"Amerifricanidad" es un neologismo creado por la antropóloga afrobrasileña Lelia González para condensar la intersección de raza, sexo y clase social en las mujeres negras.
Hija de un ferroviario negro de Belo Horizonte y de una empleada doméstica indígena, Lelia nació en 1935 y tuvo 17 hermanos. Pudo estudiar antropología en la universidad de Río de Janeiro y cuando el sistema ya la había aceptado, estaba "blanqueada", descubrió contradicciones y rechazos que la llevaron a militar en el feminismo negro en su país.
La amerifricanidad incluye las relaciones entre “raza” y cultura latinoamericana incorporando el modelo africano, de modo de contener la identidad de la mujer afrodescendiente en América Latina.
En la tarea teórica que respaldó su activismo usó para explicar la cultura brasileña tanto el marxismo como el psicoanálisis y el candomblé africano, que entre los yoruba es el culto religioso a los orishas, hijos de Olorun, una de las manifestaciones de Olodumare.
Angela Davis
Cuando Angela Davis, la "pantera negra" del feminismo estadounidense, visitó Brasil, preguntó por qué necesitaban los brasileños buscar una referencia en los Estados Unidos. "Aprendo más de Lelia González que ustedes de mí”.
Sólo dos libros suyos aparecieron en vida de Lelia, pero ahora se está conociendo el resto de su obra, que se mantiene actual. Su visión del feminismo es multirracial y multicultural, claramente distinta de la eurocéntrica porque incorpora las desigualdades de raza y de clase.
En la presentación de una antología de su obra en 1988 en Bolivia, Lelia dijo que el movimiento de mujeres de América Latina repite prácticas de exclusión y dominación racistas y que las mujeres negras e indias son el testimonio vivo de esa exclusión.
Para ella es "blanco y masculinizante" considerar la división sexual del trabajo sin articularla con el nivel racial, porque así se recae en un racionalismo universal abstracto.
A diferencia del feminismo estadounidense, que como casi todo lo que proviene de aquel país tiene gran aceptación en otras latitudes, Lelia pensó más allá de lo nacional y tomó en cuentra todo el continente, ya en los años 80 del siglo pasado.
La propia Angela Davis no consideró la situación fuera de su país hasta que tiempo después abordó en sus trabajos la cuestión palestina. Angela escribió un ensayo titulado "La libertad es una batalla constante: Ferguson, Palestina y los cimientos de un movimiento" cuando la policía mató en 2014 en la ciudad de Ferguson, Misuri, al joven negro Michel Brown. Por el mismo tiempo se destapaba que la compañía Combined Sistem proveía de armas y gases tanto a la policía estadounidense como a las fuerzas sionistas de ocupación en Gaza y Cisjordania.
Los caminos del fútbol
Uno de los hermanos de Lelia, Jaime de Almeida, fue futbolista destacado del Flamengo, el club más popular del Brasil y el que tiene más "hinchas" en el mundo: 40 millones. El contrato de Jaime para jugar en el equipo titular de un gran club carioca abrió posibilidades impensables a la familia. Lelia se trasladó a Río y trabajó como niñera de los hijos de dirigentes del Flamengo, y pudo también estudiar.
Casamiento y suicidio
Cuenta que mientras estudiaba, sufría un proceso de "lavado de cerebro" que consistía en rechazar a medida que avanzaba su condición de negra En 1964 se casó con el español Luiz Carlos González, al que conoció en la universidad. La familia de Luiz no la aceptó, pero ese rechazo hizo emerger en ella fuerzas hasta entonces latentes que la enfrentaron firmemente al discurso democrático racial.
Luiz se suicidó un año después, cuando ella tenía 30 años. Fue entonces cuando encontró en el psicoanális y el cambomblé las referencias para su obra. Los que la recuerdan de entonces dicen que para ella todo era conocimiento.
La basura aprende a hablar
En "Racismo y sexismo en la cultura brasileña", trabajo de 1980, ubica a los negros en el tarro de basura de la sociedad brasileña "porque así lo determina la lógica de la dominación". Pero luego agrega que en el texto hablará la basura sin problemas. Por esos años circulaba el libro "Dentro y fuera del tarro de la basura" del psicoanalista gestaltista Fritz Perls, que pudo ser la inspiración de su frase.
Lelia trabajó incansablemente en movimientos sociales y políticos contra la dictadura brasileña. Pero la diabetes mellitus que comenzó a padecer le produjo hipertensión, problemas cardíacos y pérdida de peso severa, y finalmente el ataque al corazón del que murió el 10 de julio de 1994. Entonces partió al mundo de Orun, que según la tradición yoruba que ella reavivó corresponde al mundo espiritual, mientras que Aiyé corresponde al mundo físico.
Lelia siempre tuvo en cuenta la espiritualidad africana al menos como base para construir la resistencia en el Brasil, y dentro de ese propósito vinculó el canbomblé con el feminismo.
