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Caleidoscopio
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Tambores de guerra entre usia y Ucrania.
Tambores de guerra entre usia y Ucrania. Crédito: El Pais

Tambores de guerra

Después de su retirada ingloriosa de Afganistán, donde dejaron en la estacada a sus aliados, los Estados Unidos tratan de recuperar su prestigo y el respeto que les perdieron sus adversarios. China advirtió que Taiwán es parte irrenunciable de su territorio y que la recuperará, y los analistas estadounidenses adelantan que ante un ataque chino contra la isla su país "tiene pocas opciones".

Los chinos están estudiando la táctica argentina en la guerra de las Malvinas, una isla americana cercana al continente como Taiwan de Asia, con la intención de completar su propia táctica militar en una escala mucho mayor.

Rusia recuperó Crimea hace algunos años, ante la evidencia de que su acceso al Mar Negro estaba muy limitado, y ahora ha desplegado armas y ejércitos en la frontera de Ucrania, donde la Otan amenaza con instalar sus misiles, repitiendo de alguna manera la famosa crisis de Cuba hace casi 60 años. Los estrategas estadounidenses prevén que haya sobre Taiwan y sobre Ucrania ataques chinos y rusos coordinados y simultáneos, lo que complicaría más una respuesta difícil que no termine destruyendo todo.

Estados Unidos mantiene rodeada a Rusia, a China y a Irán con bases militares, de las que tiene más de 800 distribuidas por el mundo. Sin embargo, el declive de su poder relativo, minado también en la hegemonía del dólar, el surgimiento de otras potencias económicas y militares y los gastos que implica sostener un aparato enorme exigido ante todo por la industria militar, están fijando límites. El presupuesto militar de casi 800.000 millones de dólares pesa como una coraza de plomo sobre una economía rentística, menos eficiente que antes, y relativamente debilitada frente a rivales en ascenso.

Estados Unidos surgió de la Segunda Guerra mundial como potencia dominante, única poseedora de la bomba atómica que usó dos veces contra el Japón.

Entonces tenia el cinco por ciento de la población mundial y la mitad de la renta. Sus planificadores vieron con satisfacción esta situación y dispusieron a mantener el desequilibrio contra los 'rencorosos'.

Hoy se ve que fracasaron; consiguieron derrumbar a la Unión Soviética, pero no previeron el resurgimiento de Rusia, menos la expansión espectacular de China, que fue desdeñable hasta 1990, tampoco la decepción y rebeldía de Europa y por ahora se conforman con recolonizar América Latina, su 'patio trasero'. Pero no pudieron hacerlo en Venezuela por la intervención de sus adversarios que le disputaron que se trate de una baldosa del patio trasero. Tuvieron éxito en Brasil, cuestionamientos enojosos en Ecuador, un éxito bíblico en Bolivia rápidamente revertido y complicaciones inesperadas en Chile, donde hoy asisten a "la vuelta de Allende" sin poder asegurar "la vuelta de Pinochet".

La superioridad de los Estados Unidos es todavía militar, pero muy cara y disputada con armas novedosas por China y Rusia. La la inventiva norteamericana no parece en las mejores condiciones de competir porque se ha acostumbrado a ganancias fáciles derivadas de los lobbies.

El desafiante acercamiento de la OTAN a las fronteras rusas en Polonia y Ucrania es provocativo y se está tensando peligrosamente, pero tiene por ahora más significado político que militar: nadie quiere desatar un conflicto regla que terminaría en la destrucción total.

Occidente suele tener, dentro de la fragilidad y la variabilidad de su mentalidad propia, brotes mesiánicos en que agita una misión irrenunciable, como se produce cada milenio, aproximadamente. La última vez que hubo un brote de esta índole, Rusia perdió entre 20 y 30 millones de habitantes.

Los rusos ven que el poder de Estados Unidos está en declive y que el dólar, afectado por una gran deuda que solo sabe crecer, está cuestionado por los que lo apuntalaron con petróleo en 1972 y cercado por potencias que se están forrando en oro.

Mientras tanto, occidente despliega una retórica mesiánica, no muy diferente ideológicamente a la que en el Medioevo inspiró las cruzadas, rusófoba y antislámica.

Rusia ha reaccionado frente a estas amenazas, que no son nuevas para ella, ya que Napoleón, Hitler y ahora Estados Unidos hicieron parecidos intentos con resultados malos.

Por lo pronto, si Estados Unidos, con base en Europa oriental como campo de batalla, lanzan una ofensiva contra Rusia, las contramedidas tienden a hacerles pagar un precio impagable.

Hace unos años, un general ruso retirado que no fue desmentido dijo que mucho más barato que mantener bases en todo el mundo era la técnica del topo. Esta consiste en poner bombas nucleares 'dormidas' en las costas de los dos océanos que bordean los Estados Unidos, dejarlas descansar para dispararlas cuando sea preciso con los efectos que son de sospechar. La noticia tomó por sorpresa al Pentágono, que se apuró a relativizarla.

Los rusos recuerdan el 22 de junio de 1941, cuando Hitler los invadió buscando 'espacio vital' y el petróleo del Cáucaso. No quieren que la historia se repita y con ese fin trabajan en varios frentes

Han recreado un ejército de tanques en la frontera oeste que supera al de la Otán, instalaron misiles Iskander apuntando a Europa y desplegaron los terribles misiles Sarmat y el torpedo estratégico Status. Son armas nuevas, que de ser usadas no permitirían el triunfo ruso, porque nadie quedaría vivo, ni de ningún otro país, porque sus habitantes tampoco sobrevivirían.
De la Redacción de AIM.

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