El Claro, que desemboca en el río Luján, luce irreconocible dado el cierre de actividades industriales. A partir de una comparación de muestras, una ONG quiere determinar responsabilidades
El arroyo El Claro se ve diferente, huele diferente; apenas algo de basura flotante se acumula en algunos embarcaderos. El parate por la pandemia del coronavirus dejó al descubierto un curso de agua que hasta cambió de color. La explicación que parece más obvia es la del freno de los vuelcos industriales, un problema diario de este afluente que atraviesa los distritos de José C. Paz, Malvinas y Tigre, que desemboca en el Río Luján.
Sin embargo, para corroborar el origen de esta contaminación una ONG de la zona que inició una denuncia penal pidió al Juzgado de San Isidro que se les permita tomar muestras del agua.
“El Claro desemboca en el municipio de Tigre y recibe a diario contaminación de fuentes industriales y domiciliarias. Por esa razón su olor es nauseabundo y el color es negro. Durante la cuarentena su aspecto mejoró a simple vista por el cese de la actividad industrial. El agua está impecable, con el color del Delta, sin nada de olor. Esto demuestra que mejorar la salud de los ríos es posible. Pero para determinar las responsabilidades necesitamos que nos permitan tomar muestras para compararlas con las que ya existen en la causa”, explicó a Infobae Hernán Asensio Fernández, patrocinante de la ONG Todos Juntos.
La causa está en manos de la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, quien intimó a la Autoridad de Agua (ADA), al Comité de Cuenca del Río Reconquista (Comirec) y al Comité de Cuenca del Río Luján a que elaboren un informe respecto a diferentes aspectos y según su competencia, como análisis de agua, nómina de empresas que realicen vuelco de efluentes líquidos al Arroyo El Claro y actas de inspección realizadas durante los últimos cinco años.
La jueza también pidió que se incorpore “un plano que refleje el recorrido del Arroyo El Claro y, de existir, un croquis con todas las bocas de vuelco de efluentes a ese cuerpo receptor que se encuentren habilitadas”.
Es que, a la causa por contaminación del curso de agua, que se inició en 2018, los denunciantes aportaron muestras del curso inferior del arroyo El Claro, a partir de la toma de seis muestreos según la influencia del área industrial y residencial en el cual obtuvieron la temperatura, pH, oxígeno disuelto y conductividad. Los estudios arrojaron datos muy preocupantes ya que se constató presencia de metales pesados, y compuestos químicos en niveles peligrosos para salud humana.
“Si entendemos que el agua potable es aquella que se utiliza para el consumos humano, el arroyo es uno de los afluentes de la cuenca donde después muchos isleños la toman directamente. En principio, hoy está contaminada. Lo que buscamos con esta denuncia penal es que se determinen las responsabilidades. Este arroyo recorre un triángulo industrial en la zona y buscamos que se trabaje seriamente. Especialmente los organismos de control, que son los que deben accionar en estos casos”, agregó el abogado.
El arroyo nace en el partido de José C. Paz, recorre entubado unos 4,2 km e ingresa a cielo abierto en Malvinas Argentinas. A lo largo de su recorrido recibe afluentes y, como se dijo, atraviesa zonas residenciales, industriales, rurales y un vertedero de residuos a cielo abierto.
Un estudio realizado por Ungs en 1999 ya daba cuenta del grave deterioro que sufrían los arroyos de Malvinas Argentinas. “El arroyo El Claro, en su tramo que recorre un predio de 78 hectáreas conocido como La Juanita, se presentaba entre los de peor estado junto al arroyo Las Tunas y siguiéndole en calidad se encontraban el Arroyo Darragueira, La Laguna el Polvorín y el Arroyo Claro en la zona de promoción industrial conocida como El Triángulo”, sostiene el informe. En algunos de los cursos de agua, el grado de contaminación presente era severo presentando riesgos tanto para la salud humana como para la vida acuática. La concentración de oxígeno disuelto se encontraba por debajo de los valores normales o los considerados necesarios para el desarrollo de la vida acuática.
En el diagnóstico realizado por la querella de la causa que tramita en el juzgado federal, se detalla que el curso de agua “atraviesa áreas residenciales donde la población es probable que tenga un contacto directo con sus aguas. Y con mayor énfasis, luego de su cruce con la Avenida Benavidez, dentro del Partido de Tigre, donde un gran número de nuevos emprendimientos inmobiliarios se han desarrollado o están en construcción. Por último, y para destacar por su potencial impacto sobre la salud de la población, en su desembocadura se asientan diversas guarderías de lanchas y embarcaciones”.
En el examen de la calidad de agua realizado el año pasado por la ONG se tomaron seis muestras en el curso inferior del arroyo. En todas las muestras el oxígeno disuelto en el agua es insuficiente para la vida acuática; también se detectaron altos niveles de fósforo y presencias elevadas de cromo, cadmio y plomo así como también de mercurio.
“Níquel, arsénico y estaño, fueron detectados por sobre los límites de detección del método, pero en concentraciones menores a los valores de referencia de la normativa utilizados”, se detalla.
“Son diversas las evidencias que, con claridad meridiana, exponen la alta intervención antrópica sobre el arroyo. Los parámetros identificados están vinculados no sólo al impacto sobre el entorno del arroyo (la protección de la flora y la fauna), sino principalmente sobre la salud humana. Es clave que las autoridades, el sector industrial como la comunidad inmersa en esta realidad, asuma acuerdos concretos para revertir en el corto plazo esta situación, y mantenerla en el tiempo”, indica el escrito presentado ante la justicia como forma de conclusión.
Cuenca del Luján