El candomblé adora figuras femeninas y facilita la emergencia de la mujer en la lucha. Lélia recrea el significado de la madre negra, que para los occidentales era solo una esclava. O dentro del patriarcado era un sujeto sin resistencia, equiparable a un objeto.
Propone figuras de mujeres negras activas, transmisoras de conocimiento y de narrativas. También analizó las mujeres guerreras, muy presentes en la tradición yoruba, como la Reina Nzinga o Luisa Mahin.
De Nzinga proviene el nombre de Angola. Ella fue una mujer portentosa, que enfrentó con las armas a los invasores portugueses en el siglo XVI. Como no encontraron oro, se volcaron a traficar esclavos pero debieron enfrentar a la reina Nzinga durante 40 años.
Luisa Mahin era una esclavizada de la nación Nago, que participó en Bahía de las revueltas de esclavos a principios del siglo XIX. Dice la leyenda que preparaba confituras y enviaba a los chicos que concurrían a comprarlas de vuelta con mensajes a los negros revolucionarios redactados en árabe, para que los portugueses no entendieran.
Para Lelia las mujeres eran esenciales en la comprensión de los liderazgos negros. Por otra parte, insistía mucho en relacionarlas con las madres de los líderes negros, madres que perdieron sus hijos, reconociéndoles un papel importante en la historia. Hacía notar que para la cultura yoruba las mujeres representan la femineidad pero al mismo tiempo la función de guerreras, capaces de construir un mundo y luchar por él.
El candomblé es todavía una religión perseguida en el Brasil, ya no tanto por la policía. El Estado ha dejado esa tarea a cargo de miembros de otras religiones, por ejemplo las evangélicas.
La reaparición de los orishas hacía evidente que una cultura masacrada en el Brasil resistió y fue capaz de ponerse de pie ahora aliada del feminismo
Acto fallido trabalhista
En 1983 se transmitió por televisión un acto del Partido Trabalhista, al que pertenecía. Lo críticó "sin problemas": “El acto fallido con relación a los negros que marcó la presentación del PT me pareció extremamente grave, no solo porque algunos de los oradores que estaban allí tienen una clara ascendencia negra, sino porque se habló de un sueño; un sueño que pretende ser igualitario, democrático, etc., pero que es exclusivo y excluyente. Un sueño europeizantemente europeo”.
El feminismo de Lelia incorpora al sexismo como explicativo de la dominación, pero también el racismo y el clasismo para entender la realidad de las mujeres negras e indígenas. Entendía que el proceso colonial -que no terminó con las guerras de la independencia- produce sujetos racializados y generizados; por eso propuso la noción de "Améfrica Ladina".
Su propuesta llama a observar la existencia de lo que la dominación ha convertido en inexistente, lo que luego se llamará la "ceguera epistemológica" del feminismo. "Con la negación de la realidad pluricultural y multirracial de la región, dice, el feminismo pierde fuerza" y propone analizar los estereotipos de mujeres negras: mulata, mucama, madre negra, empleada doméstica.
Para ella no se puede entender el presente sin analizar los impactos de la larga duración de la trata transatlántica de esclavos, la invasión europea de Abya Yala y el proceso colonial.
Advierte que en medio de la ficción de democracia racial los "sujetos femeninos racializados" han inventado cómo resistir.
Lelia dice que los sujetos negados y pospuestos por el proyecto modernocolonial, construyeron lentamente imaginarios donde las mujeres juegan un papel central; proyectos de sociedad en los que anidan claves para enfrentar la crisis civilizatoria occidental y consolidar el pluriverso.
Ni encuentro de culturas ni contacto armonioso
Lelia y todo el movimiento negro se opusieron al mito de la democracia racial brasileña, que se basaba en el "contacto armonioso" de portugueses, africanos e indígenas, borraba la violencia de esas relaciones y rechazaba la existencia del racismo. Era un símbolo de la identidad nacional brasileña, sustentado en una visión armoniosa de la nación y adoptado por los militares al mando del país, pero también idealizado por los propios brasileños.
La presencia de Zumbi de Palmares
Recordó que el modelo afrobrasileño no estaba ni en África ni en Estados Unidos, sino en las resistencias políticas, culturales, en la memoria del Quilombo dos Palmares, donde los negros liberados bajo la conducción de Zumbí de Palmares mantuvieron independiente durante casi 100 años, en el siglo XVII, un territorio del tamaño de Portugal.
La filosofía
Lelia no ignoraba la importancia de África para los brasileños, sino que planteaba una posible adaptación de principios ancestrales a una realidad nueva, cambiante.
Dio a una lección de realismo a los añorantes de Africa, los que suelen esperar cada dos de febrero, en la fiesta de Yemanjá, la llegada desde Guinea por el océano de una identidad perdida. “África es algo muy diferente de lo que imaginamos, distinta, sobre todo de lo que imaginan los afroamericanos. Tu África es un sueño, no existe. Aquí en Brasil tenemos un África con nosotros, en nuestro cotidiano. En nuestras sambas, en la estructura del candomblé, en la macumba…”.
