Saltar menúes de navegación e información institucional Teclas de acceso rápido

El clima hoy en:

-

- -

El dólar hoy: (BCRA)

$859,0 / $899,0

Caleidoscopio
Caleidoscopio

La anglosfera en dificultades

Hace seis décadas tomó cuerpo político en los Estados Unidos el movimiento neoconservador, hasta entonces sólo intelectual; los "neocons" colonizaron puestos clave en las administraciones sucesivas, tanto demócratas como republicanas, con intención de imponer sus intereses en todo el mundo, si es preciso por la fuerza.

Neocon es la actitud imperial detrás de las "guerras preventivas" como las de Serbia en 1999, Afganistán en 2001, Iraq en 2003, Siria y Libia en 2011 y tras las "revoluciones de colores" en países desmembrados de la ex Unión Soviética.

Según el economista estadounidense Jeffrey Sachs, profesor en Harvard, la guerra de Ucrania "es el último desastre provocado por los neoconservadores".
Para Sachs, la guerra de Ucrania es la coronación de un proyecto de tres décadas del movimiento "neocon" estadounidense, un fundamentalismo imperial decorado con argumentos humanitarios y religiosos, y con la democracia como espolón de proa.

El movimiento surgió de un grupo de intelectuales que seguían al politólogo alemán de confesión judía Leo Strauss, profesor de la Universidad de Chicago hasta 1968. De esas fuentes proviene Victoria Nuland, actual subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, esposa de Robert Kagan y nuera de uno de los fundadores del movimiento, Donald Kagan.

Nuland pasó a la notoriedad pública cuando en 2014, durante una visita a Kiev, en diálogo con el embajador estadounidense en Ucrania dijo "que se joda la Unión Europea".
El necocon Robert Kagan, esposo de Nuland, dio argumentos en 2006 para la intervención de su país en Ucrania. Sostenía que Rusia y China ven en las revoluciones de colores en los países satélites de la ex Unión Soviética solo golpes de Estado respaldados por Occidente; pero el interés estadounidense es mostrar que son en realidad "la satisfactoria liberalización de Ucrania, instada y respaldada por las democracias occidentales, el preludio de la incorporación de dicha nación a la Otan y la Unión Europea, o dicho de otro modo, la expansión de la hegemonía liberal occidental".

Futuro borrascoso
La presión anglosajona sobre Rusia asumió desde hace por lo menos una década la forma de guerra financiera y económica; pero Moscú se preparó para las hostilidades armadas desarrollando su autonomía en el sector agrícola y multiplicando sus alianzas internacionales.

La ofensiva de los anglosfera por mantener el control del mundo ante potencias emergentes se orientó en dos direcciones: la creación del "Medio Oriente Ampliado" (Greater Middle East) –con los ataques simultáneos contra Iraq, Siria, Líbano y Palestina, que en parte han tenido éxito y en parte fracasaron– y el proceso dirigido a separar a Rusia de la Unión Europea mediante la crisis organizada por Washington en Ucrania.

Ya a principios del siglo XX el Imperio Británico veía con preocupación la alianza de Alemania con Rusia, siguiendo ideas del geógrafo Halford Mackinder. Durante la guerra iniciada en 1939, los Estados Unidos esperaron a que rusos y alemanes se destruyeran mutuamente antes de abrir el "segundo frente".

En una carrera desatada hace una década, Washington quiso imponer el dólar como única moneda en el mercado del gas, la fuente de energía del siglo XXI, como ya había hecho Nixon en el mercado del petróleo con el "petrodólar".

Ese fue el propósito de la voladura del gasoducto Nord Stream II, preanunciada por el presidente Joe Biden, que obligó a Alemania a comprar gas tres veces más caro que el ruso y puso en crisis su economía.

La prensa se despereza
Los medios de prensa occidentales casi no hablaban de la guerra del Donbass declarada ya en 2014, y que había provocado 14.000 muertos hasta la invasión rusa de 2022.

