Saltar menúes de navegación e información institucional Teclas de acceso rápido

El clima hoy en:

-

- -

El dólar hoy: (BCRA)

$852,5 / $892,5

Locales
Locales

Paternidad: Período de cambio crucial en la vida de los varones

Convertirse en padre lleva a un hombre a ver y vivir la realidad de diferente manera: 1) constituye una experiencia de las más significativas e impactantes en su vida, e 2) implica formas de negociación y organización familiar entre el padre, la madre y los hijos (as). En este artículo se analizan las relaciones y transformaciones que llevan a cabo los varones en su vida personal, actividad laboral y ejercicio como padre en la familia.

Cuando el hombre-padre deja de ser niño, hijo, se aparta de los amigos, fortalece su relación de pareja y establece una familia, donde él es el que responde por ella. Aprende nuevas formas de ser padre, cambiando las prácticas cotidianas, sus acciones y compromisos en la crianza. Reconoce sus limitaciones, temores, relaciones de autoridad pero, a su vez, se deleita en la convivencia con sus hijos e hijas.

La paternidad es uno de los ejes importantes de la identidad masculina. Ser padre es una práctica respetada en la vida de un varón, en donde los aspectos de su vida son reinterpretados con base en esta experiencia. El hombre-padre deja de ser el niño, el hijo, se aparta de amigos, fortalece su relación de pareja y establece una familia, donde él es el que responde por ella (Fuller, 2000). Por otro lado, Parke (1996, 2002) ha mostrado la importancia de la guía paterna en la familia, la sensibilidad de los varones hacia las conductas de sus hijos e hijas (antes sólo observadas en las madres, por su supuesto instinto maternal) y los cambios que viven los hombres a causa de paternidad. Estamos en un periodo de transición, en el cual coexisten relaciones de padres e hijos tradicionales matizadas por el autoritarismo y otras más igualitarias, mezclándose, incluso, dentro de una misma familia. De tal manera que, la forma de relacionarse de los varones con sus hijos e hijas está cambiando.

Al vincularse la mujer en el ámbito laboral, ha delegado actividades del hogar y el varón se ha involucrado en el ambiente familiar, tanto en lo doméstico como en la crianza de los infantes. Esto le ha permitido replantear su actividad como hombre y como padre porque se ha tenido que involucrar en la crianza; para muchos varones la convivencia con sus hijos e hijas ha sido novedosa y gratificante, se han abierto a nuevas formas de ser hombres y padres.

Hoy en día, los varones han ido aprendiendo nuevas formas de ser padres, teniendo como antecedente en la mayoría de los casos, el modelo tradicional que ellos recibieron, por lo cual han tenido que cambiar en las prácticas cotidianas sus acciones y compromisos en la crianza, lo que los ha llevado a reconocer sus limitaciones, temores, relaciones de autoridad, pero a su vez se han deleitado en la convivencia con sus hijos e hijas (Tubert, 1997; Flaquer, 1999; Fernández de Quero, 2000; Montesinos, 2002; Salguero, 2002; Torres, 2002).

En esta época de transición, tanto la estructura y conformación de la familia, como la participación social de hombres y mujeres ha venido cambiado (Iglesias de Ussel, 1998; Alberdi, 1999; Gimeno, 1999) y para numerosos varones el ser padres significa una labor ardua, ahora reconocen que no es conveniente el modelo tradicional de paternidad, por lo que se han involucrado en una búsqueda constante por encontrar algunos referentes que les indiquen como ser padres, es en la vivencia diaria a través de la relación con la pareja y los hijos e hijas donde tienen que ir construyendo nuevas manera de ser padres y de vivir su paternidad (Salguero y Pérez, 2008).

Ante esta nueva forma de ser padres para los varones, es conveniente analizar ¿Cuáles son los cambios que acompañan a la paternidad? ¿Qué sucede en su vida personal? ¿Cómo se modifica su vida de pareja? ¿Cómo se altera la rutina familiar? ¿Cómo concilian la paternidad con su vida laboral? ¿Cómo se resignifica su actividad laboral con la paternidad?

