Los depredadores desempeñan un papel fundamental a la hora de estabilizar los ecosistemas, lo que podría ser más importante a medida que avanza el cambio climático.
El tiburón, uno de los depredadores más feroces del océano, también es uno de los más vulnerables. Tres cuartos de las especies de tiburones y rayas de mar abierto están en peligro de extinción, debido principalmente a la sobrepesca.
Durante años, los científicos han advertido que el descenso de sus poblaciones podría ser catastrófico. Como los tiburones son depredadores apicales que ayudan a mantener a raya la cadena trófica, es lógico que sean especies clave: aquellas que tienen un efecto gigantesco en sus ecosistemas. Sin especies clave, los ecosistemas cambiarían o incluso desaparecerían.
Sin embargo, en el caso de los tiburones, esta idea ha sido principalmente teórica. Los peces y sus hábitats marinos son difíciles de estudiar, ya se requiere equipo especial solo para meterse en el agua y observarlos. Las más de 500 especies conocidas de tiburones también varían en tamaño, se alimentan de animales diferentes y viven en entornos drásticamente diferentes, donde es casi imposible determinar la influencia de una especie.
Estas complejidades han obstaculizado las iniciativas anteriores para estudiar cómo los tiburones influyen en sus ecosistemas de arriba abajo. Por ejemplo, un estudio de 2007 parecía ofrecer pruebas claras de que la pérdida de tiburones blancos en el Atlántico Norte había provocado un exceso de rayas gavilán, que a su vez diezmaron las poblaciones de vieiras, almejas y ostras. Pero los científicos han cuestionado si el descenso de los bivalvos podría deberse a otro factor, como el tráfico de barcos.
«Queremos algo simple, pero no va a ser así», afirma Michael Heithaus, ecólogo marino de la Universidad Internacional de Florida y fundador del Shark Bay Ecosystem Research Project, que ha estudiado la bahía, un refugio de 22 800 kilómetros cuadrados en el oeste de Australia, durante más de dos décadas.
La investigación en Shark Bay ha demostrado que los tiburones mantienen sus ecosistemas no necesariamente como cazadores, sino como reguladores. Al mantener la resiliencia y estabilidad de sus entornos, los tiburones podrían ayudar a ralentizar el cambio climático y amortiguar los efectos de los fenómenos meteorológicos extremos, como las olas de calor y los huracanes.
Desentrañando un ecosistema
Shark Bay es un lugar ideal para estudiar cómo interactúan los tiburones con sus ecosistemas. Sus tiburones tigre son estacionales, lo que permite a los investigadores observar cómo se comportan otros animales cuando están presentes y cuando no lo están. El lugar Patrimonio de la Humanidad de la Unesco también alberga poblaciones saludables de depredadores y presas y densas praderas submarinas templadas, que ralentizan las corrientes, mantienen el agua limpia y proporcionan hábitat y alimento para muchas especies. Las praderas submarinas también atrapan dióxido de carbono, un potente gas de efecto invernadero, y estabilizan los sedimentos del fondo marino que almacenan el gas. Una vez el dióxido de carbono se queda atrapado en los sedimentos, puede quedarse ahí durante decenas de miles de años.
«No conozco otro lugar como este en la Tierra», afirma Rob Nowicki, investigador adjunto del Laboratorio Marino de Mote que ha estudiado con Heithaus en Shark Bay. «Es el entorno perfecto para poner aprueba todo esto a una escala muy grande».
Desde que Heithaus, un explorador de National Geographic, puso en marcha el proyecto en 1997, los investigadores han recabado datos sobre todos los elementos del ecosistema de Shark Bay, proporcionando los fundamentos para desentrañar sus complejas relaciones.
