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La valiente decisión de una atleta que priorizó su salud a las Olimpiadas

La mejor gimnasta de la historia de Estados Unidos dio una lección magistral de cómo manejar la intensa presión que tienen los atletas de élite.

¿Qué tipo de campeona se retira en los Juegos Olímpicos? Una capaz de reconocer sus límites y detenerse antes de chocar con ellos. Por lo tanto, al retirarse de la competencia de gimnasia por equipos en los Juegos Olímpicos de Tokio, Simone Biles, la mejor gimnasta en la historia de Estados Unidos hizo una declaración tan poderosa como cualquier proeza que ha logrado como atleta: dijo “ya fue suficiente”.

Tras un desempeño errático inusual en las pruebas preliminares —según los altos estándares que ella misma se ha impuesto— Biles se dio cuenta de que no podría ejecutar su salto planeado en la final por equipos. Tras una cuidadosa deliberación, abandonó la competencia.

“Al final del día, también somos humanas, tenemos que proteger nuestra mente y nuestros cuerpos en lugar de simplemente salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”, declaró ante los reporteros tras la final, en la que su equipo ganó la medalla olímpica de plata.

Biles se suma a un grupo cada vez mayor de atletas jóvenes —incluida otra participante olímpica, la estrella del tenis Naomi Osaka— que están combatiendo el relato tradicional sobre ganar el oro a toda costa, incluso a expensas de su propia salud mental o física.

Como era de esperarse, se generaron bastantes reacciones negativas. Los críticos en Twitter lamentaron el suceso y declararon que ahora renunciar es más valioso que ganar y calificaron su decisión como una conducta débil y perezosa, propia de la generación Z. Sin embargo, en un mundo regido por las redes sociales, los atletas jóvenes de élite también tienen un nuevo poder: tienen más control sobre sus propias carreras y las narrativas que los rodean.

Es obvio que todo el mundo quiere ganar. Así que resulta emocionante que muchas de estas estrellas también estén reconociendo que ser la mejor significa conocer tus propios límites variables y cuándo debes soportar el dolor y seguir adelante… y cuándo es mejor no excederse. ¿Cuántos deportistas olímpicos hemos visto esforzarse y perseverar para luego derrumbarse cuando acaban los juegos? Hubo quienes compararon a Biles de manera desfavorable con Kerri Strug, la gimnasta adolescente que ejecutó un salto con una torcedura de tobillo para ayudar a su equipo a ganar en las Olimpiadas de 1996. (Más tarde, este acto heroico resultó innecesario; Estados Unidos ya tenía suficientes puntos para ganar).

De hecho, esa es una comparación digna, pero no de la manera que sostienen los detractores de Biles. Si bien fue rotundamente aplaudido en ese momento, y aún suele alabarse como un momento de gloria olímpica, lo que experimentó Strug fue horrible, se lastimó de manera seria mientras Estados Unidos vitoreaba. Jamás volvió a competir de manera profesional en su vida.

Así se ve el cambio: libertad para decidir.
Biles se ha dedicado a definir sus propios límites a lo largo de su carrera, y, por lo general, los supera y amplía. Ganó los campeonatos nacionales con los dedos fracturados y los campeonatos mundiales con un cálculo renal. Sobrevivió al abuso sexual por parte del médico de su propio equipo, Larry Nassar, y, en lugar de apartarse, se mantuvo firme y aprovechó su fama para lograr avances. Su deseo de ser un símbolo del cambio es parte de la razón por la que Biles decidió competir en estas Olimpiadas, según ha declarado.

Entonces, está claro que Biles sabe cómo resistir. Pero no cabe duda de que el peso de esa resistencia pasa factura. Esta semana, publicó en su página de Facebook: “A veces realmente siento que cargo el peso del mundo en mis hombros”.

Es posible que la presión que enfrentan los atletas ahora sea más intensa que nunca. Estamos en una época en la que cualquier analista deportivo aficionado puede escudriñar tu condición física, cuestionar tu compromiso o recordarte que los duendes que siembran dudas en tu mente quizá tengan razón.

Biles dijo que abandonó la competencia por cuestiones de salud mental, además de físicas. Pero ambas no son tan distintas, sobre todo cuando se realizan movimientos tan complejos como con los que Biles ha asombrado a las multitudes. (Algunos de estos ejercicios implicaron un riesgo tan grande que los jueces los calificaron con menor puntaje para disuadir a otras gimnastas, menos preparadas, de intentar ejecutarlos).

Simone Biles llevó la gimnasia artística a un nuevo nivel (otra vez). La gimnasta más destacada del mundo se ha convertido en la primera mujer en hacer un doble salto mortal con triple giro en competencia; el movimiento pronto podría llevar su nombre.

Además, a veces lo mejor que puede hacer una atleta para fortalecer su desempeño es tomar un descanso. Sobre todo, cuando está pasando por un mal momento, la manera más rápida de recuperar la vitalidad y la energía es alejarse para concentrarse. Después de dos actuaciones decepcionantes consecutivas, fue sabio de parte de Biles detenerse y despejarse, dijo Steve Magness, entrenador de rendimiento para atletas olímpicos y autor del libro de próxima publicación Real Toughness.
“Tenemos una idea errónea de lo que significa ser fuerte”, me dijo Magness. “No se trata de apretar los dientes y aguantar todo; se trata de tener el espacio para tomar la decisión correcta a pesar de la presión, el estrés y el agotamiento”.

Para la mayoría de nosotros es imposible comprender el tipo de presión que enfrentan los atletas de élite, comentó Magness. Y, al decidir retirarse de la final, Biles brindó una lección magistral de cómo manejar esa presión. En todo caso, es probable que haya ayudado a su equipo al ignorar su ego y abstenerse de participar cuando reconoció que no era capaz de dar su cien por ciento.

“El rendimiento se basa totalmente en la autoconciencia”, explicó Magness. “El objetivo es llevar tus habilidades a la altura del evento ese día. Así que Simone sabe muy bien cuándo arriesgarse y cuándo dejar pasar los retos descomunales, pero también está consciente de cuándo está dando de más y necesita reducir la intensidad un poco”.

Cabe recordar que Simone Biles no es un GIF viral que se mueve sin cesar en tu teléfono. Aunque vista un leotardo con la bandera de Estados Unidos, no trabaja para nosotros. Sin importar los sueños y las esperanzas que depositemos en ella, fue ella quien se ganó su lugar y ella tiene la última palabra. Los atletas, así como su salud física y mental, no son productos. Biles sabe eso y no está dispuesta a ser desechable. Al contrario, está invirtiendo en su longevidad.

Pese a todo el escándalo y las recriminaciones contra Biles por no competir, el equipo estadounidense dio una excelente actuación y se llevó la plata. En lugar de recluirse en su frustración, aclamó a sus compañeras desde las gradas, abrazó a las gimnastas rusas ganadoras del oro y publicó con orgullo en su cuenta de Instagram una fotografía de sus compañeras de equipo sonriendo con sus medallas.

Por último, tan solo son deportes. Como bien dijo Biles después de la competencia: “Hay cosas más importantes en la vida que la gimnasia”. Estos jóvenes tienen un talento extraordinario y rinden bajo una presión inimaginable, pero no son sobrehumanos. No tenemos ningún derecho de esperar que lo sean.
Por Lindsay Crouse para The New York Times

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