La frase del poeta francés Paul Valery poco después del fin de la primera guerra mundial: "atolondradamente, hemos hecho que las fuerzas sean proporcionales a las masas", atribuye a los propios europeos una declinación entonces innegable y que un siglo después parece irremediable.
Valery se quejaba de que "misteriosamente, hemos hecho pasar al otro platillo de la balanza, del modo más tonto, el misterioso sobrante que teníamos"
La funcionaria norteamericana neoconservadora Victoria Nuland -que no tiene misterio pero sí secretos- deseó "que se joda la Unión Europea" en 2014 en Kiev, cuando su país preparaba la "revolución naranja" en Ucrania. Nuland consiguió indignar a los europeos, que siguen sientiéndose el centro del mundo; pero la indignación no torció la historia.
Ucrania desangrándose en medio de una destrucción segura y Europa temiendo que en cualquier momento la guerra abra las puertas de su casa, son una etapa más de un retroceso que ha retirado a Europa del centro de la escena.
El arranque
En 1421, soberanos de todo el mundo conocido rindieron homenaje en Pekín al emperador Zhu Di. Habían llegado en juncos chinos, tan grandes como portaviones, invitados a la inauguración de la Ciudad Prohibida. Sin embargo, no estaban entre ellos los reyes de España, Inglaterra ni Portugal, tampoco los emperadores de Bizancio ni del Sacro Imperio Romano Germánico. Los chinos conocían perfectamente su existencia, pero no los habían invitado porque sus estados no tenían mercaderías valiosas que comerciar ni conocimientos científicos que valieran la pena.
Pero la llegada fortuita de los españoles a nuestro continente, que ellos llamaron América y los originarios Abya Yala, empezó a cambiar las cosas, aunque en el inicio estuvo Enrique el Navegante de Portugal, que años antes de 1492 había comprado los primeros esclavos negros a los reyes del África.
Europa comenzó a romper entonces el cerco que le impuso el corte de la ruta comercial a Oriente por la expansión musulmana.
Nosotros o la nada
Europa no admite que la aparición de potencias emergentes se entienda como regreso del pasado en condiciones nuevas; al contrario, su forma propia, el capitalismo, debería demoler las culturas arcaicas, fuente de atraso, mitos y supersticiones según el ideal ilustrado.
Pero Rusia, que parecía residual después de la caída de la Unión Soviética, es un hueso duro de roer a diferencia de los paseos militares por Iraq o Libia; y China, un país pobre e ignorante, sumergido en ensoñaciones orientales, continúa imperturbable el camino de la recuperación de su antiguo poder.
Los europeos ven su futuro incierto entre los brazos de una pinza: Estados Unidos y Eurasia. Saben que un vacío de poder no dura mucho y es inexorablemente llenado; en este caso a expensa de ellos.
El ex embajador alemán en los Estados Unidos, Wolfgang Ischenger, constató que Rusia no estaba tan muerta como parecía y China se consolida implacablemente, mientras la Unión Europea se desfonda y Estados Unidos padece una decadencia que casi no disimula
Para Ischeger esta situación para él lamentable se debe a que el pilar de occidente, el orden liberal, se ha debilitado.
Entiende estar al inicio de una era post-occidental en la que los actores no-occidentales configurarán los asuntos internacionales.
Lágrimas y sonrisas
Para la feminista inglesa Helen Pluckrose el liberalismo es la fuerza que destruyó el feudalismo, la iglesia, la superstición, la sociedad estamentaria, el antiguo régimen, e instauró la ciencia moderna y la ampliación indefinida del conocimiento racional contra el irracionalismo.
Pero nadie informó a Helen dónde terminaría este proceso, que a ella le parece perdurable, ni quién lo gobernaba. En tiempos actuales, posmodernos, el objeto a destruir -o "deconstruir"- es la propia ciencia "objetiva" e incluso el mismo individuo humano.
No parece haber límite, pero una vez cerca de la pura cantidad sin forma, sin esencias, de la realización del programa "antiesencialista", no se podrá proseguir porque habrá llegado un punto donde toda deconstrucción ulterior será imposible y ya no habrá inteligencia capaz de deconstruir.
Ese es posiblemente el momento en que el péndulo alcance el alejamiento máximo en su dirección actual y retome el camino en la dirección contraria.
El mundo post occidental puede poner flores y derramar lágrimas en las tumbas de las ilusiones, pero no es posible resucitar los muertos, por triste que sea el llanto de las viudas.
De la Redacción de AIM:
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