El cooperativista entrerriano Herminio Enrique Ludi, desaparecido el 15 de abril de 2016, envió unos meses antes de su partida un trabajo titulado Hay que expropiar las grandes tenencias, a la Junta Abya yala por los pueblos libres. AIM accedió al texto completo.
El texto de Ludi es el siguiente:
En la Argentina debemos llevar a cabo una profunda y total reforma agraria, si es que, realmente queremos evitar el deterioro de nuestras tierras, así como el éxodo rural que viene castigándonos desde larga data.
El deterioro, o erosión de nuestros campos, es uno de los flagelos más dañinos que soportan las gastadas tierras. Al hombre, y a la mujer igual, aquerenciados en su terruño, no se les ha podido hacer cambiar, todavía, su tradicional costumbre de repetir y repetir los cultivos año tras año, salvo contados casos. Y esto es una de las causas de los bajos rendimientos que han venido obteniendo en los últimos tiempos.
Esta situación, por demás grave, ayuda al éxodo rural que señalaba ut supra. Pero no es sólo ese el motivo por el que los productores abandonan sus hermosos predios y se trasladan a algún poblado a vivir hacinados, porque esos sitios ya están abundantemente ocupados por los lugareños, o por otros ex chacareros que hicieron “la punta”, yéndose a igual destino. Las taperas, en el campo, sobran y?causan dolor y pena. Los hacinamientos en las ciudades hacen que se viva, poco menos que en la promiscuidad. Esa gente (grandes y chicos) peregrina por doquier en busca de algún “trabajito” que les permita sobrevivir.
Conseguir una habitación en la cual radicarse es otro dilema muy difícil de resolver. Los costos de esos inmuebles, se tornan imposibles de alcanzar, tanto sea en compra como en alquiler. Pues, el mismo motivo que tentó a esas familias que hasta ayer vivían en el campo, hace que los costos de los terrenos, en las ciudades, se eleven por las nubes: A los chacareros les ofrecen precios exuberantes -muy por encima del valor real – por sus pocas (100 o 200) hectáreas, y así se entusiasman sin pensar que eso es pan para hoy, y hambre para mañana.
El valor (o costo) porque no es lo mismo, de las tierras, es otra irracionalidad, dado que ningún productor agropecuario tiene su poca tierra para comercializarla. Él no es un inmobiliario, es un chacarero que trabaja allí, que produce los alimentos que el mundo necesita; ese hombre o mujer de campo no ganan nada con que sus hectáreas de tierra cuesten (no valgan) cincuenta mil pesos por unidad. Esa noble gente necesita tierras a más bajo costo, para poder adquirir – para sus descendientes – algunas otras cincuenta o cien hectáreas para seguir produciendo con fe y con esperanzas. Los que vienen extra fronteras, o los muy adinerados de adentro, echaron a perder todo aquello que ayer fue una delicia.
Entonces, la reforma agraria que propongo, y que está proyectada desde 1912 con El grito de Alcorta, se impone como una imperiosa necesidad. Las bases de esa reforma tienen que partir de una justa distribución de la tierra. Nada de terratenientes, pues esos latifundios no dan trabajo a nadie y, consecuentemente, los minifundios se van acabando. Hay que expropiar las grandes tenencias de tierras, las que, muchas veces, están sin cultivarse.
Produce –en proporción- mucho más la parcela de doscientas hectáreas, que aquellos latifundios de 10.000, 20.000, 30.000 y, a veces, muchas más hectáreas en una sola mano. Pero también los gobernantes tienen (deben) proveer del buen crédito, de semillas fiscalizadas, de herramientas a valores razonables, de búsqueda de valores compensatorios para los productos del campo, sin caer en abusos, por supuesto. Debe promoverse el riego artificial, para épocas de sequías.
