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La situación de los tiburones en aguas europeas

Los tiburones han disminuido significativamente en el Mar Báltico, el Mediterráneo y están bajo una fuerte presión en el Océano Atlántico. Algunas especies desaparecido hasta en un 98 por ciento por causas como la sopa de aleta de tiburón.

“El único miedo que debemos tener a los tiburones, es a su extinción”, afirma Aniol Esteban, de la Fundación Marilles. Durante la última década, los descubrimientos sobre el depredador más formidable —y demonizado— del mundo, han ido, por un lado, desde hallazgos tan fascinantes como que estos animales forman lazos de amistad, que algunas especies pueden caminar o que estos escualos migran enormes distancias, a, por otro lado, la devastación de descubrir más de seis especies extintas y cifras globales que rozan peligrosamente la extinción en muchas más.

Desde la década del 2000, cuando comenzó a descubrirse que las poblaciones de tiburones estaban colapsando a nivel mundial, la investigación sobre sus especies se ha identificado y ha traído consigo el descubrimiento de cientos de nuevas especies, pero también noticias tan devastadoras como que dos tercios de sus especies están amenazadas por la sobrepesca – en gran parte por la sopa de aleta de tiburón - , la pérdida de hábitat, la caza furtiva y el cambio climático.

“La vida en los océanos ha ido disminuyendo en todo el mundo debido a la sobrepesca, la destrucción del hábitat y el cambio climático. Sin embargo, solo el siete por ciento del océano está actualmente bajo algún tipo de protección”, afirma Enric Sala, explorador de National Geographic y fundador del proyecto de conservación de la National Geographic Society Pristine Seas, que se encuentra tras el 80 por ciento de los océanos protegidos del planeta.

La importancia de la protección de los ecosistemas es tal, que un estudio publicado en Nature Ecology and Evolution en 2017 afirmó que, si consiguiéramos aumentar las áreas protegidas tan solo un tres por ciento, el 99 por ciento de los tiburones más amenazados podrían salvarse.

¿Cuál es su situación actual?

“Los tiburones han disminuido significativamente en el Mar Báltico, el Mediterráneo y están bajo una fuerte presión en el Océano Atlántico”, afirma Nils Kluger, portavoz de la iniciativa ciudadana europea contra el tráfico de aletas Stop Finning, que ha superado esta semana más de un millón de votos para proponer una nueva legislación y será entregada al Parlamento Europeo este 31 de enero.

Un estudio del grupo de investigación Earth to Ocean sobre la pérdida de biodiversidad en el Mediterráneo alerta de que el estado de los tiburones y las rayas del Mediterráneo es extremo. En la última década, seis especies han pasado de la categoría de "vulnerables" a la categoría de "en peligro" y siete especies han pasado de la categoría "en peligro" a la categoría "en peligro crítico". Una de estas especies es la tintorera (Prionace glauca).

El mismo año, imágenes grabadas con un innovador sistema de video submarino remoto sacaron a la luz un dato escalofriante: el 50 por ciento de los tiburones del Mediterráneo viven con anzuelos clavados y algunas especies han desaparecido en un 98 por ciento, víctimas de la sobrepesca.

La ONG Shark Med pasó dos años diseñando este sistema que permite observar de cerca a estos animales, a menudo difíciles de encontrar debido a su baja densidad de población y a que viven en alta mar. El objetivo de este estudio era conocer mejor a estos animales y su estado de conservación actual, y también cambiar mala reputación tan distorsionada, que “ha eclipsado la verdadera situación de vulnerabilidad en la que se encuentran”, explica la organización. Las imágenes desvelan cómo la pesca accidental por palangre de superficie compromete gravemente la supervivencia de estas especies.

Víctimas de la sobrepesca

La mayor amenaza para las poblaciones de tiburones y rayas en el Mediterráneo es la sobrepesca: casi el 80 por ciento de todas las poblaciones evaluadas se consideran sobreexplotadas. Esto ha llevado a una caída severa en el número de tiburones en el Mediterráneo, lo que llevó al 43 por ciento de las especies de tiburones a una estar clasificadas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como "en peligro" o “en peligro crítico”.

