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Caleidoscopio
Caleidoscopio

Las creencias no se mueren

Los negreros europeos trajeron esclavizados del África a América para hacerlos trabajar en condiciones terribles. No les interesaba más que la fuerza de trabajo, que compraban de una vez hasta la muerte, y solo la ponían en relación con el costo. Pero los esclavizados no eran solo brazos, sudor y sangre. Con ellos vinieron ideas, creencias, cosmovisiones, que influyeron e influyen sobre el pensamiento y la conducta de los americanos, mucho en los países que han mantenido su población negra, como el Brasil o Cuba, quizá menos en la Argentina, donde los negros se diluyeron en la población europea,"europoide" o autóctona.

La influencia de los esclavos africanos es fuerte pero no tiene todavía reconocimiento sino más bien desestimación. Sin embargo, hay huellas de africanos en la población mestiza y sobre todo en la música, la religión, el folklore y el vocabulario.

Las religiones africanas se mantuvieron mezcladas con el cristianismo en el Brasil y en los últimos tiempos han irradiado desde allí a los demás países sudamericanos hasta ser aceptadas incluso por las clases medias urbanas. Hoy la religiosidad afroamericana es la mas fuerte del continente.

Las religiones afroamericanas derivan de las que vinieron con los esclavizados sobre todo los Yoruba los Ewe. Se mezclaron con elementos católicos de los invasores y colonizadores españoles y portugueses y en alguna medida las creencias de los pueblos originarios.

En Cuba, el sincretismo dio lugar a la santería y el palo monte o mayombe; al vudú en Haití; el shango en Trinidad y Granada y las el candomblé de Bahía, el tambor de minas de Maranhão, el xangô de Recife, el catimbó de la Amazonia, el batuque de Porto Alegre y la umbanda de Río de Janeiro, quizá la más difundida de todas.
José Ingenieros, con su espíritu positivista a cuestas, narra en su libro "La locura en la Argentina" haber presenciado en 1893 un "baile del santo" una ceremonia sobreviviente de los negros argentinos a la que asistió invitado por una mujer negra. Todo eso se perdió y hoy lo que hay es traído del Uruguay o del Brasil.

Hay en nuestro país alrededor de 400 templos de cultos afrobrasileños, que tienen la inquina del catolicismo, que como siempre, sigue viendo el diablo en ellos, ahora vinculado con otros peligros anexos, pero políticos.

Umbanda es el nombre genérico de cultos sincréticos, en general condenados con prontitud y entendidos con lentitud, que se llamaban hasta hace algunas décadas "macumba" con connotaciones exóticas y folclóricas, y a veces también satánicas, en las ciudades del litoral marítimo brasileño.

El secreto obligado en que los esclavizados debían mantener sus creencias permite entender que sus religiones que eran parte de su cultura en África fueran consideradas "sectas" en América, por los esclavistas, los gobiernos, los intelectuales e incluso estudiosos eurocéntricos. Estos estaban dispuestos a considerar religiones sólo a las del tronco siríaco semítico, y "magia", "animismo", hechicería o superstición al resto.

Se señala que desde 1863 el espiritismo europeo, sobre todo en la variante de Allan Kardec, tuvo acogida en los barrios marginales de las ciudades brasileñas, donde se mezcló con creencias anteriores para dar como resultado la macumba, con templos y ritual.

La comunicación con los espíritus originada en las teorías ocultistas europeas derivó rápidamente al culto de los orixas, las divinidades persistentes del Africa.
El sincretismo permite al umbandismo acoger todo tipo de creencia dentro de una unidad de origen africano y respetar la diversidad sin tratar de imponer una fe exclusiva.
Pero las raíces determinan en esencia lo que ha de ser el árbol y los ritos del candomblé y yorubas, nunca olvidados, vuelven en un clima menos cerrado porque el secreto ya no es tan necesario y reaparecen los antiguos sentidos, que van mucho más allá del animismo con que convencionalmente se los englobaba.


El origen de las sectas se pierde en las edades legendarias de las que no hay datos ciertos. No son racionales ni pueden ser ordenadas en el sentido del tiempo lineal. Algunas conocidas desde la prehistoria han desaparecido, pero en su lugar hay otras con los mismos temas, las mismas creencias, las mismas "locuras".
Cualquier actividad humana, sobre todo los cultos, hierofantías o adoraciones, se pudo constituir en torno a una sociedad que en ciertas condiciones se convierte en "secreta", con tendencia a "mejorar" a los demás.

Entre las creencias más antiguas están la Diosa Madre, que intenta reflotar el feminismo para hacerla militar a favor de sus fines políticos actuales, y también el Alma del Viento, la Piedra o el Árbol.

Sin embargo, es tan poco lo que queda de aquello y tan fácil resbalar sin proponérselo hacia una interpretación "moderna" que es mejor suspender el juicio y admitir que no sabemos.

