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Caleidoscopio
Caleidoscopio

La cosecha de mujeres

La banda de música tropical Los Wawancó cantaba hace alrededor de 30 años: "Se acaba la papa, se acaba el maíz/ Se acaban los mangos/ se acaban los tomates/ Se acaban las ciruelas, se acaban melones/ Se acaba la sandía y se acaba el aguacate/ Y la cosecha de mujeres nunca se acaba".

Pasando de un terreno caliente y alegre a otro solemne y tieso, los expertos advierten que algo se acaba, que la humanidad, cuando ronda ya los 8000 millones de individuos, puede sufrir un desequilibrio de número entre los sexos que favorezca el surgimiento de "países de solteros" en competencia para hallar esposa, lo que los volvería inestables, con tendencia creciente a la violencia.

El demógrafo francés Christophe Guilmoto, autor de "Migración y desarrollo" denomina "masculinización alarmante" a este fenómeno, que ya advierte en países como India o China, donde hay abortos cuando el feto es femenino.

Otros expertos creen que en tres o cuatro décadas más la escasez de mujeres tendrá un impacto en la sociedad similar al del calentamiento global, un fenómeno invisible pero real.

La naturaleza ofrece cifras invariables: nacen entre 104 y 106 niños por cada 100 niñas y cualquier cambio de esta relación se debe a factores anormales.

En India y Vietnam la cifra es de alrededor 112 niños por 100 niñas. En China, la proporción se eleva a casi 120 por 100, cuando no es de 130 niños por 100 niñas en algunas regiones.

Esta tendencia se extiende: en Azerbaiyán, Georgia, Armenia, la relación entre los nacimientos de más de 115 niños por 100 niñas. En Serbia y Bosnia se constata el mismo fenómeno.

En 1990 un premio Nobel indio, el economista Amartya Sen, publicó un artículo con un título contundente: "Más de 100 millones de mujeres han desaparecido".

Los demógrafos calculan que esta cifra ahora está por encima de los 160 millones y es el resultado de la preferencia por el varón, del descenso de la fecundidad y, sobre todo de las ecografías a las embarazadas, que permiten abortar cuando se trata de una niña.

Aunque la proporción en los nacimientos volviera a la normalidad en la próxima década en la India y China, los países más poblados del planeta, que juntos tienen casi el 40% de todos los seres humanos, Guilmoto estima que en ambos países, el matrimonio será por varias décadas un dolor de cabeza para los hombres.

"No sólo esos hombres tendrán que casarse a una edad más avanzada, sino que corren el riesgo de quedarse solteros en países donde casi todo el mundo se las arreglaba para encontrar mujer".

Algunos creen que este nuevo contexto podría aumentar la poliandria (una mujer con varios maridos) y el turismo sexual, mientras que otros prevén escenarios catastróficos, en los que la depredación sexual, la violencia y los conflictos podrían ser las nuevas normas sociales.

Hace unos años, las politólogas Valerie Hudson y Andrea den Boer advirtieron que los países asiáticos poblados mayoritariamente por hombres representaban una amenaza para Occidente.

Según ellas, "las sociedades con una fuerte desproporción entre hombres y mujeres sólo pueden ser gobernadas por regímenes autoritarios capaces de suprimir la violencia en su propio país y de exportarla al extranjero por medio de la colonización o la guerra".

Mara Hvistendahl, periodista estadounidense de la revista Science, es autora de un ensayo titulado 'Selección no natural', donde objetó que el riesgo de guerras a gran escala es poco probable, opinión que se fundaba en que la India es una democracia. Los hechos no parecen convalidar esa opinión, basada en la confianza que merece el sistema político imperante.

Admite sin embargo que "históricamente, las sociedades donde el número de los hombres supera al de las mujeres no son agradables para vivir", evocando los riesgos de inestabilidad y violencia.

Las Naciones Unidas han advertido sobre una correlación entre la escasez de mujeres y un aumento del tráfico sexual o la migración de poblaciones en búsqueda del matrimonio.