La población de los países occidentales, gracias al silencio de su prensa, no sabía nada de la envergadura de los combates, de la cantidad de víctimas civiles ni de la ola de refugiados.

Los que controlan las puertas de la propaganda las abrieron cuando Rusia lanzó su "operación especial". Los medios de la prensa occidentales sí mencionaban, con retraso, los acontecimientos del Magreb y el Levante, pero los presentaban como resultado de una supuesta "primavera árabe" o como el efecto destructivo de una civilización naturalmente violenta. E invitaban a acudir en ayuda de los árabes, incapaces de vivir en paz sin los colonizadores occidentales.

Identificar al enemigo
Rusia era vista por la angloesfera como la principal potencia capaz de encabezar la resistencia frente al imperialismo anglosajón, cuando todavía China se mantenía en apariencia débil y sumisa. Entendían que Rusia disponía de tres herramientas: los Brics, una alianza de rivales económicos; la Organización de Cooperación de Shanghai, una alianza estratégica con China; y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza militar de Estados ex soviéticos.

En la cumbre de Fortaleza (Brasil) en 2014, los Brics anunciaron la creación de un Fondo de Reserva Monetaria –principalmente chino– y de un banco Brics como alternativas al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial, o sea como alternativa al sistema-dólar, al que pusieron en jaque impulsando un desdoblamiento totalmente inaceptable para el imperio anglosajón.

Dos días después del anuncio de los Brics, Estados Unidos acusó a Rusia de haber destruido el vuelo MH17 de la Malaysia Airlines sobre la región de Donbass, en que murieron 298 personas. Era una suposición arbitraria que permitió a los Estados Unidos imponer a los europeos una guerra económica contra Rusia, inicio de una serie de actitudes de extrema dependencia a que la Unión Europea fue inducida hasta ahora.

Rusia denunció ya entonces que los dirigentes europeos no trabajaban por los intereses de sus pueblos sino que respondían a órdenes o sugerencias estadounidenses. Rusia no entró en guerra con Ucrania hasta que las "maniobras" militares incesantes de la Otan en el Báltico y en el Mar Negro se convirtieron en provocaciones muy evidentes.

Ante la guerra económica, continuada después del inicio de las operaciones militares con 11.000 sanciones, Moscú respondió con medidas similares en la agricultura. Rusia se preparaba para la guerra con intenciones de reconstituir completamente su agricultura para lograr la autosuficiencia.

Planes puestos a prueba
Los anglosajones preveían minar a Rusia desde adentro. Primeramente, mediante la activación, a través del Emirato Islámico (ex EIIL), de grupos terroristas en el seno de su población musulmana y también organizando una oposición mediática en ocasión de elecciones municipales.

Para lograrlo Washington nombró en julio de 2014 un nuevo embajador en Moscú: John Tefft, el mismo que preparó la "revolución de las rosas" en Georgia. También intentaron sin éxito reclutar al ex presidente ruso Dmitri Medvédev, que tendría la misión de derrocar a Putin.

Moscú se movió entonces para que la China acepte la incorporación de la India a la Organización de Cooperación de Shanghai. Así se pondría fin a un conflicto de siglos entre la India y China, que tienen entre ambas casi la mitad de la población del mundo, y quedarían implicadas en un bloque económico y militar.
Washington esperaba distanciar a la India de Rusia, pero no le fue posible antes de la actual guerra de Ucrania.

La entrada de esos países a la Organización de Shangai marcó el inicio de un cambio de rumbo del mundo, la declinación indisimulable de la hegemonía estadounidense, algo que nunca debía ocurrir y no ocurre para los neocons. Es una evolución que tiene protección militar de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza clásica, compatible con la Carta de las Naciones Unidas ya que cada uno de sus miembros conserva la posibilidad de separarse si lo desea.
De la Redacción de AIM.

neocons movimiento conservador estados unidos Guerra ucrania

Dejá tu comentario sobre esta nota

Artículos Relacionados

Teclas de acceso