Muchas medidas más habrá que implementar para lograr una verdadera reforma agraria, todo con el noble propósito de que no le falte alimentación al mundo: Pero nos falta la principal, y ésta es una vieja y siempre reclamada aspiración de quien esto escribe:
“Hay que crear las cooperativas de producción agropecuaria”. Y es, precisamente en este punto donde el estado debe poner, no sólo énfasis, sino, también, la regulación debida (tal vez el término regulación no guste a los que siempre critican pero nunca proponen ideas que no sean para su beneficio personal.)
Las cooperativas de producción agropecuaria, que deben marchar a?la par de las cooperativas de comercialización agropecuaria, serán el principal aliado de los pequeños chacareros. El gobierno debe apoyar la compra de – por ejemplo – dos mil hectáreas, y allí ubicar, en calidad de compradores de esas tierras, a diez productores, los que se ocuparán de?las más variadas actividades campesinas.
Aquí sí, aquello de "uno para todos y todos para uno". Todos tendrán que trabajar, casi al unísono, pero cada uno cultivará lo que considere conveniente, rotando, por supuesto, las tierras y los productos. Trabajando parejo, los resultados tendrán que ser, también, parejos.
En veinte mil hectáreas de tierra, pondremos cien familias, y así, sucesivamente, hasta lograr que, no solamente frenemos la emigración indeseable, sino, también la vuelta al campo de aquellos que un día, por las razones ya apuntadas, lo abandonaron y se fueron a pasarla peor en las ciudades. Con este sistema productivo, aumentaremos, velozmente, las áreas sembradas y, por ende, los quintales o toneladas cosechadas.
La ganadería
Hace 30 o cuarenta años atrás, cuando en el país éramos alrededor de 30.000.000 de habitantes, poseíamos cerca (o más) de 60.000.000 de cabezas de ganado vacuno, y hoy apenas llegamos a algo más de 45 millones: ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué esa disminución en el crecimiento, y en la misma existencia de cabezas? Porque se ha permitido, alocadamente, el faenamiento de vacas grandes y de vaquillonas, cuestión que trae, aparejada, la disminución de las pariciones:
La República Oriental del Uruguay, muchas veces más chica que Argentina, tiene más ganado bovino que nosotros. En la cuestión lanar, también, hemos disminuido, vergonzosamente, la existencia de unidades. Con las medidas que estoy indicando, es decir, con la creación de las cooperativas de producción agropecuaria, revertiremos esta crítica situación que nos puede llevar a un colapso irreversible.
Para la producción agropecuaria, hay que fundar un seguro colectivo y obligatorio, que esté a cargo de una aseguradora estatal. Cuando todo el mundo se asegure, los costos serán menos gravosos, además, si al estado le toca perder con ese organismo, no haremos otra cosa que ir poniéndonos a la altura de los países que subsidian a la producción agropecuaria. Con la sementera asegurada contra factores climáticos, con la humedad también asegurada por el riego, y con un resultado igualitario para el conjunto de la masa societaria mediante el sistema cooperativo, lograremos, no solamente el aquerenciamiento de los productores en su tierra, sino, también, el crecimiento de la alimentación que tanto se necesita. ¿O no hay hambre en nuestro país y en el mundo, y acaso no es la madre tierra (nuestra pacha mama) la que nos provee todos los alimentos, tanto para las personas como para las bestias, como así también para todas las especies arbóreas que hunden, en ella sus raíces?
Todo cuanto planteo debe estar asegurándonos el cuidado de la salud ambiental; allí se planteará la obligatoriedad (entre todos) de preservar las vidas, tanto humana, animal o vegetal, evitando contaminaciones, pues, si hay un vecino que falta a esa buena conducta, los demás?denunciarán tal anomalía.
La convocatoria de la Junta Abya yala por los pueblos libres, sobre alimentación, arraigo y biodiversidad, tiene, ya que se lo ha propuesto, una ineludible y humana misión que cumplir. “La libertad de los pueblos, la alimentación, el arraigo y la biodiversidad, son objetivos que se han venido postergando inexplicablemente.
