Los ministros de Asuntos Europeos de los 27 Estados de la UE sin Reino Unido se reúnen este viernes en Bruselas con Michel Barnier, el negociador europeo para el Brexit, para debatir su respuesta al libro blanco que presentó Londres hace apenas 10 días y que propone un Brexit blando.
El texto, que salió adelante sin grandes apoyos en un momento de especial debilidad política para la primera ministra británica, Theresa May, será estudiado por los socios comunitarios con un aviso que lanzó este jueves la Comisión Europea y que empieza a calar en el seno de las instituciones europeas: países, empresas y ciudadanos comunitarios deben prever la posibilidad de que el 29 de marzo de 2019, la fecha fijada para que se consume la ruptura entre Bruselas y Londres, no sea posible alcanzar un acuerdo.
La realidad de un Brexit no amistoso cobra cada vez más fuerza en el seno de la UE. El documento oficial presentado por el Ejecutivo comunitario, el primero que contempla un futuro sin pacto, insta a prepararse "para todos los escenarios". Una ruptura abrupta provocaría controles de personas y bienes en las fronteras, por lo que el transporte entre Reino Unido y sus vecinos europeos “sufriría un fuerte impacto”, asegura el informe de 16 páginas de la Comisión, que constata que “no habría arreglos específicos” para dilucidar la situación de los ciudadanos. Bruselas sabe que las grandes empresas ya contemplan todos los escenarios, pero le preocupan las medianas y pequeñas, que pueden encontrarse con situaciones imprevistas. En este sentido, el documento anima a todos los operadores a “evaluar los impactos potenciales de un escenario de precipicio y tomar las decisiones económicas necesarias”.
Sin embargo, la importancia de esta comunicación de Bruselas reside en el mensaje político que envía. “Aunque trabajamos cada día para lograr un acuerdo, es evidente que la salida tendrá repercusiones y hay que estar preparados para todos los escenarios”, ha asegurado una portavoz de la Comisión. Aunque el documento se esfuerza por aclarar que pensar en planes de contingencia “no es una señal de desconfianza” en el proceso que lidera Barnier, la presentación de estos trabajos antes de la pausa estival resulta reveladora. La existencia de un grupo dentro de la Comisión Europea que trata de contemplar todos los escenarios no es nueva; desde hace nueve meses, trabaja a la sombra del equipo de Barnier para evitar el caos. Pero el anuncio de que intensificarán su labor y la llamada a las empresas a “asumir su responsabilidad” representa un paso adelante.
Este paso de la UE llega en un momento de confusión británica respecto a su salida del club comunitario, tras la tormenta política que se agudizó en el Gobierno de la primera ministra británica con la dimisión del titular de Exteriores, Boris Johnson, y el ministro para el Brexit, David Davis. En una nueva muestra de su debilidad política, May salvó por la mínima este martes una votación crucial en el Parlamento sobre la relación comercial con la UE tras el Brexit después de una enmienda presentada por dos diputados de su partido.
En la propuesta de Reino Unido para el divorcio con sus actuales socios se plantea a la UE un “acuerdo de asociación” que incluiría un “área de libre comercio” para bienes, una relación más laxa en servicios y una estrecha cooperación en materia de seguridad. El plan, de 100 páginas, tiene no obstante importantes omisiones: elude hablar de eventuales contribuciones económicas a cambio del acceso al mercado único que persigue, y aún es muy vago, aunque algo más flexible, en materia de libre circulación de personas y de jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE.
Fuente: El País