El código de Manú contiene esta afirmación contundente: "Es asesino el que permite la muerte de un animal, asesino el que lo mata, asesino el que lo despedaza, asesino el que lo vende, asesino el que lo compra, asesino el que lo cocina, asesino el que sirve la carne y asesino el que la come". Las leyes de Manú pueden tener cerca de cuatro milenios; otros les dan menos de dos mil años pero admiten que son reformulación de normas muy anteriores. De todos modos, la consideración hacia la vida de los animales no es de ahora ni propia solo del animalismo como expresión de tendencias posmodernas.
Vivo o muerto
En el siguiente apólogo taoísta, más bien político, el pretexto es el destino de una tortuga: "la gloria o Devoto" según la frase de Carlos Bilardo para graficar la final de Estudiantes contra el Milan en Buenos Aires en 1969.
Chuang-Tzu paseaba por las orillas del río Pu. El rey de Chou envió a dos altos funcionarios con la misión de proponerle el cargo de primer ministro. Con la caña de pescar entre las manos y los ojos fijos en la línea, Chuang-Tzu respondió: «Me han dicho que en Chou veneran una tortuga sagrada, que murió hace tres mil años. Los reyes conservan sus restos en el altar familiar, en una caja cubierta con un paño. Si el día que pescaron a la tortuga le hubiesen dado la posibilidad de elegir entre morir y ver sus huesos adorados por siglos o seguir viviendo con la cola enterrada en el barro, ¿qué habría elegido?». Los funcionarios repusieron: «Vivir con la cola en el barro». «Pues ésa es mi respuesta: prefiero que me dejen aquí, con la cola en el barro, pero vivo».
Ningún animal de matadero elige, pero hasta los que se los comen saben qué elegiría si pudiera.
Violencia o consciencia
Según la leyenda el primer Manú se llamaba Swayambhouva, "salido del que existe por su propia potencia". El recibió el código de Brahma y lo entregó a un rishi, un sabio, que lo puso en manos de Manú, el iniciador de un ciclo, el equivalente hindú de Adán y Noé. El código debía establecer durante todo el ciclo actual cinco libertades y cinco virtudes. El código da normas sobre la violencia, la miseria, la explotación, la deshonra y la muerte precoz. Por otra parte, no se debe sufrir intolerancia, hay que ser compasivo, alcanzar la sabiduría y la libertad de consciencia y de pensamiento y no padecer miedo ni desesperación.
Manú es una palabra sánscrita relacionada con manes, mente, y significa sabio, inteligente; está relacionada con humano y humanidad, con el inglés man y el alemán Mann (varón) y Mensch (ser humano).
El código marca una línea central contra la violencia, pero siempre dentro del dharma, la ley universal y particular que rige a cada uno y que cada uno puede llegar a conocer mediante la ascesis y la meditación. Cuando hay apartamiento, el código prescribe violencia, castigos que para nuestros parámetros son muy crueles.
Algunas prescripciones del código ancestral vendrían bien para el presente, como "piensa bien antes de actuar, habla de acuerdo con la verdad, mira por dónde caminas y filtra el agua que bebes"
Otras, por el contrario, son inaceptables para la sensibilidad moderna: “La primera vez que se descubre a un ladrón se le deben amputar dos dedos. La segunda vez, una mano y un pie. Al tercer robo, el ladrón debe sufrir la muerte” . “El que rompe un tanque de agua debe ser ahogado hasta morir, o matado con algún otro castigo mortal. Si puede pagar por el daño, debe pagar también una multa extra”. “El orfebre que actúa deshonestamente es la más nociva de las espinas: el rey debe hacerlo cortar en pedazos a cuchillo”
Esta última recomendación, con toda su crueldad, fue premonitoria porque los orfebres comenzaron a actuar deshonestamente cuando vieron la posibilidad de enriquecerse a principios de la edad moderna europea con el oro que les confiaban. Se convirtieron en los primeros banqueros, en los antecesores de la especulación financiera, en creadores de dinero ficticio.
