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Caleidoscopio
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Una guerra de burbujas

La guerra de Ucrania es considerada a veces como un aperitivo de la tercera guerra mundial, o como su inicio diferido con otro nombre. Tras la invasión nazi a Polonia el 1 de setiembre de 1939, Francia e Inglaterra tampoco iniciaron acciones militares contra Alemania hasta varios meses después, a pesar de haberle declarado la guerra.

Ahora, cuando la situación en Ucrania es difícil de calibrar debido a que la guerra que llega a nosotros es la de propaganda, no todavía la de bombas, drones ni misiles, hay otra guerra, esta vez de burbujas.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo en su momento que un país que no puede tomar sus propias decisiones no es soberano. En esa línea inauguró la soberanía de las burbujas y declaró la guerra al "champagne" francés, posiblemente como réplica a la intervención de Francia como proveedora de armas a Ucrania, aunque refunfuñante.

Rusia aprobó una ley que determina que el champán exportado a Rusia ya no podrá llamarse así, sino que deberá conformarse con la denominación de "espumante".

En cambio, la marca clásica de las burbujas francesas -el legendario invento del monje francés Dom Perignon, benedictino abad de Hautvillers en el siglo XVIII- el nombre de "Champagne", se reservará para bebidas producidas en Rusia.

De inmediato, como parte de esta guerra de burbujas, que también estallan aunque con ruido más amable, Francia frenó de las exportaciones a Rusia de Moet & Chandon; Veuve Cliquot y Dom Perignon.

La filial rusa de Moet Hennesy informó de la decisión de detener temporalmente la exportación de champagne mientras aparece una solución a este problema imprevisto.
Por lo pronto los franceses, de la Champagne o de cualquier otro lugar del suelo galo, no hablan de cambiar el nombre de su famosa bebida por "espumante". Es una cuestión de principio pero también un laberinto burocrático porque sería necesario certificar de nuevo la bebida y cambiar las etiquetas.

La palabra Champagne, nombre de una región de Francia donde estaba la abadía de Dom Perignon, es una marca de identidad para los franceses, que recuerdan al viejo abad llamando a sus hermanos al ver correr en la bodega del convento el contenido de una botella rota: "hermanos, hay un vino que tiene estrellitas".

"Champagne" es una denominación de origen protegida que hace referencia a la procedencia de un lugar preciso, la región de Champagne-Ardenas, creada durante la revolución francesa con territorios de las provincias de Champaña, Argonne y del principado de Sedan.

En todo el mundo de venden como Champagne bebidas espumantes producidas localmente; pero en los tiempos de la Unión Soviética el "champagne" era un dudoso alcohol con gas producido en tres semanas. Ahora, el decreto de Putin parece más un acto menor de guerra contra un enemigo de la Otan que una decisión comercial.

Leonid Rafailov, director de la empresa AST, distribuidora de vinos y licores en Rusia, dijo esperar que los franceses acepten denominar "espumante" a su "champagne".

De todos modos la cuota de mercado de la marca francesa es sólo el 2% del total de las importaciones de vinos espumantes en Rusia. Los importadores rusos dijeron un poco en broma que no habrá golpes de Estado ni suicidios en masa entre la élite rusa porque no puedan abastecerse de "Moet", aludiendo a una de mas bodegas francesas que pusieron el grito en el cielo.

Mientras estalla esta guerra particular, otros fabricantes de burbujas, los italianos, se frotan las manos esperando ventajas para sus productos. Advierten que este conflicto derivó ya en el aumento del 37% en las exportaciones de espumantes italianos a Rusia, como Prosecco, Asti, Vermentino, Grecco de Tufo o Erbalucce. El año pasado se descorcharon 25 millones de botellas de vino espumante italiano en el país de Putin.

Los franceses, en cambio, siguen enojados. El ministro de relaciones exteriores dijo que el conflicto se puede resolver dialogando, como no parece el caso de la guerra de Ucrania, pero si no es así, si lo rusos insisten en lo que entiende es una provocación, París recurrirá a la Organización Mundial de Comercio (OMC) si lo considera necesario.

Y será así porque la posición rusa no se puede aceptar en París: es un nombre que desde hace tres siglos ha estado ligado al esfuerzo, la calidad y la excelencia de los productores, y se ha impuesto en el mundo con otros aspectos de la cultura francesa, como la pintura o la literatura.

El nombre "champán" está protegido por en más de 120 países, y según los franceses la legislación rusa no asegura a los consumidores rusos una información clara y transparente sobre el origen y las características de los vinos. Por lo pronto, dejarán de exportar vinos a Rusia

Mientras esta lucha se acentúa, sigue en pie en Chelyabinsk, en Rusia, una casa construída en su totalidad con botellas de champagne del bueno, del francés con certificación de origen, lo que muestra la vitalidad que tuvo el negocio.

Un residente de Chelyabinsk, Hamidullah Ilchibaev, construyó la casa, que llamó “Palacio de Oz”.

Ilchibaev tenía la costumbre de construir cosas con las botellas de cerveza y de vodka; pero su obra magna fue el palacio de Oz, construida con 12.000 botellas de champagne que recogió a lo largo de tres años.
De la Redacción de AIM.

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