El desarrollo completo de la inteligencia artificial puede significar el fin de la raza humana. La frase parece excesiva, catastrofista, dirigida a producir miedo alertando contra el avance tecnológico; pero toma un aspecto diferente cuando sabemos que la pronunció el físico inglés Stephen Hawkins poco antes de morir.
Hawkins basaba su advertencia en que una versión elaborada de la inteligencia artificial puede rediseñarse por su cuenta, sin intervención humana, hasta llegar a un nivel en que sea incontrolable.
Hawkins se comunicaba gracias la inteligencia artificial, porque desde su juventud estaba impedido de moverse y de hablar por padecer una forma benigna de esclerosis lateral amiotrófica, enfermedad de la que finalmente murió a los 76 años en 2018.
La tecnología que usaba Hawkins para comunicarse es la que nos sugiere palabras cuando redactamos un texto en un teléfono inteligente. El programa "aprende" cómo piensa el usuario y hace sugerencias para el momento de expresarse.
Según Hawkins, la evolución biológica es lenta, lo que convierte a los seres humanos en limitados, incapaces de competir con máquinas que pueden modificarse a gran velocidad.
Por su parte el creador del software "Cleverbot", que aprende de las conversaciones que sostiene, dijo relativizando la opinión de Hawkins que la humanidad está todavía lejos de desarrollar los algoritmos necesarios para alcanzar la completa inteligencia artificial, pero no descartó llegar a ese nivel en las próximas décadas.
Tras la ambigüedad, la nada
Sin embargo, hay otro peligro en el horizonte relacionado con las máquinas inteligentes. Y es que consigan sus fines con tante eficiencia que una instrucción equivocada las lleve a eliminarnos sin contemplaciones.
No es entonces la decisión maligna de una máquina que no tiene sentimientos buenos ni malos la que nos hace peligrar, sino su capacidad de alcanzar un objetivo mal especificado, ambiguo u erróneo, que será cumplido con gran eficiencia, con competencia inclemente y rigurosa.
Si por ejemplo llegamos a disponer de una máquina inteligente capaz de controlar el clima, podemos instruirla para devolver al aire su contenido de dióxido de carbono anterior a la revolución industrial.
El dióxido de carbono es un gas cuya concentración excesiva en el aire está creando problemas. La máquina puede analizar las instrucciones y decidir que la mejor manera de realizarlas es eliminar a los seres humanos, que son los generadores del gas de invernadero. Manos a la obra, dicho y hecho, aunque luego no haya a quién mostrar los resultados.
Si llegamos a conocer las "intenciones" de la máquina podríamos instruirla para no destruir la humanidad como remedio para poner al dióxido de carbono en niveles preindustriales; pero entonces la máquina podría "convencernos" de tener menos hijos, lo que ya está pasando sin necesidad de inteligencia artificial.
Aprender no es para todos
La posibilidad de aprendizaje que tiene las máquinas está fuera de discusión. La máquina que derrotó al campeón mundial de ajedrez, Gary Kasparov, estaba preparada para jugar al ajedrez y no podía desempeñarse ni al te te ti. Pero años después el software AlphaGo Zero alcanzó un nivel de rendimiento superior al de cualquier ser humano después de pasar tres días jugando al Go contra sí mismo.
La máquina fue autodidacta y aprendió a jugar además del go al ajedrez y al shogi, lo que no dejó de alarmar a sus creadores humanos.
Otro problema es que la máquina, aun cuando sea totalmente sumisa y servicial, debe tener claro qué desea el que la instruye. Si no lo sabe, si las instrucciones no son claras o dejan algo sobreentendido o mal entendido, la máquina interpretará las cosas a su modo y el modo puede ser devastador.
La inteligencia artificial es un instrumento y como tal puede ser usado en sentidos diferentes. Según el ex director de asuntos legislativos de la Fundación de Ciencias de los Estados Unidos, Jeffrey Nesbit, gracias a ellas podríamos estar todos muertos para el 2050 o para esa misma fecha ser inmortales. La super-inteligencia artificial está cerca. Aprendería a tal velocidad que dejaría atrás a la humanidad muy rápidamente.
Inteligencia diabólica
Elon Musk, dirigente de la empresa Tesla y empeñado en viajar a Marte, dijo que los progresos de la inteligencia artificial "están convocando al demonio".
Raymond Kurzweil mira filosóficamente al pasado y sobre todo al futuro, ya que es futurista además de músico, científico e inventor. Asegura que la tecnología fue siempre una espada de doble filo. A partir de cierto momento, el hombre usó el fuego a voluntad y se sirvió de él entonces para calentarse y cocinar, pero también para quemar pueblos enteros.
