La empresa del magnate ha recibido varias denuncias por permitir y tolerar el racismo en su planta en Fermont; “Hicieron que las condiciones de trabajo fueran tan intolerables que renunciaron”, dice la denuncia
El departamento encargado de vigilar las relaciones laborales en California presentó el miércoles una denuncia por repetidos maltratos y discriminación contra los empleados afroamericanos en la planta de Fremont, la más grande de la empresa automotriz en Estados Unidos. El proceso, iniciado después de recibir “cientos de quejas de empleados”, se suma a la investigación que las autoridades de la seguridad vial abrieron en diciembre contra la compañía por permitir jugar videojuegos a los conductores de medio millón de vehículos en las pantallas de navegación mientras los autos estaban en movimiento. Tesla desactivó esta función bajo la presión gubernamental.
El organismo encargado de la equidad laboral del estado de California (DFEH, por sus siglas en inglés) “encontró evidencia de que la fábrica de Tesla en Fremont es un lugar de trabajo donde los trabajadores negros enfrentan insultos racistas y discriminación en la asignación de tareas, disciplina, salarios y promociones”, dijo Kevin Kish, director de la agencia de gobierno en un comunicado publicado por Wall Street Journal y Bloomberg. “Los hechos en este caso hablan por sí mismos”, dijo agregó.
Antes de publicarse la acusación, Tesla emitió un comunicado el martes asegurando que "se opone a todo tipo de discriminación y acoso" y que está comprometido a ofrecer "un espacio de trabajo seguro, respetuoso, justo e inclusivo".
Pero extractos de la acusación, publicada por la agencia y presentada ante un tribunal de California el miércoles por la noche, ofrecen una imagen muy distinta.
Un trabajador “escuchó insultos racistas de 50 a 100 veces en un día”, señala la agencia. Además, algunos empleados con tatuajes de la bandera confederada solían enseñarlos para intimidar a los compañeros negros, dijo.
Otro trabajador “observó (la leyenda) ‘hang N’ [colgar N]escrito junto a un dibujo de una soga” en un baño de la fábrica. Los grafitis incluían esvásticas, “KKK” (en referencia al grupo supremacista blanco Ku Klux Klan) y “regresen a África”.
“El estrés causado por el acoso racial severo y generalizado, el riesgo de un altercado físico y una escalada con los acosadores, la discriminación flagrante, la disciplina desproporcionadamente severa y la inutilidad de las quejas, hicieron que las condiciones de trabajo fueran tan intolerables que renunciaron”, afirma la denuncia.
Por su parte, Tesla se defendió a través de las redes. En un posteo dijo que la empresa pedirá al tribunal que “pare el caso y tome otras medidas para garantizar que los hechos y las evidencias sean escuchadas”.
“Atacar a una empresa como Tesla que ha hecho tanto bien a California no debería ser el objetivo principal de una agencia estatal con autoridad fiscal”, apuntaron sus voceros.
En los últimos años, Tesla ha recibido numerosas acusaciones de antiguos trabajadores por acoso sexual y discriminación racial en Fremont. Pero muchas no llegan a los tribunales porque la automotriz exige a sus empleados a tiempo completo que acepten acudir al arbitraje privado en disputas relacionadas por su puesto.
En diciembre, seis mujeres se querellaron contra la empresa alegando una cultura de acoso sexual en la planta y en otras instalaciones.
En octubre, un jurado de San Francisco concedió cerca de 137 millones de dólares a un contratista negro que dijo que enfrentó “epítetos racistas a diario” en la planta en 2015 y 2016 antes de renunciar.
Owen Díaz (el contratista) contó que los empleados dibujaron esvásticas, pintadas y dibujos racistas alrededor del edificio y que los supervisores no frenaron los abusos.
Tesla ha recurrido ese fallo y negó tener conocimiento alguno de las conductas racistas que Díaz afirma que ocurrieron en unas instalaciones con alrededor de 10.000 empleados.