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Caleidoscopio
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Sentir y pensar

"El problema es confundir pensar con sentir por no saber qué es pensar". La frase del economista afroamericano Thomas Sowell -que tiene ahora 92 años- suena premonitoria en momentos en que hay entusiastas del "sentipensar", que aglutinan en una palabra funciones que no conviene confundir porque sus resultados son diferentes.

Cierto feminismo que tiene áreas del poder político declara por ejemplo que ser mujer no es tanto una condición biológica con consecuencias psicosociales, como "un sentimiento".

El pensamiento se encoge en definiciones como ésta; si apareciera entero rectificaría el camino de una sentimentalidad que amenaza desbarrancar.

Cuando supo del plan "platita" que se aprontaba a lanzar el gobierno para ganar las elecciones de noviembre pasado tras perder las PASO en setiembre, Sowell pidió a los gobernantes argentinos que no sean necios, cosa fácil para cualquiera que no sea necio, pero no tanto para un político en campaña que rebusca medios de conservar el poder.

La necedad involucrada en el reparto de dinero consistía en que las consecuencias no las debería pagar el gobierno siguiente sino el mismo que repartía, afrontando una inflación severa.

No por cantada, la consecuencia es menos dolorosa: la Argentina es ahora el quinto país con mayor inflación del mundo. La platita, útil en el corto plazo para torcer el resultado electoral, se reveló poco después tan poco valiosa que hoy nadie la quiere retener, todos se apuran a cambiarla por víveres o cuando sobra alguna moneda por cualquier cosa que sirva como reserva de valor.

Sowell sintetizó su pensamiento en una frase compacta: "no hay negocio más lucrativo que luchar por derechos que ya se tienen en nombre de opresiones que no existen con el dinero de aquellos que se califica de opresores".

Apunta a un negocio en marcha, que consiste en movilizar los mejores sentimientos de la gente, interesada en el bienestar de todos, a favor de intereses políticos oscuros pero comerciales brillantes.

La población no pone reparos a la presunta necesidad de "representantes" que no la representa de organizar a cada rato elecciones inútiles, estruendosas, carísimas y sucias; mantener ejércitos y policías enormes y servicios de espionaje; y se aviene a solventar reivindicaciones a cada una de las tribus en que la posmodernidad dividió a la sociedad.

Así se hace sencillo el camino de diversas imposiciones, algunas irracionales, otras ocasionales producto de urgencias, todas más sentidas que pensadas o pensadas a favor de intereses que no son los que se publican.

Aparecen desde la liberalización del consumo de alucinógenos a la prohibición de la prostitución, la obligación de usar en algunos ámbitos desde el barbijo hasta el lenguaje inclusivo; la aplicación de impuestos eternos por única vez; subvenciones; eutanasia; cuotas de género en los empleos; prohibiciones de fumar, etc, etc.

Sobre las libertades individuales pesa el gran gusto por nivelar y dirigir la vida de todos que tienen los que ejercen el poder aunque sea por un rato que imaginan eterno.

Ese peso grava sobre un rebaño de votantes que se ha quedado sin iniciativa ni reacción, y pide la protección del pastor contra los lobos que el mismo pastor les enseñó a temer. Cuando llegue el momento, no será el lobo el que diezme el rebaño, irán al matadero conducidos por el pastor.

El diccionario de Oxford define el término inglés "woke", que designa este estado de cosas en el mundo anglosajón. Woke es participio del verbo to wake up, que significa despertar. Woke para el diccionario es estar alerta a la discriminación y la injusticia; pero da también un sentido despectivo del término. "La palabra a menudo se usa con desaprobación por personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada".

Justamente hablar de todo sin cambiar nada más que algunas palabras de reconocimiento mutuo, como estudiantes en un café, revela una impotencia inconsciente de sí misma. El molestarse demasiado a que alude el diccionario es correlativo de la escasez de pensamiento de quienes se manejan con consignas y valoran el sentir por sobre un pensar esquivo para ellos. Esa es la condición que necesitan los que se aprovechan con las intenciones más torcidas de los sentimientos de los demás.
De la Redacción de AIM.

Consignas pensamiento sentimientos woke votantes

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