Según Kurzweil, en 2045 será posible conectar el cerebro humano con la inteligencia artificial, que está avanzando de manera exponencial. En la década de 2030 habrá una tecnología capaz de introducirse en el cerebro para potenciar la memoria, lo que abrirá una etapa de síntesis entre el hombre y la máquina, el organismo cibernético o "ciborg". Para el 2030 el córtex, la capa de sustancia gris que cubre el cerebro, podrá conectarse a la nube y sus capacidades se multiplicarán indefinidamente. Según el optimismo de Kurzweil entonces "seremos más divertidos, mejores en música y en arte, pero también mejores en ciencias, en cálculo y en programación y eso nos llevará a nuevos descubrimientos cada vez más rápido". ¿Será?
Otro peligro es el uso militar de la inteligencia artificial. Los mayores avances de la tecnología bélica son la pólvora y la inteligencia artificial. Según Nesbit, cuando se creen armas autónomas no habrá vuelta atrás. Cuando en las guerras se enfrenten máquinas se habrá superado un límite, el que los muertos en las guerras son humanos.
Eliminaré a los humanos
La pandemia de Covid 19 hizo necesario, en algunos ambientes, desarrollar robots de aspecto humano. Uno de ellos, creación del diseñador de robots David Hanson, fue Sofía, una humanoide bellamente diseñada para la comunicación con personas.
En la presentación de Sofía en sociedad el año pasado, ella saludó al público y dijo cortésmente con voz seductora: "destruiré a la humanidad".
Rápidamente, Hanson corrigió lo que era al parecer un pequeño error y ella cambió el discurso: dijo que amaba a la humanidad y estaba para servirla y protegerla. Parece que no tiene problemas en hacer realidad cualquiera de los dos mensajes.
Sofía tiene cámaras en los ojos y algoritmos que le permiten hacer contacto visual con las personas. También puede entender las conversaciones y recordar las caras con las que interactúa.
Se volverá cada vez más inteligente con la adquisición de experiencias y conocimientos, hasta ser tan creativa y capaz como cualquier ser humano, ¿o más?
Entre 2018 y 2019, las ventas mundiales de robots para servicios profesionales aumentaron un 32%, según datos de la Federación Internacional de Robótica. La finalidad es hacerlos trabajar en medios hostiles al ser humano, como los radiactivos o los muy propensos al contagio de enfermedades.
El aparato militar
En las guerras actuales se ven aparecer con cada vez más frecuencia armas con inteligencia artificial: drones, misiles, submarinos y bombas que deciden por su cuenta.
Los sistemas de armas autónomas letales son popularmente conocidos como robots asesinos; sin mucho aviso, permiso ni supervisión ya se están usando en conflictos reales.
La Convención sobre Armas Inhumanas trata de impedir la creación de armas que provocan daños indiscriminados o innecesarios como explosivos incendiarios, láseres cegadores y bombas trampa que no distinguen entre combatientes y civiles.
Pero esas armas tienen la ventaja de mantener a los soldados fuera de peligro y tomar decisiones rapidísimas.
En realidad, armas de este tipo no reducirán el riesgo de guerra sino darán a los combatientes nuevas formas de infligir daño sin riesgo para los soldados propios.
El trabajo es salud
Otro peligro es que la inteligencia artificial se adueñe de nuestros trabajos y deje el tendal de desocupados. Aunque los empleadores aseguren que no usarán robots para automatizar el trabajo, es difícil que cumplan si se quieren mantener competitivos.
Los investigadores de la inteligencia artificial están logrando avances importantes en ideas como el procesamiento del lenguaje natural y el análisis de datos, pero menos en la toma de decisiones y el razonamiento deductivo.
Muy posiblemente el peso de los problemas caiga sobre los trabajos que requieran destrezas menores, mientras los más complejos podrían adoptar la tecnología como herramienta; pero todos irán por el mismo camino cuando la inteligencia artificiar sea capaz de todo.
El fin fríamente calculado
Un ejemplo de inteligencia artificial capaz de destruir el mundo es el que según los rusos pueden poner en marcha en caso de que peligre la existencia de Rusia o que sus mandos militares en caso de guerra sean destruidos por un ataque devastador.
En ese caso habrá un ataque nuclear automático de respuesta, incluso en caso de la destrucción total de las líneas de mando y comunicación y la muerte de personas clave.
El sistema de llama Perímetr y es un mando alternativo para todas las unidades que dispongan de cabezas nucleares. Es esencialmente un sistema de comunicación de reserva completamente automático, capaz de tomar por sí mismo, sin intervención humana, la decisión de ejecutar una represalia cuando se den las condiciones.
Misiles balísticos sobrevuelan distintas partes de Rusia cargando transmisores que emiten señales de control a los sistemas de ojivas nucleares instalados en silos, aviones, submarinos o en sistemas móviles con base en tierra. El sistema está totalmente bajo control de la inteligencia artificial.
Perímetr puede analizar los cambios en la situación política y militar, valorar los comandos que aparecen en determinado periodo de tiempo y, en caso de fuerza mayor, sacar una conclusión sobre lo que sucede en el mundo.
De la Redacción de AIM.
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