Las sectas explicadas
El concepto de secta fue elaborado entre los primeros por Max Weber, nacionalista alemán y uno de los padres de la sociología, que lo separó y opuso al de "iglesia" o creencia religiosa. Para Weber la iglesia es la comunidad de creyentes, santos y pecadores, justos o injustos. La secta, en cambio, no admite sino adeptos comprometidos.
En la secta se ingresa voluntariamente y se admite solo a quienes lo merezcan a los ojos de los líderes, pero en la iglesia entra cualquiera sin condiciones. Es claro que Weber tenía en mente la religión cristiana, en particular la protestante, como punto de referencia y su definición es algo restrictiva. Quizá porque se propuso entender cómo se podía sustentar el nacionalismo y la expansión de Alemania del Segundo Reich y se fundó en el carisma como "irracionalidad ética", donde el sectarismo aparece de la mano de la política.

Actualmente se viene produciendo una proliferación de sectas, algunas verdaderamente criminales, porque las estructuras sectarias se han hecho aptas para los fines de estados poderosos que han visto en ellas un modo relativamente sencillo y económico de llevar adelante sus políticas de debilitar a los adversarios y dominar las conciencias.

Un ejemplo es el destino de la masonería, que de sociedad iniciática que fue en la Edad Media europea y mucho antes, al producirse la eclosión capitalista perdió su fundamento interior y se convirtió paulatinamente en una cáscara, literalmente una "superstición", útil en adelante a la difusión del interés del imperio británico en el mundo.
El teólogo católico argentino Osvaldo Santagada da al concepto de secta un significado muy restringido, puramente ocasional y "moderno" vinculado a un interés imperial contrario al del Vaticano, que tiene a su vez aspectos sectarios bien definidos. Por ejemplo aquello de que fuera de la oferta doctrinal católica "no hay salvación" y no fue ajeno a la causa de un imperio, el español en América.

Otra definición, aplicable a las condiciones modernas, es el de un conjunto de personas reunidos en torno a una doctrina con un líder, escindidos de otra estructura mayor. Esta definición apenas diferencia de las sectas a grupos o partidos políticos que por sectarios que sean en las intenciones, no quieren ser confundidos con ellas debido a la idea que se forman de sí mismos.

La variante destructiva de las sectas es la que más preocupa, al punto que cuando se oye "secta" o "sectario" se piense en ellas exclusivamente.
Son las que usan técnicas coercitivas que propician la destrucción de la personalidad anterior del adepto o la dejan muy dañada, totalmente subordinada a la del lider e intolerante hacia cualquier defección u opinión diferente.

El criterio de cada uno deja de existir, totalmente fascinado por la personalidad grupal que invade al adepto y lo vacía pero sin poner nada superior en él, sino solamente lo que el líder quiere.

Finalmente, cuando la estrategia de dominación tiene éxito, el adepto que al comienzo pudo ser un idealista que buscaba en la secta compartir sus puntos de vista, no solo los pierde por completo, sino que queda sin posibilidades de salir del infierno donde se metió, y para evitar castigos y humillaciones en público, termina deseando participar de crímenes contra los "malvados" que son los que están fuera del grupo o son sus adversarios directos.

Sudamérica en particular está siendo recorrida de punta a punta por sectarios, mesiánicos y predicadores de todo tipo, pero todos con el común denominador de provenir del Norte, que aprovechan la miseria y la marginación de la población. Imponen sistemas de creencias rígidos, no importa si absurdos o no, esperan una renovación fundamental en que solo los creyentes serán salvos porque fuera de la secta no hay salvación, no ofrecen razones sino emociones, incluso hasta provocar desmayos colectivos y pretenden que en medio del mal epidémico solo ellos son buenos y por eso son elegidos.

Las sectas de este tipo, que aparecen, desaparecen y reaparecen con sospechosa persistencia, se cohesionan en torno a una divinidad totalmente profana y una doctrina a veces muy fantasiosa presentada como la verdad indiscutible.

Los miembros deben ejecutar las órdenes ciegamente y romper con la familia, el trabajo y todas las creencias anteriores. Como son sociedades cerradas, fuera del grupo reina el mal por lo que es preciso aislarse del mundo. Pero los jefes con frecuencia exigen la entrega del patrimonio de los sectarios.

El sectario es descartable
Las sectas se alimentan de la necesidad humana de creer en algo, en el miedo a lo numinoso, desconocido, amenazante. Sin embargo, la proliferación de las sectas no se produce en cualquier época, sino cuando se afloja o rompe un sistema de creencias, que pierde prestigio para dejar un campo vacío que rápidamente es ocupado por "transnacionales de la fe" como los definió un teórico argentino.

