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Caleidoscopio
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Tribus y hordas postmodernas

Emos, góticos, rockeros, rastas y muchos otros son grupos primarios de pertenencia de parte de la juventud urbana de hoy. A la lucha de clases que habría constituido toda la historia humana hasta ahora se le colgó el letrero de "metarrelato" y se le concedió la jubilación para dejar en su lugar a grupos urbanos, "tribus" originadas en los Estados Unidos y Europa, pero rápidamente desparramadas por el mundo.

Prosperaron como hongos después de la lluvia por ser compatibles con el orden vigente -a diferencia de las clases, cuya lucha contra el capitalismo procuraba terminarlo después de haberlo engendrado- y por ser adecuadas para el consumismo "rebelde".

Cómo somos
Los emos son emocionales, tímidos, introvertidos. Se diferencian de otras tribus urbanas mediante la vestimenta: pantalones de tubo, camisetas de manga corta con nombres de bandas de rock, buzos con capucha negra, cinturones con tachas, pelo liso teñido, pulseras y perforaciones de nariz, lengua y etcétera para colocar objetos metálicos, herencia africana.

A pesar del nombre, los góticos no son ostrogodos ni visigodos, del este ni del oeste. Son una tribu moderna con muchas variantes; se visten de negro, disfrutan de las películas de terror, se declaran nihilistas desde que nacieron en Estados Unidos con las bandas de rock en los 60 del siglo pasado.

Hay "tradicionales" (aunque le hubiera pesado al obispo godo Ulfilas, que tradujo la biblia a su idioma hace 1600 años); nacieron en los 70 del siglo XX con la llegada del punk exhibiendo una imagen negra, con una gran raya en los ojos.

Los góticos "románticos" se conocen desde la década de los 90 con gustos tétricos: visitar cementerios, coleccionar flores muertas y estudiar la arquitectura gótica y la literatura de terror. Además de rock gótico escuchan sonidos del sello musical inglés 4AD.

Los cyber góticos surgieron en Alemania; se diferencian por escuchar música electrónica en lugar de rock. Utilizan ropas brillantes reemplazadas luego por ropa negra, anteojos de sol, botas.

Los rockeros están difundidos ampliamente desde mediados de la década de 1950, cuando Elvis Presley creó la "rockability", que mezclaba la música country con los blues afroamericanos.

El rock está al menos en el imaginario complicado con el sexo y las drogas: "sex, drugs and rock n' roll", porque si bien los primeros rockeros están jubilados o muertos porque el tiempo no pasa en vano, la palabra sigue siendo sinónimo de rebelde, aunque reducido ya.

No hay identificación por la vestimenta pero sí diversidad de estilos. Los mismos rockeros se definen por la expresión de la personalidad propia -en el caso de que la conozcan- y por la búsqueda de otra forma de vida.

Como sea, aún persiguiendo la libertad por sobre todas las cosas, no se han librado de repetir mitologías bimilenarias: muchos de ellos, en los Estados Unidos, creen que Elvis resucitó, como el mesías; se casan en su nombre, creen que camina por las calles entre ellos y tienen templos de culto que son atracciones turísticas muy rentables. Sin embargo, los ingleses votaron como "Dios del rock" (dios, no rey) a Freddy Mercury.

Las rastas son un peinado que se originó en los rastafaris de Jamaica, afrodescendientes que trataban de imitar la melena del león macho y cuyo propósito era volver al Africa. En la década de 1930 decían que Haile Selassie, emperador de Etiopía depuesto por Mussolini, o una encarnación de Yahvé llamada Ras, los llevarían a la tierra prometida.

Hoy los rastas son jóvenes que no tienen vinculación con el movimiento rastafari. Se colocan rastas en el pelo largo, gorros, ropa ancha y complementos con los colores verde, rojo y amarillo de la bandera de Etiopía.

Su música es el reggae, un ritmo lento y acompasado nacido en Jamaica.

Del origen hace menos de un siglo queda poco: una filosofía antimaterialista ya sin relación con el movimiento religioso original.

Las consecuencias de la tribu
La tribalización de la sociedad empobrece rápidamente el lenguaje, porque entre sociedad y lenguaje hay una relación estrecha.

En la descripción desoladora de la filósofa estadounidense Edith Wyschograd: "el lenguaje se degrada cada vez más, vaciado de sentido, sobre todo en su uso público. Ya no se puede confiar en las palabras, y esto forma parte de una amplia corriente antiteórica(...) Hemos dependido del lenguaje como de la doncella supuestamente fiel y transparente de la razón, ¿y adónde nos ha llevado? A Auschwitz, a Hiroshima, a la miseria psíquica de las masas, a la destrucción inminente del planeta, por mencionar sólo unas pocas cosas".

Es sintomático que el "fetiche de lo textual", hable por señas a los intelectuales posmodernos justo cuando están siendo despojados de sus palabras, como nota el sociólogo Benjamín Agger.

