La producción mundial de plástico es tan prolífica, y su perdurabilidad tan grande, que este material dejará una huella inequívoca en el registro fósil de la Tierra.
La presencia de plástico, y en particular en forma de trocitos diminutos (comúnmente referidos como microplástico) que pueden penetrar con más facilidad que los trozos grandes dentro de tejidos vivos, es el tema de una nueva investigación, llevada a cabo por un equipo integrado, entre otros, por Jenni Brandon, del Instituto Oceanográfico Scripps, adscrito a la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos).
La fuerte proliferación de los plásticos a partir de 1945, a medida que el mundo se recuperaba de la Segunda Guerra Mundial y abrazaba esta nueva comodidad aportada por la química, podría servir como un marcador eficaz de un período de tiempo, que los científicos han calificado como "la Gran Aceleración", dentro de la era Antropocena. Los científicos definen la era Antropocena como la era geológica actual, durante la cual la actividad humana ha sido la influencia dominante en el planeta.
Muchos millones de toneladas métricas de desechos plásticos acaban yendo a parar al mar. El equipo de Brandon anticipa que las áreas cercanas a la costa podrían soportar una carga desproporcionada de desechos de plástico a medida que el crecimiento de la población costera continúe acelerándose.
En un estudio separado, Brandon descubrió que ciertos invertebrados marinos que se alimentan por filtración, los llamados sálpidos o salpas, ingieren microplásticos en cantidades preocupantes.
Si bien no es de extrañar que estos organismos coman plástico, Brandon se sorprendió por el gran volumen de microplásticos ingeridos: aproximadamente un millón de veces más de lo que se pensaba.
Microplásticos acumulados con el paso del tiempo
En el transcurso de sus investigaciones, Brandon analizó un núcleo de sedimentos del lecho marino, extraído frente a la costa del sur de California, en la cuenca de Santa Bárbara. El contenido de este núcleo abarca 200 años de historia geológica.
Brandon utilizó este y otros núcleos en su reciente estudio en el que descubrió que la cantidad de plásticos acumulados en el medioambiente se ha disparado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El fuerte aumento coincide con un aumento en la tasa de producción de plástico en todo el mundo y un aumento en la población costera de California durante el mismo período de tiempo. El equipo de investigación ha determinado que desde la década de 1940 la cantidad de plásticos microscópicos se ha duplicado aproximadamente cada 15 años.
Por otra parte, analizando muestras de agua de mar, Brandon encontró algunos de los microplásticos más pequeños en el agua de mar superficial y a concentraciones mucho más altas que las medidas previamente. Su método reveló que la forma tradicional de contar microplásticos marinos probablemente pasa por alto muchas de las partículas más pequeñas.
En el Instituto Oceanográfico Scripps se custodia una de las colecciones de zooplancton marino más importantes del mundo, cuyos primeros especímenes se remontan a 1903. Brandon diseccionó sálpidos de esta colección recolectados durante varios años de expediciones marítimas y de redes de monitorización a largo plazo en el Pacífico Norte.
De las 100 salpas que Brandon examinó a partir de muestras de agua recolectadas en 2009, 2013, 2014, 2015 y 2017, el 100 por cien tenía trocitos diminutos de plástico en sus intestinos. Los resultados sorprendieron a la propia Brandon.
Los plásticos en los estómagos de las salpas podrían viajar por la cadena alimentaria hasta las criaturas que se alimentan de ellas, incluidas las tortugas marinas, así como peces y cangrejos que forman parte de los animales pescados para consumo humano. Al final, este plástico podría pasar a los humanos en el plato de comida.
Fuente: Ncyt Amazings