En este trabajo pretendemos analizar estos cuestionamientos, motivo por el cual presentamos tres grandes apartados: masculinidad y paternidad, donde mostramos algunos de los cambios en la vida personal de los varones al llegar el momento del nacimiento de sus hijos (as); familia y paternidad, en donde abordamos los cambios que viven los varones en su ámbito y dinámica familiar; trabajo y paternidad, en donde analizamos las relaciones y transformaciones que llevan a cabo los varones en dos contextos importantes en su vida, su actividad laboral y su actividad como padre en la familia.

Masculinidad y paternidad

Cualquier evento en la vida del ser humano provoca cambios que lo llevan a valorar y revalorar diferentes aspectos de su vida, de su familia, de sus aspiraciones y acciones; los múltiples acontecimientos en nuestra vida suscitan cambios, a veces temporales a veces permanentes. Algunos eventos provocan cambios casi imperceptibles, en tanto que otros promueven cambios extraordinarios y permanentes como es la llegada de un hijo o hija, lo cual modifica y cambia el ritmo y estructura de la vida personal, familiar, laboral y social de hombres y mujeres.

Ahora bien, si nos centramos en la vida de los varones nos preguntamos: ¿Qué cambios experimentan con la llegada de un hijo o hija a su vida? ¿Qué cambios se originan antes de nacer? ¿Qué cambios se producen al nacer el hijo o hija? En este apartado vamos a analizar algunos que ocurren en la vida de los varones cuando saben que van a tener un hijo o hija, cuando llegan a ser padres, cuando sus hijos son pequeños y cuando van creciendo.

Antes del nacimiento de los hijos e hijas   

Los varones manifiestan su deseo de tener un hijo, esto es interesante porque en general se ha supuesto que las mujeres son las que anhelan tener hijos o hijas, sin embargo, existen varones que desean tener hijos, que les da alegría cuando saben que han engendrado y que su pareja tendrá un hijo de ellos. Es importante notar que la mayoría de los varones han reconocido que ellos querían tener un hijo, no saben por qué, quizá eso es lo que les marcó la sociedad o las historias que de generación en generación han escuchado en las reuniones y comidas familiares porque, a ciencia cierta, no saben en sí cuál es la razón de querer tener un hijo y no una hija. Cabe mencionar que los varones que tienen hijos e hijas, o sólo hijas se sienten satisfechos con ellas, sin embargo en un inicio desean un varón que lleve su apellido, que tenga sus características físicas, buscan trascender en ellos y consideran que la crianza será más fácil con un hijo que con una hija.

Entre las satisfacciones que los varones asocian con la paternidad y decisión de tener un hijo, abundan los argumentos relativos a la idea de sentirse como un verdadero adulto, madurar, dar sentido a la vida, es decir, aspectos que resaltan las repercusiones de convertirse en padre sobre la identidad y el sentido de la propia vida. Esta situación conlleva consecuencias profundas y permanentes relacionadas con la diversificación del autoconcepto y el enriquecimiento de la propia identidad, ya que aparece una nueva faceta del sí mismo: el yo como padre (Vondra y Belsky, 1993 citado en Hidalgo, 2003).

Algunos de los varones hoy en día se preparan desde el embarazo para la llegada de su «huésped», pues en un inicio consideran que será como tener un huésped, no asumen  que se quedará para toda la vida y actuará como si fuera el dueño, más que como huésped. Es así que preparan su habitación, su cuna, ropa, pañales, juguetes, en fin, todo aquello que consideran será necesario para una estancia placentera, aunque señalan que el costo de un hijo o hija no se puede calcular, ya que se da en todos los niveles, moral, personal, económico, familiar y social.

Posterior al nacimiento de hijos e hijas   

Algunos varones que han visto nacer a su primer hijo, lo que les provoca un golpe emocional muy fuerte y una sensación que no pueden explicar, pues, por un lado les angustia ver a su compañera sufriendo con los dolores de parto, luego ver la cabecita del hijo cuando va saliendo por el cuello del útero, lo describen como un evento grandioso, ver un nuevo ser que es de ellos, que tiene su sangre, sus características, esto les resulta algo maravilloso y extraordinario. Cuando se menciona que los varones son parcos para expresar sentimientos, debemos tomarlo con cautela, porque muchos eventos, como la llegada de un hijo les hacen sacar sus sentimientos y aflorar sus emociones. Cabe señalar que es importante el tipo de relación y vínculo que el varón tenga con su pareja, porque esto influirá en la relación que tenga con los hijos e hijas. Si la relación con la pareja es armónica y comprometida, el varón se involucrará con su hijo o hija, de lo contrario es más probable que permanezca distante y alejado de ellos.