La pérdida de biodiversidad se comprende cada vez mejor en tierra, pero las trayectorias del riesgo de extinción siguen siendo en gran parte desconocidas en el océano, según afirman los autores en el estudio de Earth to Ocean.

“La mayor amenaza es una maquinaria de pesca industrial que no es en absoluto sostenible”, explica Kluger. “A menudo, se les ataca intencionalmente, por ejemplo, en las pesquerías de palangre, que usan líneas que tienen 50 kilómetros o más y tienen un anzuelo con carnada cada pocos metros. Y una gran cantidad de estos anzuelos son capturados por tiburones”.

Además, según afirma, muy a menudo los tiburones también son víctimas de ser atrapados sin querer debido a los métodos de pesca, ya que donde haya grandes cantidades de peces en el agua, habrá tiburones cerca para cazar.

Kluger denuncia que esta sobrepesca también es abusiva desde buques europeos. “El problema de los tiburones es que no solo son el objetivo de las flotas de la Unión Europea dentro, sino principalmente fuera de las aguas europeas, por ejemplo, en el Océano Atlántico”.

Sin embargo, según denuncia Kluger, “la clave de la vulnerabilidad de los tiburones son sus aletas. Pueden alcanzar precios enormes que superan con creces las posibles ganancias de la carne de tiburón”.

La sopa de aleta de tiburón

Cada año mueren de 73 millones de tiburones únicamente por sus aletas y solo para hacer sopa de aleta de tiburón, según afirma Wild Aid y el grupo especial de tiburones de la Unión Internacional por la Naturaleza (Uicn SCC). El «finning» o pesca de aletas es una práctica brutal utilizada en la pesca en alta mar. Tras capturar a los tiburones, se les cortan todas las aletas y los cuerpos se arrojan al mar para no perder sitio a bordo. “Al no poder nadar, los tiburones se hunden en el fondo marino y mueren desangrados o asfixiados. El propósito de cazar tiburones por sus aletas es la sopa de aleta de tiburón”, denuncia Kluger. “Las consecuencias del actual comercio de aletas de tiburón son claras y simples: estamos poniendo en riesgo los ecosistemas marinos a gran escala al violar sus especies clave por una sopa”.

Este alimento es visto como un manjar popular en algunos países asiáticos. “Se vende a precios altos: una sopa puede costar hasta 100 dólares [unos 90 euros]por solo unos pocos gramos de aleta de tiburón seca”. Según denuncia Kluger, casi todas las aletas obtenidas por los buques de la Unión Europea se utilizan para alimentar el mercado asiático de aletas de tiburón, afirma. “Y esto no es un fenómeno nuevo. Europa ha estado alimentando los mercados asiáticos durante mucho tiempo”.

El cercenamiento de aletas fue prohibido oficialmente en 2013 por la Unión Europea, por lo que ningún buque puede desechar cuerpos de tiburones en alta mar y mantener las aletas a bordo. “El problema es que esto no ha cambiado nada: los barcos de la UE siguen cazando tiburones por sus aletas en grandes cantidades. Así que incluso el comercio legal es un gran problema”, denuncia Kluger.

“El cercenamiento de las aletas de los tiburones es una de las principales amenazas para la conservación de estas especies”, reconoce César Luena, vicepresidente de ls Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo. Sin embargo afirma que “del consumo de aletas de tiburón en la Unión Europea, no se dispone de datos detallados sobre la demanda o la venta de estos productos, pero podría considerarse bastante baja y limitada a nichos de mercado, teniendo en cuenta el desembarco de tiburones en la Unión Europea”.

Otro de los problemas a los que señala Kluger es la falta de control. “Una vez que se cortan las aletas, ya no se puede distinguir el origen. Y las cargas de aleta de tiburón a menudo contienen más de una especie, por lo que las especies protegidas se pueden ocultar muy fácilmente”, denuncia.

Como parte de la Cites, la UE desempeña además un papel activo para garantizar que el comercio de aletas y carne de tiburón no tenga un efecto perjudicial para la supervivencia de estas especies.