El agua
Como potencial imprescindible, debe?ser custodiada con amor y?con celos, para que ningún pretendido “vencedor de la tierra”, nos la arrebate, y, junto a ello para evitar el derroche infrahumano, en el que caen los que creen que ese vital líquido,?es inacabable. Por eso, cuando hablo de riego artificial, lo hago en base a las torrenciales correntadas que se nos van, sin aprovecharlas, por los cañadones, los arroyos, o los ríos, cuando todos estos crecen y desbordan por el efecto de grandes lluvias. Al borde de estos colosos, hay que hacer embalses, dispuestos de tal forma que, al crecimiento de las aguas, vuelquen hacia esas grandes excavaciones, donde se acumularán millonadas y millonadas de hectólitros, que servirán, no solamente para riego, si no, también para?saciar la sed del ganado, para crear y criar peces y para hacer plantaciones de árboles en su derredor.
El federalismo
Yo soy uno los que ha sostenido, desde siempre, que la revolución de Mayo de 1810, así como la independencia de Julio de 1816, están inconclusas: de ahí debe ser, seguramente, que ralas ocasiones, el federalismo, tan proclamado y necesario, es una declamación más, a la que nos hemos ido acostumbrando hasta parecernos que es cierto que existe. Existe en las leyes y en la misma constitución, pero en los hechos es una mentira absoluta y ridícula. Es, llegado, entonces, el momento de actuar conforme a esas disposiciones legales, actuando ( el interior) con la energía y el valor, sin ataduras, para revertir este atropello perpetrado a las pobres cenicientas, o sea a los estados provinciales que se ahogan en la miseria y en la impotencia.
Los combustibles
Esta riqueza, por más importante que sea, no lo es tanto, como para que?lo extraigamos en forma no convencional: el fracking, será (o es ya) uno de los peores envenenamientos de ese producto del que ya hablábamos: el agua. Y aquí sostengo, sin petróleos líquidos o gasificados, podremos vivir, pero sin agua, y valga la paradoja, nos ahogamos todos. A esto lo escribí, hace ya mucho tiempo, en algunos versos, y también, en algún aforismo.
El sistema financiero
Nadie, salvo los hijos de ricos, tiene el financiamiento adecuado para comenzar, por su cuenta, alguna actividad. Esta actividad puede ser industrial, comercial, agrícola-ganadera, etc.,etc.. Cuando el sistema financiero – como ahora ocurre – no concurre, oportunamente con el auxilio necesario, todo intento de trabajo honesto?en forma de cuentapropista, no logra andamiaje; salvo muy pocas veces, un emprendedor logra abrirse camino. Se hace, pues, imprescindible la existencia de entidades?de servicio financiero, muy parecido a lo que fueron aquellas más de 900 cajas de créditos cooperativas, que surgieron allá por los años 50, 60 y 70, del siglo pasado. Todo aquello, tan lleno de nobles principios, fue barrido por el vendaval sin patria y sin alma de las dictaduras, y por el otro liberalismo apátrida, que también destrozó todo lo que había de popular y progresista. A los dirigentes del cooperativismo de créditos, no nos caben dudas, de que uno de los factores que impulsaron el derrocamiento de algunos gobiernos democráticos, fue, precisamente, la presencia y crecimiento de ese sistema de créditos, catalogado por las personas serias y honradas, como un verdadero servicio financiero, y no como un negocio de los pocos dueños de un banco SA.
