El grooming y, en su evolución digital, el online grooming (acoso y abuso sexual online) son formas delictivas de acoso que implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza para luego involucrarle en una actividad sexual. En Argentina, se incrementaron los casos en un 50 por ciento, constató AIM.
El ciberacoso o grooming es una práctica que tiene diferentes niveles de interacción y peligro: desde hablar de sexo y conseguir material íntimo, hasta llegar a mantener un encuentro sexual.
Se trata de un proceso en el que se produce un vínculo de confianza entre la víctima y el acosador. Este intenta aislar poco a poco al menor, y lo consigue desprendiéndolo de su red de apoyo (familiares, profesores, amigos) y generando un ambiente de secretismo e intimidad.
En el caso del online grooming el abusador envía, a través de un medio tecnológico, material sexual al niño o niña. Además, se suele hacer pasar por menor y adapta el lenguaje a la edad de la víctima. Es una violencia igual de real que la física, pero de la que no se puede huir.
Según datos de Unesco, Argentina se encuentra entre los dos países con mayor cantidad de delitos de ciberacoso infantil en toda América Latina.
El Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (Cipdh) realizó un informe en donde analizó la incidencia del ciberbullying en toda la región y se enfocó en cómo afecta ese problema en especial a las poblaciones de niños y adolescentes de América Latina.
De tal manera, las cifras arrojaron que la Argentina ocupó el segundo lugar entre los países de América Latina más afectados por el ciberacoso infantil, sólo por detrás de México.
La lista siguió con Honduras, en tercer lugar, Costa Rica y Chile, mientras que Brasil ocupó el sexto puesto, Perú el séptimo y Uruguay el octavo.
Uno de los factores más complicados es la perduración de los actos violentos contra los niños y adolescentes. De acuerdo al relevamiento, el 90 por ciento de las víctimas advirtieron que el acoso se da de forma cotidiana y que el hostigamiento se perpetúa casi siempre durante meses. Además, más de la mitad de los hechos, el 60 por ciento, no son denunciados en forma y tiempo. ¿Los motivos que refieren las víctimas? La vergüenza o la falta de información.
Cabe destacar que, en Argentina, el Grooming es un delito penal, descripto en la Ley 26.904 sancionada el 13 de noviembre de 2013, donde se incorpora el artículo 131 del Código Penal, que establece lo siguiente:
Artículo 131: Será penado con prisión de seis meses a cuatro años el que, por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma.
Algunas recomendaciones
La empresa BTR consulting menciona algunos puntos a tener en cuenta para evitar el grooming, a saber:
Los padres deben estar atentos al material que generan los niños, no solo en las redes sociales, menores de cinco, seis, siete y ocho años pueden generar vídeos donde cantan y bailan y todo aparenta ser muy inocente, pero el peligro es evidente, los controles parentales por software se vuelven ineficaces.
Es importante entender que, si un niño publica imágenes de su entorno de manera recurrente, estos delincuentes pueden descubrir dónde viven, su contexto, situación familiar, conflictos y cuál es su situación emocional e impulsarlos a cometer diferentes actos. Por esta razón, es importante monitorear las redes sociales y los espacios en los que los niños navegan.
Los niños no deben hablar por redes sociales con alguien a quien no conozcan físicamente. Jamás hay que mandar fotos o vídeos a desconocidos. Los niños entregan su confianza muy rápido. Tienden a compartirlo todo por redes sociales. No tiene ningún sentido que un adulto desconocido entre en contacto por redes sociales con un menor y por tanto debería resultar una alarma en la cabeza de los menores.
Es el deber de los padres explicar que hay adultos que se hacen pasar por niños o niñas para engañarlos y conseguir fotos o vídeos suyos en actitudes comprometidas que luego pueden servir para chantajearlos. Ser populares, tener seguidores y “likes" está de moda y este es un comportamiento esperado hablando digitalmente, pero conlleva peligro.
Los padres deben estar atentos: ¿tenés un nuevo seguidor?, ¿no sabemos quién es? Quizás, nunca mejor dicho: debemos “ponerlo en cuarentena”, observar si juega con doble sentido, con indirectas.
Es importante recordar la supervisión parental del material que utilizan los niños diariamente en Internet, como también mantener el dialogo y la confianza, para que los niños se animen a contar cuando algo los está incomodando.