El filósofo contractualista Tomás Hobbes, que reconoció haber nacido bajo el signo del terror por las condiciones de la vida política inglesa en su tiempo, concluyó que el hombre es un lobo para el hombre, quizá sin entender a fondo la sociedad de los lobos.
Una leyenda indígena norteamericana cuenta que los humanos vivían antaño bajo tierra y los lobos fueron los encargados de desenterrarlos para que pudieran vivir en la superficie.
Después les enseñaron a vivir en grupo como viven ellos y los instruyeron en el arte de la cacería, en que son maestros. Pero cuando los humanos aprendieron, expulsaron a los lobos dando muestra de gran ingratitud.
Las investigaciones modernas han establecido algunos principios inspirados sobre todo en la relación entre los miembros de la manada de lobos.
1) Respetar a los mayores. La jerarquía es muy importante entre los lobos, así como en las culturas humanas tradicionales, donde los ancianos son venerados como depositarios de la experiencia y el saber colectivo.
2) Enseñar a los jóvenes. Los lobos muestran el camino a los pequeños, que necesitan ayuda y guía de los adultos.
3) Cooperar con el clan, porque ellos actúan aplicando el principio de que ninguno es tan inteligente como todos juntos.
4) Jugar siempre, porque el espíritu del juego permite desplegar la creatividad.
5) Cazar sólo lo necesario. Los lobos nunca consumen más de lo que necesitan para vivir: Son austeros de manera que pueden servir de ejemplo contra la cultura humana del derroche.
6) Aprender a descansar. Las pausas permiten afrontar nuevos desafíos en plenitud de facultades.
7) Compartir los afectos. Los lazos de amor fortalecen la autoestima y el sentimiento de seguridad.
8) Dar voz a los sentimientos. Como los lobos, hay que expresar el afecto a las personas que integran el clan propio.
Cómo impedir el poder absoluto
Los licaones, una especie de cánidos salvajes similares a los perros que habita en África, son unos animales muy sociables que salen a cazar en grupo, como los lobos.
Los licaones se consideran los cánidos más sociales y los de mayor éxito cazando; han desarrollado un sistema muy peculiar para impedir que se imponga el poder absoluto de los miembros dominantes del grupo.
Los científicos que los estudian en Botsuana, en el sur de Africa, se habían preguntado durante mucho tiempo por los mecanismos que se activan en las vibrantes reuniones que congregan a los licaones antes de ponerse en marcha o salir de caza.
Esos mítines tienen una gran importancia social porque sirven a los perros salvajes africanos para escenificar su unidad como manada.
Pero había un misterio que intrigaba a los investigadores que siguen su comportamiento: solo un tercio de las reuniones terminan con el grupo poniéndose en marcha y no sabían explicar por qué en algunas ocasiones sí y por qué a veces no.
Los científicos de la Botswana Predator Conservation Trust siguieron exhaustivamente 68 de estos mítines, en cinco manadas distintas, para dar con las claves. Y después de revisar las grabaciones y cruzar datos con el resultado de las reuniones, surgió la conclusión.
La reuniones de los licaones son asambleas: votan si están de acuerdo en partir o si prefieren quedarse más tiempo allí.
Si la pareja dominante no estaba implicada en la asamblea, eran necesarios más votos para mover a la manada.
El sistema de voto que usan es lo que los humanos llamamos voto cantado (no respetan las garantías que ofrece el voto secreto), pero un tanto peculiar: con una fuerte exhalación por la nariz, una suerte de sonoros estornudos que sirven para manifestar su posición.
De todos los gestos y circunstancias que se suceden en estas reuniones rituales en las que se saludan, corren juntos, gruñen y levantan polvaredas, solo el número de estornudos escuchados en una reunión era indicativo de su desenlace. Ya se tenía noticia de que otros cánidos, como los coyotes, los perros domésticos y los chacales, usan jadeos, bufidos y resoplidos para comunicarse.
Votan, sí, pero no es un sistema de sufragio universal en el que la papeleta estornudada por cada uno valga por igual. Estas asambleas comienzan cuando un miembro de la manada la convoca, con unos gestos ritualizados (cabeza baja, boca abierta, y orejas dobladas hacia atrás) que podemos traducir como "propongo que nos pongamos en marcha".
Y no es lo mismo si quien lo sugiere es alguien con alto rango en la jerarquía social o uno de los licaones que no tiene derecho a comer entre los primeros.
"Descubrimos que la probabilidad de éxito de una reunión aumenta con la jerarquía de quien lo inicia, y los iniciadores de menor rango requieren más estornudos para que tenga éxito", aseguran los autores de este estudio que publica Proceedings of the Royal Society.
Como dicen los politólogos, los licaones dominantes de la manada tienen más poder de agenda, pero este sistema de votación ofrece un contrapeso político para que no siempre impongan su criterio (fracasan una cuarta parte de las veces) y para que la clase baja licaona pueda tener éxito en sus convocatorias.
Democracia animal y ciencias sociales
"Cuando el macho y la hembra dominantes estaban involucrados en la reunión, la manada solo tuvo que estornudar unas cuantas veces para que se muevan", explica una autora del estudio, Reena Walker, de la Universidad de Brown.
"Sin embargo, si la pareja dominante no estaba implicada, eran necesarios más estornudos para mover a la manada", explica Walker. En concreto, un licaón cualquiera necesitaba el triple de votos favorables que la pareja alfa.
Algo así como el voto ponderado de los países de la Unión Europea, que exige una mayoría cualificada en el Consejo para tomar las decisiones. Si Alemania y Francia actúan como pareja dominante tienen grandes posibilidades de salirse con la suya, pero la aritmética permite que a los países pequeños les salgan los números.
Los gorilas de montaña se sirven de un sistema parecido, usando gruñidos. Los suricatos, las abejas melíferas y los monos capuchinos también votan las salidas colectivas.
"En conjunto, estos datos sugieren que los perros salvajes utilizan una vocalización específica (el estornudo) junto con un mecanismo de quorum variable en el proceso de toma de decisiones", concluyen los investigadores.
Los licaones no son los únicos animales que votan. Los gorilas de montaña se sirven de un sistema parecido, usando gruñidos, para optar por dejar nido. Los suricatos también necesitan que haya quorum para que todo el grupo decida moverse a buscar comida, del mismo modo que las señales de las abejas melíferas y los trinos de los monos capuchinos son necesarios para que se produzcan salidas colectivas.
La misma revista científica que publica estos resultados dedicó un monográfico hace unos años para comparar los sistemas de toma de decisiones en grupo de los humanos y del resto de animales.
En sus conclusiones, se aseguraba que la observación más llamativa es que en este campo las ciencias naturales estaban "reinventando la rueda" que los científicos sociales ya conocían hace tiempo.
"Muchos conceptos y herramientas matemáticas que han estado disponibles en una forma avanzada y sofisticada en las ciencias sociales durante algún tiempo están siendo redescubiertos, a veces en una forma ligeramente diferente, por los naturalistas", aseguraba esta publicación de la Royal Society, proponiendo que los expertos en animales se dejaran ayudar por sociólogos porque las semejanzas son importantes.
De la Redacción de AIM
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