Después de este evento del nacimiento, los varones sienten la carga de la responsabilidad, ahora saben que tienen que responder por el hijo o hija, que ahora ellos son los que tienen la obligación de dar cuenta de las consecuencias de su comportamiento sobre el proceso de desarrollo de los hijos, y esto los hace llorar, andar como somnámbulos, ahora tienen que pensar en cómo lo van a formar, cómo lo van a guiar (Torres, Garrido, Reyes y Ortega, 2008).

El significado que los varones dan al evento de tener un nuevo hijo o hija varían, algunos piensan en nuevos compromisos, nuevas responsabilidades, más años de lucha, de trabajo, de esfuerzo para darle una buena educación, otros piensan si están preparados para este hijo o hija y para otro nuevo, porque pueden venir más. Esto también depende de si previamente han tenido hijos e hijas y la historia que han tenido con ellos y ellas. Es interesante que, en el silencio que usualmente se nota en los varones cuando acaba de nacer su hijo o hija, hay un cúmulo de ideas, pensamientos, sentimientos y emociones que andan dando vueltas y vueltas, tratando de dar un orden y solución; tal parece que el silencio refleja que todavía no encuentran cuál será la solución a todo eso que piensan, sienten, a sus miedos, alegrías, preocupaciones y lo que creen que se espera de ellos. Es importante percibir que en estos momentos los varones dejan de pensar en ellos y piensan en su familia,  pareja y  su recién llegado hijo o hija.

Una vez pasada toda esa época turbulenta del inicio de su paternidad, viene un poco de calma, algunos varones comienzan a aprender nuevas maneras de relacionarse, comunicarse con esta nueva personita, a documentarse de su crecimiento, aprenden a jugar, dormirlo, cuidarlo, darle de comer, cantarle canciones infantiles, cambiar los tonos de voz, llamar la atención del bebé. También comienzan a hacer un plan para el desarrollo de su hijo o hija, se vuelven más sensibles para entender las necesidades de los infantes, pueden darse tiempo para observar cómo van creciendo y aprendiendo sus hijos o hijas. Estos cambios en los varones también dependen de la relación y compromiso con su pareja, y de las creencias que ella tenga respecto de la participación de los varones en la crianza de los hijos y sobre todo de las hijas. Es importante notar que si las mujeres no «dejan» que los varones se ocupen de la crianza, es más fácil que ellos se «alejen», existen varones que luchan porque los dejen hacerse cargo de sus hijos o hijas, pero si la pareja y las mujeres cercanas (suegra, madre, hermanas, cuñadas) consideran que la crianza es cosa de mujeres, no los dejarán realizar las actividades y contribuirán a que el varón decida no tener problemas y ocuparse de lo que tradicionalmente se le ha asignado en la crianza: ser únicamente el proveedor económico.

Con la llegada de su hijo o hija los varones se sienten personas muy importantes, sienten emoción, gusto y ganas de estar con el hijo o hija, sienten una profunda preocupación si se enferma, si se siente mal, si algo le pasa, se enojan cuando alguien le hace algo que ellos consideran dañino, les angustia tener que disciplinarlos y sienten una gran motivación para hacer cosas, para luchar por ellos, para trabajar y hacer nuevos proyectos. Es una relación que motiva a los varones a no centrarse solo en ellos, sino que ahora existe otra persona que les ocupa sus sentimientos, emociones, pensamientos, deseos, planes y motivaciones. Es una etapa en que surge con mayor persistencia la generosidad, altruismo, desinterés y sacrificio en la vida de los varones a favor de su hijo o hija.

Todo esto sigue provocando cambios en la vida de los varones, pues ahora ya consideran cuidar su persona pues tienen que estar saludables para cuidar al hijo o hija y suplir sus necesidades, consideran que tienen que madurar, si aún no lo han hecho, se fijan en qué valores tienen pues esos les inculcaran a sus hijos, asumen que ya pasó el tiempo de juegos y relajos, ahora tienen que ser responsables y ser personas confiables para garantizar una educación eficaz en la crianza. Los planes y proyectos personales de los varones cambian: a veces la llegada de un hijo o hija los alienta a seguir con el matrimonio, a veces los anima a buscar nuevos trabajos con más tiempo para la familia, pueden truncar sus estudios o bien motivarlos a seguir estudiando.