Los jóvenes tribales se expresan con 300 palabras o menos, muchas interjecciones y vocativos a un paso del empujón. La escasez de palabras corre paralela a la escasez de ideas o por lo menos a la posibilidad de formularlas y comunicarlas.

Los argentinos en el extranjero suelen ser conocidos como "boludos" aunque se molesten, porque "bolúo" es una de las pocas palabras que los nativos escuchan en sus bocas, junto con "che".

Los jóvenes disminuidos verbales, aunque fisiológicamente sin problemas, apelan para expresarse al gesto e incluso a la violencia sin motivo aparente. No son inocentes -mucho menos "progresistas"- los ataques que sufre el lenguaje para adaptarlo a las necesidades ideológicas de alguna de las tribus que respalda el poder.

Es una actitud que niega la función social del lenguaje, es el regreso a un vitalismo que no considera que el hombre debe interpretarse a sí mismo e interpretar el mundo.

De la tribu pasamos a la horda, la degradación de los grupos tribales a otros más primitivos, destructivos, aplicados al asalto y al crimen.

Ejemplo de hordas modernas son entre nosotros los barras bravas y los soldaditos de los narcotraficantes, que custodian un territorio.
Las hordas reaparecen en las manifestaciones públicas, en las movilizaciones políticas, deportivas, religiosas.

Las tribus modernas tienen un rasgo común marcado: se basan en el contacto sensorial, en tocarse, sentirse, en estar juntos, próximos. El tacto, el más democrático de los sentidos según Freud, y también el más cercano, pasivo y menos voluntario, reemplaza a la vista, que no teme a la lejanía.

El territorio viene con normas, valores, condiciones para ser miembros, con sentido de pertenencia. En las tribus reaparecen condiciones similares a las que se deben respetar en las organizaciones formales, por ejemplo las reglas de inclusión y exclusión, el reconocimiento social, el prestigio, la búsqueda del poder y la jerarquía interna.
Las bandas delictivas dan una posibilidad de participación que niegan las sociedades caracterizadas por la exclusión y la falta de mecanismos de participación. Tienen amplio uso político y han servido entre otras cosas para degradar la política.

El regreso de las tribus
El creador de la denominación de "tribus" para las nuevas sociedades urbanas es el sociólogo francés de padres italianos Michel Maffesoli, que marca los presuntos aspectos positivos del cambio, en la medida que supera una situación que él llama de saturación, de agotamiento, un "no va más" de la modernidad y sus soluciones.

Dios ha muerto varias veces en la historia; la última, muy condenada por unos y celebrada por otros, aparece en boca del loco de "La gaya ciencia" de Federico Nietzsche. Un siglo después, Francis Fukuyama anunció el fin de la historia tras la caída del muro de Berlín.

Para Maffesoli no han muerto dios ni la historia: "ha muerto la era que dio origen a ambas ideas". En la nueva era se dan los nuevos fenómenos, que para él dejan atrás un mundo fundado en la racionalidad para que nazca otro de la emotividad.

Maffesoli se refiere a "matrices" de donde nace algo: la mitología ordenó las sociedades grecolatinas; la teología la sociedad medieval; la episteme científica la moderna, y ahora, cuando esta matriz está saturada, apuntan las tribus emocionales.

El contrato social de Rousseau y los contractualistas ha sido reemplazado para Maffesoli por las tribus urbanas. -"Puede tratarse de tribus sexuales: bisexuales, homosexuales, heterosexuales, etc. Pero también puede tratarse de tribus musicales (tecno, góticos, metal), artísticas, deportivas, culturales, religiosas).

Maffesoli muestra cómo se han degradado las palabras hasta designar algo diferente de lo que designaban, por ejemplo "política". "Cuando fue acuñada, la palabra «política» quería decir cómo vivir con los demás en la polis (ciudad), cómo convivir.

Con el tiempo, esa definición se ha vuelto una antífrasis: «política» terminó designando exactamente lo contrario. Actualmente, lo político ya no designa a la administración de la polis, sino algo que ha dejado de tener sentido para el hombre común.

Por eso hay descreimiento en la política, en los políticos. Este proceso también se inscribe en el marco de la saturación. La práctica política cumplió sus objetivos y envejeció."
Admite que el ideal progresista de la modernidad existió, pero agoniza. "Creo que los acontecimientos dramáticos que vivió la Argentina (a fines de 2001): crash financiero, hipercrisis política, manifestaciones populares, cacerolazos- son la manifestación paroxística del rechazo de un modelo implantado por la fuerza sobre la sociedad: el modelo político europeo, el del Estado-nación y sus ideales de progreso y de fe absoluta en el futuro.

Semejante interpretación de Maffesoli invita a considerar el proyecto decolonial del mendocino-mexicano Enrique Dussel y otros, pero esa historia puede quedar para otro día.
De la Redacción de AIM.

Metarelato emos rockeros consecuencias tribus

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