En el año 2009 el mundo se anotició de la aparición de una enfermedad nueva, producida por un coronavirus, que tuvo varios nombres oficiales que hacían sospechar ciertos nacionalismos como el que designó a la gripe "española" en 1918, que de española no tenía nada. Aquella peste tuvo como trasfondo la primera guerra mundial, comenzó en los Estados Unidos y se expandió por el mundo. Provocó entre 50 y 100 millones de muertos.
La de 2009 fue una pandemia anunciada con estrépito por los organismos mundiales de salud con la designación de gripe A (H1N1).
Se conoció como gripe porcina, gripe norteamericana y "nueva gripe" para terminar llamándose A (H1N1), de acuerdo con la descripción del virus que la produciría: la letra A designa la familia de los virus de la gripe humana y de la de algunos animales como cerdos y aves, y las letras H y N (iniciales de hemaglutininas y neuraminidasas) corresponden a las proteínas de la superficie del virus.
Según la descripción oficial ofrecida entonces era una variante de la cepa H1N1 con material genético proveniente de una cepa aviaria, dos cepas porcinas y una humana que sufrió una mutación y dio un salto entre especies de los cerdos a los humanos y se hizo infecciosa de persona a persona.
¿Qué pandemia?
Pero entonces hubo una reacción fuerte que afirmó que la promocionada pandemia de gripe A no existía. Según los que cuestionaban, era una enfermedad mucho más benigna que la gripe estacional de todos los años; pero por el comercio con la vacuna, que señalaban como su verdadero propósito, resultó "mortal y tóxica". Por lo menos, así alertó por entonces el ministerio de Salud de Polonia. Otros países y organizaciones mundiales de salud callaron porque estimaban mucho el negocio con los laboratorios de medicamentos.
En Chile, algunos centros médicos hicieron notar el peligro a los trabajadores de la salud, que serían los primeros en ser vacunados para luego continuar con la población más vulnerable, las mujeres y embarazadas de más de 13 semanas de gestación; niños de entre 6 meses y dos años de edad; mayores de 65 años; enfermos crónicos y la población escolar de dos hasta 14 años en las zonas devastadas por el terremoto de aquel año. Es decir, al terremoto se iba a sumar la vacuna.
Polonia rechazó comprar la vacuna ante la evidencia de que los laboratorios productores no se hacían responsables de enfermedades y muertes que pudiera producir. Una de las cláusulas del contrato, que despertó sospechas, decía que nadie podría demandar a los laboratorios por daños y perjuicios atribuidos a la vacuna, que extrañamente ya estaba preparada cuando se anunció la pandemia. En realidad experimentarla y poner en venta una vacuna viable lleva años. ¿Era una vacuna?
¿Qué vacuna?
Tiempo antes, el hipermillonario Bill Gates, "filántropo" para la prensa, alabado como gran inteligencia informática y envidiado por muchos, había hecho un generoso aporte para preparar vacunas.
Una vez que comenzó la vacunación masiva, médicos del Canadá pidieron detenerla porque advertían una avalancha de pacientes con efectos secundarios graves. La vacuna fue recomendada por instituciones de fachada segura, ajena a influencias comerciales, sin fines de lucro.
Pero hubo entonces sospechas, que no fue posible confirmar a la luz del día, de que algunos de sus consejeros estaban a sueldo de los laboratorios que hacen costosísimas propagandas de sus productos en todo el mundo.
Los problemas con la vacuna se hicieron evidentes de inmediato en Noruega, donde se advirtió que 79 "inmunizados" habían perdido por daños nerviosos irreversibles los sentidos del gusto y del olfato.
Como el 0,000068 por ciento de la población mundial murió por la gripe porcina, cuyo origen se estableció estratégicamente en el Oriente, el porcentaje de víctimas que produjo la inmunización fue mayor.
Al ver cómo venían las cosas, el gobierno de Suiza prohibió aplicar la vacuna a mujeres embarazadas, jóvenes y viejos, y la Organización mundial de la salud, reaccionando de a poco a las consecuencias de sus actos, recomendó no vacunar a niños menores de 10 años. Es decir: no vacunar a trabajadores de salud, no vacunar a sectores vulnerables, no vacunar a escolares ni a embarazadas ni a niños ni a viejos. No vacunar a nadie, pero sin prohibir la vacuna porque el negocio no lo permitía.
¡Qué vacuna!
En Italia y en Francia los médicos rechazaron la vacuna ante la evidencia y en Suiza tampoco las enfermeras quisieron aplicársela cuando serían las primeras en ser "protegidas".
En Italia un grupo de defensa del consumidor presentó una demanda por casi 10.000 millones de euros ante la certeza de que se estaba frente a un fraude monumental. La demanda incluía la muerte de miles de norteamericanos "vacunados", a los que la vacuna no los había defendido de la enfermedad sino que por el contrario, posiblemente los había matado.
Mientras esto ocurría en los Estados Unidos, en Canadá los informes médicos registraban casos de muertes, derrames cerebrales y parálisis, atribuibles no a la gripe, sino a la vacuna contra la gripe.
Otro de los efectos de la vacuna eran abortos en embarazos normales. Todos los datos se conocen por fuentes extraoficiales porque oficialmente los países se mantuvieron silenciosos debido a contratos que tienen con los laboratorios.
