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Caleidoscopio
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Libertarios de ahora y de antes

Errico Malatesta fue posiblemente el último teórico importante del anarquismo, de acción práctica también muy relevante, antes de que el movimiento perdiera fuerzas con la derrota de la república en la guerra civil española.

Pronosticó que el mundo podría convertirse en una sociedad confortable de cerdos bien alimentados chapoteando alegremente bajo la férula de un pequeño número de porquerizos.

La predicción se cumplió en cuanto al gran número de unos y al pequeño de los otros, pero no en cuanto al confort y la alegría. El chapoteo actual es penoso y miserable y los porquerizos -un número ínfimo de hipermillonarios que se han apropiado de la fabricación del dinero, la palanca del poder- no procura la felicidad de los cerdos.
Malatesta exponía el anarquismo comunitario y no tenía la misma confianza en la ciencia que otros anarquistas, como Bakunin o Kropotkin, de los que fue discípulo y a los que respetó siempre.

Al determinismo científico naturalista de Kropotkin, que consideraba cercano al positivismo, Malatesta oponía una concepción del hombre como una causa originaria que de algún modo interrumpe el determinismo de los fenómenos naturales.

Malatesta consideraba explícitamente que el capitalismo no es compatible con el anarquismo, que son opuestos en sus métodos y en sus fines, y sobre todo en el peso que el capitalismo hace gravitar sobre los miembros menos favorecidos de la sociedad.

Pero usó palabras y definió conceptos que a pesar de él, fueron útiles para los anarcocapitalistas que sobrevinieron y que usurparon las ideas de los viejos luchadores anticapitalistas para fundar una doctrina contraria en los fines pero que la recuerda en los términos.

Es una confusión propia de nuestra época, donde la unidad está rota y el criterio dañado y de todo se concede que vale lo que cada uno pretende que valga.
Una postulante a Miss universo contestó a una pregunda hace años en una prueba de conocimientos que Confucio era un "chino japonés" muy antiguo, creador de la confusión. Lo de ella era un auténtico revoltijo, capaz apenas de provocar una sonrisa, pero síntoma de un estado mental que no era solo de la postulante.

Malatesta sabía que no podía evitar que alguien se considere anarquista sin serlo, aludiendo a los que en realidad eran individualistas que no pensaban en atacar las bases de la sociedad, que necesitaban para sostener su prestigio, sino en encontrar la manera de aprovechar las ventajas que podía ofrecer. Pero creía que debía hacer notar la diferencia en todo momento para evitar la confusión dentro de lo posible.

No obstante, la confusión deliberada se ha propagado sobre todo en nuestro país, el primero en tener un gobierno "libertario", donde el anarcocapitalismo se acepta sin cuestionamiento como una variante del capitalismo, incluso del más furioso, y como la coronación de la tendencia histórica nominalista que solo admite la existencia real de lo particular, llega a negar con Margaret Thatcher la sociedad humana y admite sólo átomos individuales autónomos, relacionados por el intercambio respaldado en contratos.

El anarcocapitalismo no tiene casi parentesco con el anarquismo histórico, salvo algunas ideas del anarquismo individualista estadounidense del siglo XIX. Rechaza la teoría del valor trabajo de David Ricardo y Adam Smith, y la sustituye por la teoría marginalista del valor que inventó el austríaco Carl Menger en el siglo XIX para refutar al marxismo.

Tomó palabras que usaba Malatesta en sus escritos, donde las cosas más intrincadas se exponen con tanta claridad y sencillez que algunos lo han tomado por un divulgador.

El anarquismo de derecha, el capitalismo sin estado, la sociedad sin estado, el liberalismo sin estado son expresiones del estadounidense Murray Rothbard, que como la candidata a Miss Universo atribuía ridículamente a Confucio creó una confusión verdadera en el terreno teórico que prolongó al político, recomendando a los candidatos métodos bizarros en las campañas políticas para hacerse notar y aprovechar la confusión y el hastío del electorado.

Según Rothbard "el capitalismo es la expresión más completa del anarquismo y el anarquismo la expresión más completa del capitalismo. No solo son compatibles, sino que no se puede tener uno sin el otro. El verdadero anarquismo será el capitalismo, y el verdadero capitalismo será el anarquismo".

Es decir, una especie de mundo al revés respecto del pensamiento anarquista histórico, en particular el de Malatesta, que defendía la abolición de la propiedad privada y la organización de la sociedad en comunidades libres e igualitarias.

Para Malatesta la revolución social no debía ser conducida por un partido político ni por una vanguardia y debía llevar a la asociación libre y a la acción colectiva. Sostenía que la propiedad privada, resguardada por el Estado, es la causa de la opresión y la explotación y que los anarquistas debían luchar contra ella.

La anarquía se definía como solidaridad más libertad, y en ese sentido los ácratas la practicaban "aquí y ahora", en una continuidad entre el presente y el futuro.

Rothbard rechaza al Estado porque roba la propiedad a través de los impuestos y usa su poder para beneficiar negocios e individuos a expensas de otros, crear monopolios y restringir el comercio.

Es una ideología individualista de origen anglosajón en las ideas de Locke, que propone una economía de mercado contra "el capitalismo realmente existente", así como los socialistas suelen distinguir entre el socialismo teórico y el "real", que queda muy por debajo.

Dispuestos a desarrollar hasta el fin las consecuencias de sus principios, los libertarios modernos postulan que un padre es propietario de sus hijos y puede matarlos si lo desea, sin que su acción constituya delito. También puede venderlos -como de hecho se hace en muchas sociedades antiguas y modernas, pero por impulso de la necesidad y el hambre-; en el caso de Rothbard como una forma más de libre mercado.

En el anarquismo de mercado de Rothbard no hay monopolio de la fuerza ni de la justicia. La ley es policéntrica, hay agencias privadas de defensa. La seguridad la provee el mercado e incluso la ley es producida por el mercado.

Al encadenamiento de silogismos que llevan a estas conclusiones, los anarcocapitalistas suelen llamarlo "pensamiento correcto" para oponerlo al "incorrecto" o socialista. Y es "correcto" no por la lógica interna sino por las conclusiones.

Los proveedores de justicia en el orden libertario deben competir por clientes. Según David Friedman, «los sistemas de leyes se crearán buscando ganancia en el libre mercado".

Se trata otra vez del "mejor de los mundos posibles", aquella ilusión en que recayó el filósofo Gottfried Leibniz, que era una de las mayores inteligencias de su tiempo. Falta ahora un Voltaire que se pregunte: si el anarcocapitalista es el mejor de los mundos, ¿cómo será el peor?

Voltaire pudo ejemplificar su burla al "mejor de los mundos" de Leibniz en los 100.000 muertos del terremoto que devastó Lisboa en 1755 y mató el primero de noviembre a la mañana a los fieles que estaban en las iglesias el día de todos los santos; mató muchos más en los incendios que provocó, originados en las velas encendidas en recuerdo de los difuntos, y remató a los sobrevivientes con un gran maremoto que llegó horas más tarde.

Nosotros quizá no podamos responder a los anarcocapitalistas si las tendencias actuales se afirman y finalmente se concretan las amenazas cada vez más inquietantes, por lo menos a nivel publicitario, de uso de armas nucleares en las guerras por el reparto de zonas de influencia.
De la redacción de AIM.

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