Para poner fin a estas prácticas insostenibles y facilitar el seguimiento y control de esta prohibición, se reforzó en 2013 con una estricta política de "aletas adheridas naturalmente" (Fnap) mediante el Reglamento (UE) nº 605/2013, que modificó el Reglamento de 2003. “Esto significa que está prohibido cercenar las aletas de los tiburones a bordo de los buques, y conservar a bordo, transbordar o desembarcar aletas de tiburón. En el caso de los tiburones explotados comercialmente, las aletas solo pueden ser cercenadas en el momento del desembarco”, explica Luena.

El peso de los tiburones en los ecosistemas

Como resultado de esta sobreexplotación, se pone en peligro el ecosistema marino, ya que los tiburones contribuyen a equilibrarlo gracias a su papel de depredadores principales en lo más alto de la cadena alimentaria. Los tiburones son muy importantes para los ecosistemas marinos y vulnerables a las actividades humanas.

Al igual que otras especies de peces, para proteger a los tiburones es importante gestionarlos de forma sostenible. Las medidas de gestión pesquera basadas en datos y en la ciencia para reconstruir las poblaciones sobreexplotadas y mantenerlas en niveles sostenibles constituyen el núcleo de los esfuerzos de la UE dentro y fuera de sus aguas, especialmente en el contexto de las Organismo Regional de Ordenación Pesquera (Orop).

Esto incluye la prohibición de la pesca, si la ciencia lo recomienda. Estos esfuerzos de protección se complementan con los instrumentos relacionados con el comercio, especialmente los de la Convención Cites que mencionábamos antes y que prevé la protección de las especies amenazadas contra la sobreexplotación mediante limitaciones comerciales, cuando se cumplen los criterios pertinentes y en consonancia con las normas de la Organización Mundial del Comercio.

“A veces los procesos legislativos pueden demorarse con el objeto de responder de la manera más equilibrada a las distintas necesidades identificadas”, explica Luena. “Desde el Parlamento Europeo consideramos que hay margen de mejora para proteger nuestros ecosistemas oceánicos y hemos recogido algunas peticiones al respecto dirigidas a la Comisión y a los Estados miembros en el informe que elaboramos sobre la Estrategia de Biodiversidad a 2030”, explica sobre el informe del cual fue ponente.

En la actualidad, la Comisión Europea está preparando un Plan de Acción para conservar los recursos pesqueros y proteger los ecosistema marinos que se presentará en la primavera de este año. "Tenemos muchas expectativas", afirma Luena. "Espero que la Comisión nos presente un plan ambicioso que venga a dar solución a las problemáticas existentes y que efectivamente proteja los ecosistemas marinos".

El compromiso de la Unión de respetar plenamente el rendimiento máximo sostenible en 2020 no se ha cumplido, que era un objetivo clave de la política pesquera común (PPC), por lo que es necesario buscar nuevas soluciones.

"Una de las mayores amenazas para el sector pesquero europeo es la sobrepesca, por lo que los objetivos recogidos en la Estrategia de Biodiversidad de la UE de proteger al menos un 30 por ciento de las áreas marinas, siendo el 10 por ciento protección estricta, es una medida necesaria y urgente", afirma Luena; "en marzo, la Comisión presentará también un Plan de Restauración de la naturaleza en el que tengo también depositadas muchas esperanzas y en el que espero que se aborden los hábitats, ecosistemas y especies marinas de manera adecuada".

Además de la legislación, las iniciativas privadas han logrado grandes avances en la protección medioambiental. El pasado mes de marzo la revista científica Nature publicó un estudio pionero a nivel mundial y dirigido por Enric Sala: Protección del océano global para la biodiversidad, los alimentos y el clima.

Por primera vez, este trabajo propone una solución integral para los grandes problemas medioambientales que nos apremian. Un equipo internacional de 26 autores determinó las áreas oceánicas que, si estuvieran protegidas, resolverían la crisis climática, alimentaria y de biodiversidad. Atendiendo a estas zonas podría protegerse más del 80 por ciento de los hábitats de especies marinas en peligro de extinción y aumentarían las capturas de pesca en más de ocho millones de toneladas métricas, según datos de National Geographic Society.

“Tenemos que actuar más rápido”, alerta Sala. “Pero actualmente hay una corriente que mira mucho a la naturaleza en general, y a los océanos en particular, que lucha por atenuar esa terrible huella que estamos dejando. El desafío es continuar ese progreso sin que sea a costa de la naturaleza”.

Fuente: National Geographic

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