Las soluciones al problema por el momento no abundan. En opinión de Guilmoto, la prioridad ahora es asegurarse de que el problema sea de conocimiento público, y no sólo en los países emergentes. "En Europa oriental, la gente no tiene la menor idea de lo que está pasando", advertía antes de la guerra de Ucrania.

Sociedad de mujeres solas
En "Nuestra Raíz Charrúa" el historiador uruguayo Gonzalo Abella informa sobre un hecho que pudo constatar hace años en una zona rural de su país, cerca de Entre Ríos, relatada por viejos de la zona.

"Al norte del Río Negro oriental, en el poblado de Sacachispas, hay descendientes de reagrupamientos familiares guaraníes cristianos expulsados de San Borja del Yi" (por Fructuoso Rivera en la década de 1830).

En Chircas, un pueblo cercano, "los hombres se fueron yendo y quedaron las mujeres, guerreras y rebeldes, que impulsaban a sus hijos varones de 15 ó más años a emprender el camino y buscar otros horizontes. "¿Macho acá? Solo para preñar y se va" pasó a ser el lema de aquella mujeres de Chircas. Eran esquiladoras, troperas y domadoras, eventualmente matreras y lanceras insurrectas; no eran tiernas, eran mujeres de revólver al cinto y facón en los riñones que integraban a veces comparsas de esquiladoras.

Cuando la necesidad fue obligando a los hombres a dejar el pago, las mujeres se habituaron a su nueva vida y obligaron a sus hijos varones a dejarlas solas, una vez que cumplían la única misión que no podían sin ellos: la reproducción. Se formaba entonces una especie de liga femenina o de sociedad de mujeres como las que se han referido en casi todas partes del mundo.

En la sociedad que formaban la única misión del varón era la insustituible en la reproducción; una vez cumplida, lo único que le quedaba, según el mandato matriarcal, era "encontrar camino" e irse.

La imagen que Abella transmite de aquella sociedad muestra casi como contemporáneas a mujeres como las que la investigación actual supone eran las mujeres paleolíticas. No habrían sido solo recolectoras mientras los hombres eran cazadores, sino que habrían fabricado las armas y participado en las partidas de caza en igualdad con los varones.

Una mirada al fondo de la historia
El relato de Abella sería un ejemplo moderno en el campo oriental de una sociedad ginecocrática como las que el profesor y jurista suizo Juan Jabobo Bachofen desenterró de la prehistoria, antes de que el matriarcado fuera desplazado por el patriarcado.

La declinación del porcentaje de mujeres en la sociedad contemporánea llevaría según los analistas que se ciñen a datos verificables y a tendencias observables a exportar los problemas al extranjero y a la colonización y la guerra.

Es sin duda lo que hacen las grandes potencias actuales sin necesidad de problemas de desequilibrio demográfico, poniendo por ejemplo en el extranjero el origen de la drogadicción propia y amenazando con ejércitos e invasiones a otros países para resolver un problema del país propio.

Es posible que la merma en la proporción de mujeres en el mundo moderno esconda algo que no ven los demógrafos y no se limite a favorecer la violencia; es decir, a algo que no está determinado por las cuestiones políticas o económicas que predominan en los análisis modernos.

El filósofo alemán Walter Benjamin dice de Bachofen que fue el descubridor de la ginecocracia, el "profeta" del retorno de las Madres en la segunda mitad del siglo XIX. "Como un volcán, cuyo potente cono ha sido provocado por fuerzas subterráneas, que desde entonces han dormitado mucho tiempo, la obra de Bachofen ha representado una masa imponente, y sin embargo apagada"

Echando una mirada diferente sobre un problema recurrente que parece haber acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, Bachofen se basa en la interpretación de los mitos, en particular los grecolatinos pero también los orientales e incluso los de los Incas, para abonar su tesis de que el patriarcado es posterior al matriarcado, al que llama "la poesía de la historia".

Bachofen elaboró una interpretación de la prehistoria que rechazaba las ideas sugeridas por el sentido común de su tiempo sobre los orígenes de la religión y de la sociedad.