Como la gripe A es una enfermedad suave, que estaba lejos de justificar tamaño revuelo, cambiaron la definición de modo que no fuera necesario que haya muertes para decretarla y justificar la vacunación masiva, que es lo que se quería.
La ministra de Salud de Polonia, que era Ewa Kopacz, luego primera ministra, fue la única funcionaria de su rango que rechazó la vacuna para su país (a pesar de las insoportables presiones), en vista que los fabricantes establecieron en el contrato de compra-venta que se les eximiera de responsabilidad, no haciéndose cargo de los posibles efectos secundarios y muertes que ocurrieran en la gente vacunada.
Autoridades de Consejo de Europa para la Salud dijeron haber descubierto que la pandemia de "gripe porcina" fue un engaño ideado por las compañías farmacéuticas para obtener grandes beneficios, poniendo en peligro la salud pública.
Una opinión
El presidente saliente de Consejo, Wolfang Wodarg, médico y miembro de la socialdemocracia alemana, sintetizó: "La pandemia de gripe A fue un engaño de las farmacéuticas que por el lucro se convirtió en fuente mundial de enfermedad".
Wodarg dijo que los los gobiernos fueron "amenazados" por grupos especiales de interés de la industria farmacéutica para comprar las vacunas y administrarlas a la población sin razón científica razonable. En países como Alemania y Francia sólo el 6% se la colocó a pesar de haber suficientes dosis como para cubrir al 90% de la población.
El ex funcionario europeo dijo que se alarmó cuando la Organización mundial de la salud se apuró a declarar la pandemia sin motivo, ante pocos casos leves en México, contra lo que está prescripto y contra lo que venía haciendo en otros casos.
Una vez que en el primer mundo se advirtió lo que pasaba con la vacuna y sus promotores, pasó lo mismo que con las pasteras de Finlandia, que con gran bombo se radicaron en el Uruguay: fue exportada al Tercer Mundo. Grandes cantidades de vacunas no utilizadas fueron objeto de dumping al tercer mundo
Otra opinión
El biólogo canadiense de origen hindú, Shivdarshan Chopra, activista de los derechos humanos, sostuvo en la polémica que se generó entonces que no ha habido nunca una vacuna de la gripe que haya funcionado. "De la gripe porcina, ni siquiera sabemos si existe. El término "gripe porcina" en sí, es un nombre equivocado. Al igual que la gripe aviar, son enfermedades inventadas. Las dos pandemias son un engaño. Han tratado de engañarnos durante estos últimos 10 años, primero lo intentaron con la gripe aviar, y luego, como no hubo éxito, con la gripe porcina".
Chopra recordó que de la gripe aviar se pronosticaba que mataría a dos millones de norteamericanos, con el propósito de meter miedo, pero luego quedó en claro que eran solo palabras. "Por eso escribí el libro "El Gran Engaño de la Gripe Aviar".
La gripe porcina se llamaba gripe española en Francia y gripe francesa en España, como la sífilis en otra época, pero finalmente el nombre se unificó en gripe porcina, que derivó a su vez en otro más "científico" formado por una combinación tipo "clave" de números y letras. Como la gente no conoce el significado de la N ni la H en el nombre, la respuesta es temerosa cautela.
Ya en 1976 se había anunciado una epidemia de gripe porcina, que no se concretó. Chopra recordó que tras la muerte por causas desconocidas de un infante de marina norteamericano se corrió la voz de que habría una pandemia que mataría a millones y hubo la decisión de evitar que llegue a los Estados Unidos.
"Entonces contrataron a Merck para producir una vacuna de la gripe porcina para cada uno de los habitantes de EEUU. La población de este país en ese momento era de 250 millones, por lo que se necesitarían 250 millones de dosis. Entonces yo me encontraba en Canadá. Estaba trabajando en estos asuntos, y tuvimos una reunión de alto rango. ¿Qué vamos a hacer? Le preguntamos a Merck y Merck nos dijo: "No tenemos suficiente vacuna. Sólo tenemos para los estadounidenses. No tenemos para vosotros". Por tanto, Canadá corrió de un lado para otro para comprar la vacuna.
Teníamos una empresa en Toronto, "Canadá Laboratories", que fabricaba insulina. Ellos dijeron: "No podemos fabricar la vacuna pero podemos conseguirla de Glaxo" (otro laboratorio). Así que propusimos un contrato por 21 millones de dosis porque la población de Canadá era entonces de 21 millones. Preparamos un contrato. Yo estaba presente en esa reunión y dije: "Vamos a considerarlo seriamente, ¿de verdad es necesario?"
Dije que en 1968 vivía en Inglaterra, cuando esa epidemia ocurrió allí. El gobierno de Inglaterra decía que no tenían suficiente vacuna, que sólo habría para ejecutivos superiores y personas importantes. Debido a que yo trabajaba en una compañía farmacéutica como ejecutivo superior, me ofrecieron la vacuna.
Pero no la acepté. Me marché de allí y en esta reunión de Canadá de 1976 dije que no me puse la vacuna. Lo curioso es que me enfermé sólo una vez. Las personas que se pusieron la vacuna se enfermaron dos veces: la primera vez por la vacuna, y la segunda por la gripe porque la vacuna no los protegió".
Chopra afirmó rotundamente, y recalcó esta palabra, que nunca se han hecho estudios con las vacunas salvo la de la varicela.
De la Redacción de AIM.
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