
Los gobiernos progresistas resisten los embates de las derechas, mientras los pueblos luchan por mayor igualdad y justicia social.
Latinoamérica atraviesa un momento clave en su historia política. La región, marcada por vaivenes entre gobiernos progresistas y oleadas neoliberales, enfrenta hoy un nuevo capítulo de disputa por el rumbo económico y social. Mientras las élites buscan reinstalar viejas recetas de ajuste y privatización, los movimientos populares resisten y construyen alternativas que prioricen el bienestar colectivo sobre las ganancias de unos pocos.
Países como Brasil, Colombia y Chile han impulsado en los últimos años políticas de ampliación de derechos, fortalecimiento del Estado y recuperación de la soberanía económica. Sin embargo, las derechas, aliadas con sectores financieros y mediáticos, buscan frenar estos avances, apelando al miedo, la desinformación y el desgaste institucional. En Argentina, el gobierno de Javier Milei encarna una de las versiones más radicales de esta ofensiva, promoviendo un modelo de ajuste brutal que golpea a las mayorías populares.
A pesar de estos desafíos, la resistencia sigue en pie. La unidad de los sectores progresistas y populares se vuelve clave para defender los derechos conquistados y evitar que los intereses privados definan el destino de nuestras naciones. La historia de América Latina demuestra que los pueblos, con organización y convicción, han logrado frenar las imposiciones externas y construir modelos de desarrollo inclusivos. El futuro de la región dependerá de esa capacidad de lucha y de la decisión de no retroceder frente a la avanzada del neoliberalismo.
En este escenario de disputa, Latinoamérica tiene una oportunidad única: consolidar una integración regional basada en la solidaridad y el desarrollo con justicia social. Es un camino difícil, pero posible. Como tantas veces en la historia, la esperanza y la organización popular serán la clave para definir el destino de nuestros pueblos.
De la Redacción de AIM