Hay que observar que el sectario fanático ha llegado a un extremo en que prefiere cambiar su identidad por otra porque está en un límite de frustración tal que le resulta intolerable seguir siendo el que es o cree ser.

Se entiende entonces que acepte que antes de dejar la secta deba suicidarse. Esa era la práctica en los nazis, que hicieron del suicidio una norma lindante con el heroísmo.
El líder es un personaje que aparece a primera vista como dotado de gran encanto personal, que los adeptos confunden fácilmente con "carisma", ejerce fascinación sobre ellos convertirse en su dueño total.

Los parientes del que cayó en sus manos advierten lo que está pasando pero no pueden hacer con frecuencia nada para evitarlo.

El que era miembro de su familia ahora es miembro exclusivo de una secta, una mera partícula de la personalidad del líder, que suele ser un "paranoico expansivo" según la psicopatología, es decir, un sujeto que esconde o disimula mal tendencias sádicas, masoquistas y delirios persecutorios o de grandeza o se siente víctima de injusticias imposibles de levantar.

Es con frecuencia un narcisista maligno que hace daño para gozar y sospecha continuamente de todo y de todos, se siente víctima de un complot y adjudica su crueldad a las intenciones de sus enemigos.

Cuando está solo, un hombre -por lo menos algunos- suele ser capaz de analizar con finura y detalles una situación compleja, y con frecuencia busca la soledad para "pensar mejor".

Pero el mismo hombre, en una multitud, puede hacer cosas terribles, por ejemplo crímenes, que jamás habría perpetrado solo, de las que se arrepiente pasado el momento paroxístico y no sabe cómo llegaron a ocurrir.

El que la capacidad de análisis se multiplique en soledad y se divida en multitud, es usado ampliamente por los líderes, que influyen sobre los creyentes reunidos en grandes masas, e inducen inconscientemente a cada a uno a suponer que el número es fuente de seguridad, si no de verdad.

La palabra "iglesia" significa "asamblea, reunión", lo mismo que "sinagoga", ambas provenientes del griego. Dicen los evangelios atribuyéndolo a Jesús: "cuando haya dos reunidos en mi nombre, yo estaré con ellos". Dos, no uno solo. Si uno solo puede ser multitud, de acuerdo con lo divididos internamente que estemos, ¡qué serán dos!
Por el contrario, la sabiduría de todos los tiempos supo del desvío de la multitud. El poeta hindú Kabir sugería: "Ve Uno en todas las cosas, es el segundo el que te descarría". Notablemente, la palabra alemana para decir "vacilación" o duda, es "Zweifel", que deriva de "zwei", dos.

Los líderes de sectas por eso reúnen multitudes para hablarles y no les permiten nunca a sus seguidores estar solos para impedir que recuperen el sentido crítico.
Tratan de inducir emociones, no reflexiones; pero son capaces, tan pronto advierten alguna resistencia, de aislar al díscolo y exponerlo de golpe solo ante todos, es decir, amenazarlo con regresar a su anterior personalidad, que abandonó porque no podía soportarla, y hacerlo desear morirse antes de defeccionar. Si llaman a uno a dar "testimonio" no será sino el que todos quieren escuchar.

Por una especie de inversión paródica, estos líderes, que representan lo inferior en el ser humano, toman los nombres que en toda época se reservó para los que están en el otro extremo: gurú, maestro, profeta, apóstol.

La confusión entre dos los órdenes, este rozarse de los extremos, es propio de la modernidad y no es un buen síntoma del estado actual de cosas

Se trata habitualmente, en el caso de las sectas destructivas, de una reducción a la esclavitud, que a veces termina de manera trágica, nunca feliz, sobre la base de la rotura de las fidelidades y convicciones a veces ingenuas de antaño, y el quedar a la deriva multitudes enteras en las que se han inoculado deseos imposibles de satisfacer o se han generado resentimientos sin ofrecer ninguna herramienta de orden intelectual que permita análisis serenos.

Con frecuencia, sobre todo las de origen norteamericano, son sectas que a primera vista parecen religiosas, con abundante referencia al cristianismo o a doctrinas con apariencia oriental, pero que en realidad son apenas falsificaciones sin valor.

Un análisis muy ligero hace aparecer las tendencias paranoicas y megalómanas de sus jefes, la voluntad vesánica de dominio, la finalidad de enriquecimiento personal, incluso la dependencia de poderes económicos y políticos que no desean mostrarse tal cual son.

Del cristianismo no tienen sino la repetición compulsiva de unas pocas fórmulas, de modo que el empobrecimiento respecto de la doctrina original es muy grande y evidente.
En cuanto a las que tienen aspecto oriental, no remontan más allá del dominio inglés en la India y la necesidad de los pastores anglicanos de propagar sus puntos de vista y a algunas doctrinas de ocultistas occidentales del siglo XIX, desconocidos en Oriente.
De la Redacción de AIM.

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