Otros resuelven tener un cambio espiritual, un acercamiento a Dios para que los ayude en la crianza; la mayoría de los varones que hemos entrevistado mencionan que ahora tienen menos tiempo para sus cosas propias y aprenden, a ceder tiempo, pues su vida cambia, ya no hay salidas con la pareja al cine, a visitar amigos, tener vida social, ir a cenar en la noche, ahora todas las cosas son diferentes, el infante es el centro de las actividades que realiza la familia. Inclusive la perspectiva acerca del trabajo se transforma, ahora hay que trabajar para el hijo o hija, trabajar con más ímpetu, con más ahínco, ganar más sueldo para comprar cosas al hijo o hija; aprender a hacer más cosas para obtener mejor trabajo y mejorar la vida de los hijos e hijas. Todo el empeño y el fin es que no le falte nada.

Los varones ahora se atreven a hacer cosas que antes no se atrevían, cosas para solucionar los problemas económicos, emocionales, a veces hasta cambiar de país para darles una vida mejor. Tienen nuevas energías e ímpetus para aprender, realizar y mejorar su labor cotidiana. Desean que la vida de sus hijos e hijas sea mejor que la que ellos tuvieron en cuanto a comodidades, diversiones, disciplina, sin autoritarismos, golpes, sufrimientos, con una mejor relación entre padres e hijos (as). Los varones también cambian en cuanto a su comportamiento, formas de vestir, de peinarse, de arreglarse, porque se van transformando en ejemplo para sus hijos, y éstos comienza a imitarlos en lo que dicen y hacen, así es que esto hace que ellos tengan más cuidado de lo que hacen y dicen.

Durante la crianza de hijos e hijas   

De esta misma forma los hijos e hijas van haciendo más tolerantes a los varones-padres, a que vayan cediendo en su forma de ser, de ver la vida. Conforme el hijo o hija va creciendo y va cuestionando lo que el padre hace o dice, éstos van transformando sus ideas y sus actitudes, les permite también auto-cuestionarse e innovar nuevas formas de relación.

Es importante recalcar que la paternidad es vista como un proceso de relación, en el que la identidad de los participantes se va construyendo y reconstruyendo, donde se aprende bilateralmente replanteando continuamente nuevas maneras de ver y vivir la realidad (Figueroa, 1996). Es decir, la paternidad involucra un conjunto de relaciones posibles en diversas áreas o aspectos, tales como relaciones de amor, de cuidado, de conducción, educación y dirección; de juego y diversión, de autoridad, de aprendizaje recíproco, formadores de identidades, competencias sociales, valores y creencias. Una paternidad eficaz sería la que combinara, de forma armoniosa, todas estas áreas en la crianza (Torres, 2002).

Los varones también se enfrentan al cambio que se suscita cuando los hijos o hijas crecen y comienzan a tomar sus propias decisiones, ahora ya no son ellos los modelos, sino que pareciera ser lo contrario, los hijos e hijas buscan exactamente lo opuesto a lo que los padres dijeran, hicieran o pensaran. Esto los desconcierta, pero después asumen que sus hijos e hijas son personas diferentes a ellos con gustos, sentimientos y pensamientos diferentes. Ahora los varones se tienen que centrar en pensar que algún día se tendrán que marchar y son ellos los que los tienen que equipar para que sean autónomos y se puedan ir, pensar en los consejos que tendrán que darles, pensar en lo que sería importante para que sus hijos e hijas puedan tener una vida independiente y exitosa.

Acabaremos esta sección notando que los varones manifiestan que siguen pensando en tener un hijo antes que una hija, ahora no encuentran razón cimentada en ello, pero sigue estando este deseo presente. También suponen que el tener hijos es más fácil para identificarse con ellos como hombres, piensan que los pueden entender mejor y conocer sus necesidades. Consideran, los que no han tenido hijas, que con una hija hubieran tenido que hacer más cambios y la crianza hubiera sido más difícil.