Un descubrimiento importante, publicado en 2012, demostró que los tiburones tigre controlan a los habitantes de Shark Bay, como los dugongos (parientes de los manatíes) y las tortugas marinas, ya que básicamente ahuyentan a los herbívoros hacia praderas submarinas tropicales, que son sumideros de carbono menos eficaces que las praderas submarinas templadas. En otras palabras, perder praderas submarinas tropicales no es tan perjudicial para el medioambiente como perder las templadas.
Pero en lugares donde las poblaciones de tiburones han disminuido y las tortugas marinas se han protegido, como el Caribe e Indonesia, los reptiles han empezado a consumir praderas submarinas en exceso, lo que podría obstaculizar los esfuerzos para reducir el cambio climático global, según Trisha Atwood, que dirige el Aquatic Ecology and Global Change Lab en la Universidad del Estado de Utah.
«En las dos últimas décadas, nos hemos dado cuenta de que los ecosistemas como las praderas submarinas son unos de los mejores almacenes de carbono del mundo», afirma Atwood. «Pueden secuestrar carbono mucho más rápido que cualquier bosque terrestre».
Basándose en la investigación de 2012, Atwood descubrió en 2015 que los tiburones tigre de Shark Bay también impiden que los herbívoros perturben los sedimentos llenos de carbono bajo las praderas submarinas templadas.
«No sugerimos que no debamos proteger a las tortugas marinas», afirma. «Lo que sugerimos es que hay que proteger a los tiburones para que regulen su consumo de alimentos».
Recuperación de fenómenos meteorológicos extremos
Shark Bay también ha ofrecido información sobre cómo los tiburones podrían hacer que los ecosistemas sean más resilientes a los efectos del cambio climático.
En 2011, una ola de calor marina extrema afectó a Shark Bay y destruyó casi un 90 por ciento de sus praderas submarinas templadas, dejando las restantes especialmente vulnerables. Sabiendo que las praderas submarinas necesitarían bastante tiempo para recuperarse, los investigadores lo vieron como una oportunidad.
«Queríamos saber qué ocurre en un mundo de Shark Bay en el que los tiburones tigre han sido pescados», dice Nowicki. «¿Podrían los dugongos venir y terminar el trabajo que comenzó la ola de calor?».
Nowicki y sus colegas dividieron las praderas submarinas de la bahía en parcelas y simularon su situación con y sin tiburones. Descubrieron que las praderas submarinas que no estaban protegidas por tiburones tigre se descontrolaban hasta el punto de colapsar. Por su parte, las parcelas controladas por ellos eran más estables, ya que los tiburones proporcionaban a las praderas submarinas más tiempo para recuperarse.
El estudio demuestra que los tiburones tigre son una verdadera especie clave en Shark Bay, dice Nowicki, y probablemente también lo sean en otros lugares.
«El hecho de que las poblaciones de tiburones grandes sean robustas puede ser importante para la estabilidad de los ecosistemas», afirma Heithaus, coautor del estudio. «A medida que los ecosistemas reciben más golpes, es probable que prefiramos tener poblaciones de depredadores intactas en lugar de cruzar los dedos y esperar que todo vaya bien».
Mantener la calma
Shark Bay ha ofrecido un panorama del papel tan importante que pueden desempeñar los tiburones como depredadores, pero Heithaus dice que ahora la cuestión es cómo se puede aplicar ese modelo en todo el mundo. «No se puede estudiar solo a los tiburones, hay que estudiar todos los aspectos del ecosistema».
Por ejemplo, Heithaus afirma también que hay pruebas de que las crías de tiburón sarda, que pueden nadar en agua dulce, depositan nutrientes vitales en los Everglades, pero aún está por ver cuán importante es esta infusión de nutrientes.
Nowicki compara la diversidad de los tiburones en un ecosistema con los soportes de un puente: la pérdida de cada especie elimina otro pilar que sostiene la estructura.
«El problema es que no sabemos cuándo va a ocurrir un derrumbe», dice. Pero con depredadores como los tiburones «tenemos que preocuparnos, porque si los perdemos nosotros podemos perder aún más».
Fuente: National Geographic.-