El primer ministro etiopé, Abiy Ahmed Ali, de 43 años, fue galardonado hoy con el Premio Nobel de la Paz 2019.
Nacido el 15 de agosto de 1976, Beshasha, Etiopía, recibió el premio "por sus esfuerzos para lograr la paz y la cooperación internacional, y en particular por su iniciativa decisiva para resolver el conflicto fronterizo con la vecina Eritrea", según se publicó el comité organizador en forma oficial.
"Nos sentimos orgullosos como nación", fueron las primeras palabras de Abiy Ahmed, según una nota emitida desde su oficina en Addis Abeba, que publica la edición internacional del diario El País de España.
El primer ministro etiope firmó la paz con Eritrea tras un largo conflicto y fue decisiva mediación en el proceso de transición en Sudán, que condujo este mismo año a un acuerdo entre civiles y militares.
La lucha del primer ministro continúa. Luego del evento en el que fue premiado, numerosas ONG destacaron su tarea y lo invitaron a seguir luchando por Etiopía y África.
"Este premio debería empujarle y motivarle a abordar los retos pendientes en materia de Derechos Humanos que amenazan con revertir los logros que ha hecho hasta ahora", dijo el secretario general de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, en un comunicado.
En una línea similar se pronunció el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, Jan Egeland, que resaltó sus "valientes esfuerzos para realizar ambiciosas reformas en Etiopía y ofrecer la mano de la paz a la vecina Eritrea".
Como nuevo galardonado, "ahora debe hacer por resolver las tensiones étnicas dentro de Etiopía una prioridad y trabajar incansablemente para llevar la paz a su pueblo", dijo, resaltando que dichas tensiones dejaron 1,7 millones de desplazados en el país, del total de 2,3 millones.
Abiy "debe seguir siendo valiente y trabajar para resolver las tensiones étnicas mediante medios pacíficos y poner fin a la miseria y el sufrimiento de los millones de desplazados", explicó Egeland, que en julio visitó el país africano.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, destacó que Abiy es uno de los motivos por los que habla de "los vientos de esperanza que soplan más fuerte que nunca en África".