Los varones que han tenido solo hijas manifiestan que querían enseñarlas, como lo hubieran hecho con un hijo, en el arreglo del coche, en pintar, en poner el piso, en hacer cosas que tradicionalmente han sido catalogadas como de hombres, pero que consideran que una mujer es capaz de hacerlas y, además, le es necesario saberlo; sin embargo, se han encontrado con la oposición constante de la pareja, aduciendo que las hijas como mujeres no deben aprender eso. En muchas ocasiones, los padres desisten de hacerlo (ante la constante oposición de la pareja), quizá dejando truncada una crianza más equitativa.

En general, los varones se sienten a gusto con su paternidad, valoran la relación con sus hijos e hijas, ceden su tiempo, esfuerzo, ocupación y atención en beneficio de ellos y ellas, es un acontecimiento que les provoca muchos cambios en su persona y que no les incomoda tener que hacerlos, es más disfrutan y gozan en su nueva vida al lado de sus hijos e hijas.

Familia y paternidad

En el ámbito familiar, el hecho de convertirse en padre constituye una experiencia que la mayoría de las personas afrontan en algún momento de su vida. Pero no por ser habitual es intrascendente: hay pocas experiencias a lo largo de la vida que sean tan significativas e impactantes para una persona como el nacimiento de los hijos.

Esta situación incorpora cambios importantes en la familia, considerada como un sistema social integrado por diversas personas, donde cada uno juega un rol y respeta relaciones interdependientes. Cualquier modificación en este sistema, impacta sobre cada miembro individualmente y sobre el sistema como tal.

Así, la pareja y la familia como sistema relacional tienen que afrontar la incorporación de un nuevo miembro, que triplica las relaciones diádicas (madre-hijo o padre-hija) que existían anteriormente. Los procesos de cambio y adaptación, las nuevas exigencias y la redistribución de papeles y tareas que requieren la llegada de un bebé son de una magnitud potencialmente considerable para el sistema familiar.

Cuando los padres aceptan a sus hijos, los enseñan a valorarse, a ser independientes, a afrontar los problemas que surgen en la niñez y la adolescencia, así como a explotar su potencial genéticamente heredado o adquirido por medio del aprendizaje.

Existen casos en donde el tener un hijo (a) provoca un grado extremo de sobreprotección, les surgen pensamientos que les hacen creer que al niño le pueden ocurrir cualquier tipo de sucesos, por lo que no le permiten realizar muchas actividades. Esto a la larga hará del niño un ser totalmente dependiente, miedoso, vulnerable que lo pondrá en desventaja con otros niños que hayan tenido un desarrollo y crianza totalmente opuestos. En cambio aquellos padres que no tienen conflictos emocionales aceptan la idea de que por ser el primer hijo tiene ciertos temores, ya que el terreno les es desconocido, pero saben que a la larga adquirirán experiencia, lo que les permite sentirse más tranquilos en el presente. En ambos casos, cuando llegan más hijos, los varones están preparados para prever y resolver cualquier situación de una manera más eficaz, madura y segura.

Esto da como resultado que los hombres se encuentren cada día más involucrados en la crianza y la educación de los hijos, así como en las labores del hogar. Inclusive aunque las madres siguen siendo las que proveen primero de cuidados emocionales y físicos al niño, ahora existen muchos padres jóvenes que se inician y participan en las responsabilidades de la paternidad, haciéndose cada día más común el cambio de roles, donde la madre realiza las labores históricamente asignadas a la «paternidad» y el padre la «maternidad», permitiendo por primera vez que la madre no tenga todo el peso o la carga de la educación del pequeño.

Sí a esto se le añade que muchas mujeres tienen que trabajar y el hombre se hace cargo de los hijos, no implica una amenaza para las mujeres en cuanto a perder su maternidad, al contrario, le da al hombre la oportunidad de proveer de cuidados a su hijo (a) como cambiar pañales, alimentarlo, cubrir sus necesidades emocionales y de permitirse desarrollar cualidades humanitarias en su vida y con los que le rodean. Es importante resaltar que el apoyo masculino fortalece la relación matrimonial compartiendo por igual la crianza de los hijos (as).

