Si bien la narración oral es un oficio de vieja data, aún no está del todo incorporada como expresión artística. Élida Sola, integrante del grupo de narradoras Abrazo, señaló a AIM que: “Contar un cuento es el acto de amor más sublime, porque al contar entregamos nuestras emociones a alguien que espera esas palabras amorosas y las recibe”.
El grupo Abrazo está integrado por Graciela Peretti y Rita Dellacqua de Santa Fe, Eli Rossa y Élida Sola de Paraná, quien en diálogo con esta Agencia expresó: “La función de los narradores es contar historias: nosotros no leemos, sino que interpretamos historias de autor, a veces historias o cuentos propios, o cuentos de tradición oral”.
“Gracias a Dios, la narración ha tomado el camino de la palabra y se extiende, no sólo para los niños”, señaló, “porque por ahí cuando decimos contamos cuentos se cree que solamente es para niños. Contamos también para adultos, no hay un adulto al que no le guste escuchar un buen cuento”.
Las narraciones pueden darse en distintos espacios, “escuelas, salas, teatros; en todo lugar donde se reúna la gente para escuchar allí podemos estar nosotros”, explicó Sola y agregó: “Puede ser escénica y entonces nos presentamos en un teatro; o también puede ser espontánea, que es la que se da tal vez en un grupo de amigos, familiar, y empezamos a contar, que es lo que hacían nuestros padres y abuelos: contar historias que nos atrapaban tanto”.
Asimismo, detalló que: “Damos talleres en algunas oportunidades para aquellos que se quieran iniciar en contar historias”.
“Es un oficio hermoso, de mucha entrega, y el acto milagroso se produce cuando alguien dice voy a contar un cuento y, del otro lado, hay una mirada, una sonrisa, la atención para escuchar el relato”, enfatizó Élida en relación a este maravilloso arte.
“En el acto narrativo generalmente se interactúa con el público porque necesitamos los narradores, a diferencia de la gente de teatro que tiene la cuarta pared, interactuar con quien nos escucha; a veces es simplemente una pregunta retórica y el otro asiente con un gesto, pero también se interactúa a través de la mirada, cuando nosotros nos damos cuenta que atrapamos al escucha. Es un oficio maravilloso que se hace como un acto de amor, sino no tiene sentido”.
Como el río nos une y las narradoras son de las dos orillas del magestuoso Paraná, Sola relató: “Hace dos años que organizamos el festival Abrazo de Agua. El año pasado fue internacional, vinieron narradores de distintos países (Ecuador, México, Chile, Cuba, Colombia y Uruguay) y de la mayoría de las provincias. Fue una tarea titánica para el grupo de organizadores, que también lo integra Raúl Dayub, que es nuestro coordinador, nuestro asistente en todo”.
Parafraseando a Chesterton, la narradora nos regaló un abrazo al alma: “contar un cuento es el acto de amor más sublime, porque al contar entregamos nuestras emociones a alguien que espera esas palabras amorosas y las recibe”.
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