Finalmente la lluvia llegó a varias localidades de Corrientes. Los bomberos de Santo Tomé, una de las zonas más afectadas, se emocionaron hasta las lágrimas.
Desde el inicio de esta catástrofe ecológica fueron mucho los testimonios de las familias, emprendedores y productores rurales que lo perdieron todo, quebrados al ver el fuego arrasando con la flora, la fauna y el trabajo de toda su vida.
Bailaron, aplaudieron y se emocionaron cuando la lluvia empezó a ser fuerte y confirmaba que los iba a ayudar a seguir luchando contra el fuego que, desde hace casi dos meses, azota al menos al 10 por ciento de la superficie de Corrientes y devastó a su paso buena parte de los Esteros del Iberá, con sus animales autóctonos, bosques cultivados, campos de producción agropecuaria, viviendas y hasta escuelas. Esa era la postal, esta tarde, de los bomberos de Santo Tomé y de muchos brigadistas informales que celebraban con alegría la contracara de la naturaleza: pasaron de los incendios descontrolados a las precipitaciones que esperaban con angustia desde hacía semanas.
Aunque las lluvias se esperaban desde el inicio de la semana y llegaron recién hoy, se estima que contribuyeron a reducir en un 30 por ciento los focos de incendio. “Quedan muchos focos por combatir, pero estamos avanzando gracias al trabajo de más de 3000 personas movilizadas en todo Corrientes”, dijo hoy el gobernador Gustavo Valdés, que en las últimas semanas tuvo fuertes discrepancias con el gobierno nacional por las deficiencias en la tarea de combatir el fuego.
Las lluvias se iniciaron hoy en el sur de la provincia y se extendieron hacia el norte, la zona más afecta por los incendios forestales como Santo Tomé y Gobernador Virasoro.
Valdés informó en sus redes sociales que “la cantidad de incendios se redujo en la provincia un 30 por ciento”, aunque “quedan muchos focos por combatir”.