En el caso de los varones, la paternidad constructiva, surge a partir de que ahora la sociedad les exige involucrarse en la crianza y en el trabajo doméstico y esto rompe con sus ideas de que esa responsabilidad sólo recae en las mujeres. Sin embargo, también se dan situaciones en las que la paternidad negativa o ausente se da porque los hombres se sienten ajenos a los hijos, debido a que en algunos casos la pareja los excluye del cuidado de los niños de manera voluntaria o involuntaria, al no compartir ciertas actividades con ellas (darles de comer y cuidados básicos).

Una situación que interviene en el modo en que el varón se involucra en la educación y crianza de su hijo y, por lo tanto, le da o no la oportunidad de participar en las mismas, se da cuando nace el hijo y el padre se siente celoso porque el pequeño acapara toda la atención de la madre. Esta situación provoca que el padre se mantenga alejado del bebé, por lo menos un cierto tiempo en lo que se adapta a esta nueva experiencia y se percata que no está compitiendo con el hijo (a) por el amor de su esposa, sino que es pieza clave en la estabilidad emocional de la madre y en el óptimo desarrollo del pequeño. Así, poco a poco empezará a ayudar a su pareja en la alimentación, cambio de pañales e inclusive en actividades recreativas para su hijo, que le disminuirán a esta los quehaceres del hogar y la hará sentirse apoyada por su marido.

Aunque en ocasiones esos celos que el niño le generan al padre suelen ser justificados porque la esposa al estar al cuidado del pequeño, dedica todo su tiempo a éste y se olvida de que tiene un esposo que también requiere atención, inclusive hay casos de mujeres que realmente sustituyen al esposo por el hijo y al primero lo abandonan como si no existiera, mandándoles un mensaje directo que dice que sobra en esa relación.

Finalmente, se puede decir que los hombres y las mujeres construyen su concepción de paternidad o maternidad a través de diferentes instituciones como: la escuela, familia,  religión, también a través de los medios de comunicación y la ciencia misma, pero la forma muy particular en cómo ejercen la paternidad dependerá del género al que pertenecen y a los roles fuertemente establecidos por una sociedad relacionados con el ejercicio de la paternidad (Ortega, 2002).

Alteraciones de los hábitos cotidianos

Cuando la mayoría de los varones se muestran satisfechos tras haberse convertido en padres, se constata el reconocimiento generalizado de que la llegada del bebé ha modificado ampliamente los hábitos cotidianos previos. Los cambios o alteraciones más comúnmente referidos tienen que ver con las pautas de sueño, el tiempo libre, los hábitos sexuales, el tiempo para estar con el cónyuge y con los amigos, y la disponibilidad y gasto de dinero. En la mayoría de los casos, estos cambios son experimentados en sentido negativo, sobre todo aquellos cambios que se perciben como más duraderos: la falta de tiempo para uno mismo y las alteraciones en los estilos de ocio (Hidalgo, 2003).

La adopción de roles de género en la transición a la paternidad

La transición a la paternidad suele conllevar una acentuación del carácter estereotipado de los roles de género. Las mujeres suelen ser las que más cambian, experimentando una importante acentuación del rol femenino a raíz de convertirse en madres, mientras que en los varones, frecuentemente se muestra incertidumbre sobre los nuevos requerimientos en su papel como padre.

Las relaciones entre la madre y el padre  

Anteriormente se consideraba el acceso a la paternidad como una dramática crisis para las relaciones de pareja, se decía que la llegada del primer hijo traía efectos negativos para la relación entre la madre y el padre, sin embargo, actualmente esta idea ha ido cambiando en el sentido de que sí es cierto de que la llegada de un hijo modifica las actividades compartidas por ambos cónyuges y suele acarrear cambios en la distribución de roles entre ellos, la calidad y frecuencia de la relación conyugal se ve levemente alterada, pero a medida que pasa el tiempo surge una estabilidad en la evolución de cada pareja.

Como se mencionó anteriormente, la paternidad puede afectar la relación conyugal y la satisfacción que ambos cónyuges sienten acerca de la misma. Al respecto, Cowan y Cowan (1992 citado en Hidalgo, 2003) señalan que a partir de algunos estudios se observó que este decremento significativo en la satisfacción conyugal surge con mayor frecuencia en la madre, a diferencia de los varones.

Por Patricia Ortega Silva, Laura Evelia Torres Velázquez y Alejandra Salguero Velázquez de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala - Universidad Nacional Autónoma de México.
identidad paternidad

Artículos Relacionados

Teclas de acceso