Su interpretación quedó relegada, casi olvidada, pero como pone en primer plano fuerzas irracionales en su significado cívico y metafísico, fue interesante para los teóricos fascistas; y también atrajo a pensadores marxistas, entre ellos a Federico Engels, por su evocación de una forma de sociedad comunista en los comienzos de la historia.

Las "fuerzas irracionales" que Bachofen vio en acción se hicieron evidentes en el último decenio del siglo XIX y fueron desde el marxismo al psicoanálisis, al movimiento feminista y al fascismo.

Antes de Bachofen, la mujer reapareció en la literatura, que es capaz de interpretar las fuerzas que agitan el subsuelo social.

En el Fausto de Goethe, Mefistófeles dice: "Mal de mi agrado descubro el sublime misterio. Hay unas diosas augustas que reinan en la soledad. En torno de ellas no hay espacio y menos aún tiempo. Hablar de ellas es un trabajo. Son las madres.

Fausto: ¡Las Madres!
Mefistófeles: ¿Eso te espanta?
Fausto: ¡Las Madres! ¡Las Madres! ¡Suena eso de un modo tan extraño!
Mefistófeles: Y lo es en realidad. Diosas desconocidas para vosotros los mortales, y que nosotros nunca nombramos de buen talante. Para descubrir su morada, puedes cavar hasta lo más profundo
Y Fausto se hunde en el reino subterráneo de las Madres, donde encuentra a Helena, que representa la belleza, la razón y el bien, valores que la modernidad ha hecho subalternos de los intereses económicos y políticos.

Golovin: El final de la masculinidad
Un siglo después de Goethe estamos frente a Eugenio Golovin, un filósofo ruso casi desconocido que expuso el final cíclico de la masculinidad, vencida por las "diosas desconocidas" que menciona Goethe.

Para Golovin, "incluso con la barba canosa o con la musculatura muy desarrollada en el gimnasio, el hombre seguirá siendo un niño, dependiente totalmente de los caprichos de la “gran madre”.

Obligando al espíritu a resolver problemas pragmáticos, agotando el alma con la vanidad y la lascivia, siempre se arrastrará hasta las rodillas de la "gran madre" buscando consolación, ánimo y cariño.

Esta visión de Golovin, lúgubre, mítica e irracional, responde no obstante a la valoración que Walter Benjamín hizo de las fuerzas que reveló Bachofen. La “gran madre”, la "Gran Diosa", no es la Eva patriarcal, sino la creación siniestra de la oscuridad eterna, pariente próxima del caos primordial.

Con el nombre de Afrodita Pandemos envenena la sangre masculina con la pesadilla sexual, con el nombre de Cibeles lo amenaza con la castración y la locura y lo arrastra al suicidio.

La mitología en que Golovin nos considera insertos sumerge en ella también a las doctrinas racionalistas y ateas. Para él, el ateísmo es una teología negativa, asimilada de manera acrítica y a veces inconsciente.

El ateo cree ingenuamente en el poder total de la razón como instrumento fálico, capaz de penetrar hasta donde se quiera en las profundidades de la “madre-naturaleza”.

Sucesivamente admirando la “sorprendente armonía que reina en la naturaleza” e indignándose ante las “fuerzas elementales, ciegas de la naturaleza” es como un niño mimado que quiere recibir de ella todo sin dar nada a cambio.

Está asustado ante las catástrofes ecológicas y la perspectiva de ser trasladado en un futuro próximo a otros planetas, y apela tarde a la compasión y el humanismo.

El “sol de la razón” es apenas el fuego fatuo del pantano, y el instrumento fálico no es más que un juguete en las depredadoras manos de la “gran madre”. Nadie debe acercarse al principio femenino que crea y que también mata con la misma intensidad.

“Dama Natura” exige mantener la distancia y la veneración. Lo entendían bien nuestros antepasados. Ellos ponían en los caminos la imagen del dios Término y escribían en las columnas de Hércules “non plus ultra”.

Ahora, de vuelta en la ginecocracia, aceptar es el único camino del hombre auténtico mientras declina, como Juan el Bautista ante Jesús, para que crezcan ellas.
De la Redacción de AIM.

Fausto madres sol de la razón Juan Bautista Jesús

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