El primer ministro de Malta, Joseph Muscat, hizo en la tarde del miércoles un anuncio sensacional, que modifica las actitudes más intransigentes de países europeos. Muscat dijo que la nave de una organización humanitaria alemana, la “Lifeline” podrá atracar tras varios días flotando en los alrededores de la isla del Mediterráneo y descargar en el puerto de La Valletta a los 232 migrantes que rescató hace días en el canal de Sicilia, en aguas internacionales entre Libia, Italia y Malta.
Ocho países, aseguró el premier, se han comprometido a distribuirse los desesperados que están en malas condiciones debido al mal tiempo, el estrés y la angustia por no saber que iba a ser de su destino.
“Lifeline” pidió socorro a Malta para poder entrar en sus aguas territoriales y repararse de las tormentas y la mar gruesa en esa zona del Mediterráneo.
En la noche del martes fue autorizado pero no a atracar en el puerto sino permanecer en las vecindades porque faltaba la confirmación del acuerdo por parte de Alemania.
Los países que aceptaron recibir cuotas de los 232 migrantes son la misma Malta, Italia, Francia, Irlanda, Portugal, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.
El primer ministro Muscat dijo que “otros países miembros rechazaron acoger a migrantes”.
El intransigente ministro del Interior alemán, Horst Seehofer, que hasta ahora se negaba a acoger prófugos en serio contraste con la primera ministro Angela Merkel, sería ahora favorable a la acogida de los desesperados, pero con una serie de requisitos.
Muscat agradeció la mediación del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para lograr la redistribución de los náufragos.
El primer ministro maltés aclaró que la nave de la ONG alemana “será secuestrada para realizar una investigación, porque el capitán de la embarcación, Carl Peter Reisch, ignoró las leyes internacionales”.
Salvini, el gran vencedor
El duro ministro del Interior del nuevo gobierno populista, Matteo Salvini, gran vencedor de esta pulseada mediterránea por la distribución de los prófugos, dijo que en un mes de gobierno había conseguido que “llegaran los hechos”, tras años de palabras.
La Unión Europea había aprobado hace dos años un acuerdo general de redistribución de los náufragos por parte de los 28 miembros de la UE, que todos firmaron pero ninguno cumplió.
Italia fue abandonaba por sus socios en la tarea ciclópea de rescatar a los migrantes de las aguas tras partir de las costas de Libia y Túnez, para llevarlos a puertos seguros, casi siempre italianos, a aquellos miles de náufragos que partían de las costas de Libia y Túnez.