El horizonte se ennegrece, los cultivos peligran y los paseantes se retiran lo más rápido posible frente a la que se les viene encima. La plaga de langostas realmente parece un castigo de alguna fuerza todopoderosa y cae como si de lluvia tratase sobre Egipto y otros países de Oriente Medio como Arabia Saudí y Omán.
Las fuertes lluvias y ciclones provocaron en febrero un aumento de la población de langostas del desierto. Viajan hasta 150 kilómetros al día, volando con la ayuda del viento, y ya han alcanzado varios países de la zona en enjambres. Irán, Omán, Qatar, Egipto y sus países originarios Eritrea y Sudán, se han convertido en su nuevo hogar, y se dirigen ahora a Afganistán y Pakistán.
Egipto prepara 55 bases para su control, ya que una sola de estas langostas come tanto como 35.000 personas en un día, lo cual supone una autentica ruina para la producción agrícola, el medioambiente y la seguridad alimentaria.
Las autoridades se centran ahora en reprimir la plaga antes del verano, cuando comienza su época de reproducción y podría ser del todo devastadora, y esparcen miles de litros de pesticida en las provincias donde ya se ha declarado el estado de emergencia.
No es la primera vez que Egipto se enfrenta a esta calamidad bíblica. En 1954 una plaga de langosta roja se comió 250.000 toneladas de maíz y, años más tarde, estos animales llegaron de nuevo en enjambres y pusieron alerta al país en repetidas ocasiones.
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