Pero la recreación en la realidad brasileña del mundo soñado de Africa es posible por el modo de vivir, sentir, pensar y actuar yoruba, por la filosofía bantú.
En 1945 un cura franciscano belga, Placide Tempels, publicó un libro extraordinario, "La filosofía bantú", en que luego de décadas de observación en el Congo expuso conclusiones que revelan en los nativos una capacidad de pensamiento y de abstracción que desorientó y suscitó la incredulidad de los especialistas europeos.
Después las conclusiones de Tempels fueron completadas con las revelaciones que el etnólogo francés Marcel Graule recibió de un viejo cazador dogón ciego, Otogomeli, y por el universitario negro Adeboye Adesanya. Para éste, la filosofía, la teología, la política, la ciencia social, el derecho agrario, la ciencia social, la medicina, el nacimiento y la muerte están entre los yoruba en rigurosa correspondencia, de tal modo que la estructura total se paralizaría si se extrajera una parte.
La filosofía bantú se basa en cuatro categorías fundamentales, que se infieren de una diversificación extrema: muntu (hombre); kintu (cosa); hantu (lugar y tiempo) y kuntu (modalidad)
Los europeos tendieron a identificar según su mentalidad "muzima", que designa al ser humano vivo, con "muntu" que designa al hombre; pero debieron retroceder porque entendieron, como es en todas las doctrinas tradicionales, que existir y vivir no son lo mismo, que se puede ser sin existir y dejar de existir sin dejar de ser. "Muntu", hombre, incluye a los muertos, que viven de otra manera.
En las ruedas de mate de los guaraníes acontece algo similar, en un contexto muy diferente. Ellos participan al amanecer de un rito, en silencio y en concentración profunda. Con el agua caliente circula en ellos el influjo de los antepasados, presentes en las raíces del árbol de la yerba mate y también de la luz que absorbieron las hojas de la planta.
El poeta yoruba Birago Diop lo expone así:
Los muertos no están bajo tierra;
están en el incendio que se calma,
están en las yerbas que lloran,
están en las rocas que berrean,
están en el bosque, en el hogar.
Los muertos no están muertos.
Las herramientas de Lelia
A pesar de que en su reflexión se sirve ante todo del marxismo, reconoció el lugar del canbomblé y la macumba como expresiones genuinas de los afroamericanos, que debían ser respetadas y estudiadas, sobre todo porque los esclavizados eran considerados una masa sin nombre ni cultura, con la fuerza de trabajo como capacidad única.
Y se propuso dar a los colonizados protagonismo en la la transmisión de valores civilizatorios que formaron la cultura americana.
“La mujer negra es la responsable de la formación de un inconsciente cultural afrobrasileño. Transmitió los valores culturales negros; la cultura brasileña es eminentemente negra, este fue su principal papel desde el comienzo”, escribió revirtiendo la imagen tradicional de gente útil solo para el trabajo bruto.
Por el otro lado de la misma cuestión, vio al racismo explícito o implícito en el Brasil, “como la ‘ciencia’ de la superioridad eurocristiana (blanca y patriarcal), que estructuró el modelo ario de significación y sigue orientando la mirada de la producción académica occidental”.
Los abuelos laboriosos
El mito de los orígenes nacionales ha servido en el Uruguay y en la Argentina, según Gonzalo Abella, para exaltar a los "abuelos laboriosos" que llegaron de Italia o España para construir América. Se revela políticamente útil en estos momentos, cuando hay descendientes de aquellos abuelos en la Argentina que quieren crear movimientos de opinión tendentes a expulsar a los inmigrantes actuales, siempre que sean bolivianos o paraguayos. El argumento es que son haraganes, ladrones y drogadictos, y ellos tienen que mantenerlos con subsidios. Sus propíos ancestros, también inmigrantes, se salvan de toda objeción porque eran laboriosos y construyeron la patria.
La alternativa
Con base en las culturas ancestrales, asfixiadas pero no muertas, Lelia trata de construir una sociedad alternativa, decolonial y comunitaria, contra el proyecto de la modernidad occidental, que da signos de agotamiento.
Para empezar, hay que reconocer la vinculación entre la colonialidad y el proyecto de la modernidad, entre la ilustración europea y el modelo occidental de civilización. Y Lelia propone ir por este camino asistidos por un pensamiento fundado en la experiencia histórica y cultural propia, que no repare en cuestionar el proyecto de las elites criollas y sus excrecencias políticas, las izquierdas latinoamericanas.
Lelia hizo notar, en línea con el psiquiatra negro martiniqués Frantz Fanon, que el dominado se aliena al punto de querer parecerse el dominador, sufre un proceso de domesticación en que lo que la conciencia excluye, la memoria incluye. "Una memoria que restituye la historia no escrita, lugar de emergencia de la verdad, un espacio de reconocimiento de un pasado común y violento que se erige como un grito profundo de rebeldía, dignidad y humanidad".
De la Redacción de AIM.
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