El Tao Te King es el libro esencial del taoísmo. Fue escrito hace más de dos milenios; pero expresa una sabiduría mucho más antigua. Observa que si el pueblo se rebela por hambre es porque lo agobian los impuestos y si no teme morir es inútil amenazarlo con la muerte.
El miedo a la enfermedad y a la muerte, al contagio que hacer ver peligroso al "otro", se muestra muy eficaz en la pandemia actual, que afecta al mundo entero y permitió por primera vez medidas como confinar en sus viviendas a los formalmente sanos, pero enfermos de temor, pobreza, claustrofobia y depresión.
Desde que existen estados, los políticos que los gobiernan -originariamente una banda de piratas en busca de botín, como los héroes de la Ilíada- han organizado su dominación al detalle, y la han revestido de los adornos y la han dotado de las complejidades de que es capaz la inteligencia que tienen a su servicio.
El temor es útil porque está relacionado con la eficacia del poder y sus beneficios. La cuestión es tan significativa que ha merecido la investigación científica exhaustiva, basada en los avances de la neurociencia desde hace algunas décadas, y ha permitido influir sobre la gente de manera antes impensable.
Los peligros del miedo
El miedo es uno de tantos recursos empleados en la naturaleza. Entre los animales, por ejemplo, hay herbívoros que quedan paralizados de terror a la vista de un depredador. Según una leyenda popular reveladora, el pequeño búho llamado caburé inmoviliza a sus víctimas mediante un chillido atronador que las aturde y confunde.
En el terreno humano, la cesión casi sin quejas de derechos por los que lucharon generaciones enteras es un síntoma de un cambio social drástico pero también de la importancia de una manipulación con base científica, fundada en el miedo y en el conocimiento creciente de los condicionantes de la conducta humana. Y de que existe la posibilidad de influir sobre las conductas de la mayoría de manera decisiva a favor de una minoría privilegiada.
En varias ocasiones, un exceso de presión o la aplicación inoportuna, demasiado codiciosa o en dosis mal calculadas, ha provocado una reacción contraria a la esperada. Algunos de esos casos son la masacre de la plaza de Tiannamen en Pekin, la Semana Trágica durante el gobierno de Yrigoyen en Buenos Aires, la comuna de París, la Semana Trágica de Barcelona, la matanza de siux en Woonded Knee, la represión de las rebeliones que enfrentó Roma, la "conquista del desierto" argentino, la cruzada contra los cátaros y tantísimos otros.
Tiananmen
Las movilizaciones de millones en abril y junio de 1989 en China, en reclamo de apertura política y castigo a la corrupción, terminó en la masacre de la plaza de Tiananmen en Pekín, donde los manifestantes enfrentaron a los tanques.
Los talleres Vasena
En enero de 1919, una huelga iniciada en los talleres metalúrgicos Vasena de Buenos Aires mostró la penuria de la sociedad sumergida, que los gobiernos de entonces ignoraban quizá más que los de ahora. Se produjo una rebelión de grandes proporciones, que terminó días después con 700 muertos según la policía y 1500 según la embajada de Estados Unidos. Los obreros entendieron el valor de la unidad en la negociación y los políticos que debían manejar las relaciones con los obreros desde el Estado, una lección que aprendieron bien.
La comuna
La idea de la autogestión se impuso en la comuna de París entre marzo y mayo de 1871. Los políticos franceses olvidaron entonces transitoriamente las diferencias con los políticos prusianos con los que estaban en guerra y se unieron contra la manifestación práctica de la idea. Actuaron juntos contra ella con el resultado de 30.000 muertos.
Ardió Barcelona
A fines de agosto de 1909 se produjo en Barcelona, España, una rebelión popular contra la convocatoria a filas para reprimir una rebelión en el norte de Africa contra los restos del imperio de ultramar español. La convocatoria admitía mandar a otro en lugar del convocado o librarse mediante el pago de alrededor de dos años de sueldo. La rebelión se dirigió contra el clero y las iglesias y fue aplastada por 10.000 soldados enviados desde Madrid.
No me da la gana
El domingo de ramos de 1766, los madrileños se enteraron de el rey Carlos III, gracias a su ministro el marqués de Esquilace, les prohibía usar capas largas y chambergos.
"Los italianos (Esquilace era italiano) no nos dirán cómo vestirnos", decían los bandos con que reemplazaron a los del gobierno había pegado en los muros.
Para empezar, se pasearon con capa y chambergo tradicionales frente a los cuarteles. El 23 de marzo hubo un tiroteo cuando dos madrileños se negaron a cambiar de vestimenta al grito muy español de "No nos da la gana".
Tras esos dos hubo varios miles en las calles, pidiendo la renuncia de los italianos y el regreso a las costumbres antiguas.
Al día siguiente la represión dejó 10 muertos y centenares de heridos. Los manifestantes aprovecharon que tras los disparos los soldados debían recargar sus armas para lanzarse sobre ellos y despedazarlos. En son de triunfo pasearon sus despojos por las calles. En total, más de 20 muertos.
Crucificados
En el año -73 hubo una revuelta en la una escuela de gladiadores de Capua, cerca de Nápoles. Allí había esclavos tracios, celtas y germanos. La revuelta tomó forma bajo al conducción del tracio Espartaco. Saquearon campos y aldeas y se fue sumando gente tan sometida como ellos, que repartían el botín igualitariamente entre todos.
En cierto momento, las tropas de Espartaco sumaban cerca de 100.000, aunque muchos eran militarmente inservibles. Cuando finalmente Roma logró derrotarlos, todos los sobrevivientes de la última batalla, unos 6000, fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia, para aleccionar sobre los procedimientos imperiales.
Tomó relieve entonces la costumbre de "diezmar" la tropa, es decir, hacer que sus propios integrantes maten a uno de cada diez. En el caso de la guerra contra Espartaco, fue resultado de la desobediencia de un general que creyó tener la victoria en las manos pero fue derrotado, desobedeciendo órdenes superiores. El balance del miedo hizo que los soldados aceptaran en adelante luchar esperando no morir antes que huir hacia la muerte.
De la Redacción de AIM.
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