicación de judíos en Palestina, entonces bajo dominio otomano.
Durante casi todo el siglo XX, la familia no tuvo presencia en su ciudad de origen, Frankfurt, debido a que el banco de esa ciudad cerró por falta de herederos; pero los Rothschild regresaron en 1989.
El ascenso del nazismo en Alemania y Austria obligó a un impasse y a centrarse en los negocios de Inglaterra y finalmente en los Estados Unidos.
El predominio del neoliberalismo a partir de la década de los 80 del siglo pasado no fue ajeno a la influencia de los Rothschild, que participaron de las privatizaciones de bienes estatales en todo el mundo y las promovieron.
Conspiración y revolución
Las teorías conspirativas tienen poder de convicción porque ofrecen una explicación única y sencilla, que evita tomar en cuenta todas las causas y condicionamientos que determinan los fenómenos históricos, que suelen extraviar a los mejor dotados.
Pero conspiraciones ha habido y hay, y los conspiradores aspiraban y aspiran a permanecer desconocidos y a que sus maniobras no se descubran al menos antes de concretar sus fines.
En cuanto a los Rothschild, llegaron a tener un enorme poder financiero en varios estados europeos y luego en todo el mundo, acompañando la expansión británica y el ascenso mundial estadounidense.
Por eso, desde que Amschel distribuyó sus hijos por Europa, debieron hacer equilibrio entre Estados a veces en conflicto e incluso en guerra.
No es descabellado pensar que, preventivamente al menos, financiaran en ocasiones a los dos bandos en pugna, como hoy, ya sin secreto, algunas empresas hacen donaciones generosas a todos los partidos con posibilidades de ganar una elección presidencial, para asegurarse favor oficial en cualquier caso. Según el dicho popular, no hay que poner todos los huevos una sola canasta.
Desde que se levantan muros para que no pase la gente y simultáneamente se derriban todas las fronteras para la especulación financiera y la movilidad del capital, es muy fácil para un banquero con intereses en varios países mantener satisfechos a sus gobiernos y mantenerse siempre en la cresta de la ola, ganando por izquierda y por derecha.
Eso se atribuye a los Rothschild desde la revolución francesa y Napoleón hasta la revolución rusa, Hitler y Stalin.
La palanca del poder
Mayer Amschel pasa por ser el autor de una frase que hizo carrera: "Dadme el control sobre la moneda de una nación, y no tendré que preocuparme de los que hacen las leyes." En otras palabras: el que domina las finanzas, domina la política.
Esta idea tuvo una confirmación insuperable con la creación de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
La Reserva Federal marca el paso del mundo entero en materia financiera. No es federal ni es reserva: es una corporación de bancos privados que puede crear dinero sin dar cuentas a nadie, tampoco al gobierno norteamericano, al que tiene asfixiado con una deuda enorme.
El control de la reserva está en manos de un puñado de bancos que la crearon y extienden su dominio a las empresas petroleras, mineras, a la extensión del capital al campo para controlar la alimentación del planeta, la industria farmacéutica, famosa recientemente por la fabricación de vacunas y la salud considerada como un negocio al que tiene derecho el que tiene con qué pagarla.
Como resultado de su política calculada el mundo entero está endeudado con quien tiene poder para crear dinero: La reserva federal y todo lo que depende directa o indirectamente de ella.
Los ideólogos de la Reserva Federal
La creación de la Reserva Federal de los Estados Unidos fue aprobada en Nochebuena de 1913 por legisladores más atentos a las campanadas que a la ley, gracias a un proyecto enviado por el presidente Wilson. Entre ellos estaban el banquero Paul Warburg, prestamista de ambos bandos en la primera guerra mundial y Eugenio Mayer, un miembro de la familia Rothschild.
Max Warburg, hermano de Paul y operador de la banca Rothschild de Frankfurt, fue posiblemente el que entregó al general Ludendorf el dinero que llevó Lenin en una maleta en el tren en que fue devuelto a Rusia desde Suiza, donde estaba exiliado. Los banqueros esperaban el apartamiento de Rusia de la guerra contra Alemania y terminar con la resistencia del zar a permitir bancos extranjeros en su territorio.
El profesor de economía Stuart Crane hizo notar:
“Si uno mira hacia atrás, se da cuenta de que cada guerra habida en Europa durante el siglo XIX, terminaba con el establecimiento de una nueva balanza de poder. Cada vez que se barajaban los naipes, había un balance de poder distinto y un nuevo agrupamiento alrededor de la casa Rothschild en Inglaterra, Francia o Austria [...]Los estados de deuda de las naciones en guerra, generalmente indicaban quién iba a resultar vencedor, y quién iba a ser derrotado”.
¿Casualidad? Cada cual podrá sacar sus conclusiones, pero nadie duda del poder que da el dinero a los que lo tienen, aunque se tenga menos en cuenta la fascinación demoníaca que termina ejerciendo sobre ellos hasta convertirlos en juguetes suyos. Tampoco es dudosa la esclavitud que implica el dinero para los que no lo tienen.
De la Redacción de AIM.
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