Sistema salarial
No debemos esperar que la inflación se produzca, para recién, en base a esos aumentos de precios, fijar las escalas salariales. A los trabajadores en relación de dependencia, hay que retribuirles sus servicios acorde con lo que, realmente, necesita una familia para vivir dignamente y hasta para que les sobre, puesto que, con lo que le sobre, podrá – si él lo desea – independizarse, es decir, formar su empresa, la que, a la vez podrá dar trabajo a terceras personas. La plusvalía no debe ser un “fangote” de plata?que enriquece a toda velocidad al patrón, mientras que, el que le produce esa enorme riqueza, o sea el humilde jornalero, padece privaciones de toda índole. El sueldo es hoy en día, una de las pocas “mercancías” que se fía, ya que en empleado comienza a prestar sus servicios el primer día del mes, y cobra el último día de ese mes. Y también hay que tener en cuenta que cuando los sueldos se fijan en base a un (a veces) determinado costo de la vida, se lo hace después de meses de haber estado soportando esos mayores costos: durante esos meses el trabajador a sueldo, fue perdiendo, diariamente poder adquisitivo. A los aumentos salariales deben fijárselos mes tras mes, con un cuatro o cinco por ciento, acumulativos, hasta que, a vuelta de un año, se llegue a un 60 o 70 por ciento de mejoras salariales. ¿Y la inflación? Esta tiene que desaparecer totalmente, porque los comerciantes, los industriales y los?prestadores de servicios – mediante el mayor poder de compra de los asalariados- se resarcirán de ese aparente “perjuicio” que representará aquel progresivo aumento de sueldos.
La vivienda propia
Ya resulta difícil conseguir terrenos donde edificar, y el que los tiene, pretende precios de locura. ¿Por qué pasa esto?, por varios motivos pero citaré sólo dos: uno, los altos costos de los campos, de los ya hablaba, que repercuten en las ciudades, y dos, por el aprovechamiento del que tiene algún (o algunos terrenos) ociosos.
Las Cooperativas de Vivienda, y el gobierno igual, o los mismos particulares, se ven con dificultades para conseguir terrenos aptos para estos fines tan loables. Entonces ¿qué hay que hacer? Me contesto, hay que expropiar, igual que lo que ya mencionaba sobre las grandes extensiones de campos en pocas manos.
Los llamados basurales
Estos amontonamientos de residuos, que recogen de los domicilios, los mal llamados basureros, pues yo los denomino recolectores de residuos, deben tener un destino que todavía, ningún funcionario de gobierno les ha dado: Hay que fabricar máquinas trituradoras de lo que no sea aprovechable, moler esos residuos y darle un destino provechoso (no contaminante, eh!), que puede ser mezclado con piedras calcáreas con destino a?la compactación de las rutas pavimentadas. Claro, con esto los privaremos a los pobres e indigentes de los restos de comida o de otros elementos. Sin embargo, con una economía como la que estoy proponiendo, no habrían esos lamentables cuadros: Los con hambre, que van allí, a esos enfermizos y repugnantes sitios a buscar un sucio alimento, no existirían porque tendrían trabajo genuino y bien remunerado. Yo sé que todas estas medidas parecen una utopia. Pero no nos olvidemos que hay utopías realizables. Los locos dicen cosas que parecen locuras, y, con el transcurso del tiempo, los cuerdos las?realizan.
La educación y la salud
Ambas tienen que ser estatales, pero los gobiernos no deberán distorsionarlas convirtiéndola en una sucia feria, en la que se rematen los más puros valores de integración, de atención pareja para todos, acompañado todo esto del buen trato a los que a esos servicios recurren. La salud y la educación no serán una mercancía que se vende al mejor postor, como se remata el ganado en lugares destinados a ese fin.
El cooperativismo y el mutualismo
Ambas formas de vida, o sistema democrático de administrar la economía, no deben nacer por decreto de ningún gobernante. Las cooperativas y las mutuales?deben nacer con una sólida base societaria, pues, si esto no ocurre, su/s vida/s serán – no hay dudas – muy efímeras. Morirán tan pronto como nacieron. Partiendo de esa base, es que los poderes públicos, si alguna injerencia deben tener, no puede ser otra que la de contralor para que ambas no se desvíen de los nobles principios que las guían. El gobierno no debe trabar su accionar, muy por el contrario, debe apoyar su creación y su funcionamiento; eso sí, sin inmiscuirse en su labor de protección a sus asociados, lo que, de paso, contribuye al desarrollo de la economía de toda la población en la que están enclavadas.
*Aporte de Herminio Ludi al llamado de la Junta Abya yala por los pueblos libres a la presentación de estudios sobre producción sustentable de alimentos, arraigo, biodiversidad, y uso y tenencia de la tierra.
De la Redacción de AIM.
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