Los ojos del buey
Para la antigua sabiduría hindú nada, ni un grano de arena, existe sin consciencia, y menos todavía los animales, En el Veda se lee: "no usarás tu cuerpo para matar a otras criaturas, humanas o animales”.
La vaca en la India es la "madre de la humanidad" porque suministra leche a sus hijos y también a los humanos sin esperar nada a cambio. Matar una vaca es como matar a la propia madre.
En cambio, para la teología cristiana los animales no razonan ni tienen alma, por eso no hay obligaciones morales con ellos.
El jainismo es una religión de la India que tuvo su máximo profeta en Mahavira, contemporáneo de Buda, pero es en realidad muy anterior. Eran jainas los gimnosofistas o "filósofos desnudos" que recorrían Grecia en la época helenística. Para los jainas el camino hacia la liberación es vivir sin dañar a nadie y ocupándose de la salud y alma de cada ser vivo y de todo el universo.
Los jainas practican el ahimsa o principio de no violencia, que Ghandi incorporó a sus discursos.
En el budismo mahayana las enseñanzas deben ser demostrables; por eso hay interés por los descubrimientos científicos contemporáneos; maestros budistas como Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, han mostrado curiosidad acerca de lo que la ciencia pueda aportar para dilucidar si un ser vivo animal está dotado o no de consciencia, o del nivel de conciencia presente en cada especie.
Uno de los estudiosos más conocidos del comportamiento de los animales, el austríaco Konrad Lorentz, trata de responder a la pregunta de si tienen vida subjetiva los animales: "Sé que mi prójimo tiene vivencias subjetivas y estoy convencido de que también las tiene un animal superior, por ejemplo, un perro"
Lorentz se basa en el paralelismo fisiológico-psicológico para justificar que los seres dotados de procesos similares a los nuestros tienen vivencias similares a las nuestras Pero cuanto más alejado de nosotros esté el otro ser, menos sólidas son las conclusiones por analogía: "por ejemplo, damos muerte a los mejillones sin la menor compasión"
No matarás
Sidharta Gautama, el buda Sakya Muni, enseñó a abstenerse sin excepción de tomar la vida de otros, también de los animales. No limitó su compasión a los humanos, sino que incluyó a todos los seres que sienten dolor.
“Si nadie come la carne, por ninguna razón, no habrá quien destruya la vida”. Los monjes mendicantes no podían comer trozos de carne puestos en sus escudillas si sospechaban que el animal fue matado para alimentarlos.
El budista es invitado a preguntarse cómo puede evitar generar sufrimiento a otros seres. Un eco de esta idea resuena en Schopenhauer, que pone como principio práctico de la conducta ética no aumentar el sufrimiento en el mundo.
Cuando alguien está mordiendo un pedazo de pollo está involucrado en la muerte del animal porque el pollo no quería ser matado y comido. Por eso el canon pali budista prohíbe expresamente criar animales para matarlos.
Grasa quemada
Se estima que un occidental come diez mil animales en el transcurso de su vida. La industria de la carne causa más calentamiento global (a través de emisiones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) que todos los autos, camiones, camionetas, aviones y barcos juntos en el mundo. La producción de una dieta basada en la carne requiere más de diez veces el agua que requiere una dieta vegetariana, y los animales de granja producen 130 veces más excrementos que la población humana. Los efluentes de las granjas industriales contaminan los ríos y lagos más que todas las demás fuentes industriales juntas.
Cada animal es un individuo con personalidad, preferencias y deseos de vivir, como cualquier ser humano. Los animales son inteligentes, sensibles y emocionales, y crean lazos entre ellos y con los humanos que los cuidan.
Los animales de matadero sufren en el camino hacia su tumba, nuestros estómagos. Los frigoríficos son prisiones peores que las malísimas destinadas a seres humanos. Tienen sistemas de seguridad con alambre de púas y cercas electrificadas, perros guardianes y candados, porque los empresarios de la carne no quieren que el público conozca el padecimiento de los condenados.
De la Redacción de AIM.
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