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Malvinas: Memoria, Pueblo y Soberanía

Un 2 de abril de memoria y esperanza para los que sueñan con una patria justa.


Los otoños argentinos llevan en su aire una memoria imborrable. Cada 2 de abril, el cielo gris cubre las plazas, los actos y las banderas a media asta, pero en el corazón del pueblo el sentimiento es claro como el azul y blanco que nos une: Malvinas es Argentina. Y esa certeza no la dicta un decreto ni un capricho geográfico. La dicta la historia, la lucha, el sacrificio de los 649 compatriotas que quedaron en el Atlántico Sur y el dolor de los que regresaron para cargar con el olvido y la indiferencia de los poderosos.

Aquel 2 de abril de 1982, la dictadura militar intentó disfrazar su ocaso con una gesta patriótica, empujando a pibes de 18 años a una guerra desigual, improvisada y brutal. La soberbia de los generales que hundieron al país en la represión y el terror también los hizo creer que podían doblegar al imperialismo con discursos vacíos y decisiones desesperadas. Pero entre la ignominia del régimen y la manipulación política, hubo algo genuino: el heroísmo de los soldados, la solidaridad de un pueblo que se volcó a las calles, y una causa que trasciende gobiernos: la soberanía sobre las Islas Malvinas.

Hoy, a 43 años de aquel día, la historia nos obliga a recordar con la cabeza alta y el corazón abierto. Nos convoca a rechazar el olvido al que algunos quieren condenar la memoria colectiva. No son tiempos fáciles para quienes creen en la justicia social, en la integración regional y en un país independiente. La derecha, con su discurso de entrega y sumisión, intenta instalar la idea de que Malvinas es una causa perdida, que hay que "mirar al futuro" y resignarse a la ocupación británica. Que la soberanía se negocia en términos de mercado y que la memoria es un lastre.

Pero el pueblo sabe. Sabe que la lucha por Malvinas no es solo por un pedazo de tierra, sino por la dignidad de una Argentina que no se arrodilla. Que la verdadera soberanía no se mendiga, se construye con trabajo, con políticas de Estado, con memoria y con justicia. Que el honor de los veteranos no se compra con discursos huecos ni con pactos a espaldas de la gente. Que el único camino para recuperar lo que nos pertenece es con la convicción firme de que ningún imperio puede arrebatarnos nuestra identidad.

Las nuevas generaciones no vivieron la guerra, pero heredan la responsabilidad de mantener viva la causa. Porque Malvinas no es solo pasado. Es presente y es futuro. Es el compromiso de no olvidar a quienes volvieron y fueron abandonados por el Estado. Es la lucha por una política exterior que no ceda ante los chantajes de las potencias extranjeras. Es la certeza de que no hay país posible sin justicia, sin memoria, sin soberanía.

Este 2 de abril, la patria no es una palabra vacía. Es el abrazo de una madre a su hijo caído, es el veterano que sigue marchando con los ojos llenos de historia, es la juventud que toma la bandera y sigue adelante. Es el pueblo que, a pesar de todo, nunca se rinde.

De la Redacción de AIM

Malvinas argentinas

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