Los ríos Pilcomayo y Bermejo tuvieron bajantes extraordinarias En el cierre de 2022 el río Pilcomayo quedó sin flujo en el límite de Salta y Formosa. El coordinador el Sistema de Monitoreo y Alerta Temprana del curso trinacional, Luis María de la Cruz, definió a esa interrupción de "histórica" tras remarcar que no existen registros hidrométricos, como tampoco en la memoria de los lugareños, de un evento semejante en las últimas seis décadas.
Por ello, como otros especialistas, no dudó en calificarla como "una consecuencia directa del cambio climático". Por esos días en Misión La Paz llegó a medirse un caudal de menos de dos metros cúbicos por segundo, un volumen 20 veces menor que el de los estiajes de años anteriores. Áreas agrícolas y ganaderas de Formosa y Paraguay no vieron una gota de agua en el cauce durante casi un mes. De la Cruz hizo notar que una situación igual "nunca había ocurrido antes". La inédita bajante no sólo impactó en las producciones agrícolas y ganaderas, sino que también abrió serios interrogantes sobre el ciclo reproductivo de la ictiofauna del Pilcomayo.
Bermejo
En la cuenca del río Bermejo la sequía y las olas de calor también se tradujeron en una extraordinaria bajante que sacudió al país con penosas imágenes de grandes surubíes, dorados, sábalos, pacúes y bagres muertos en distintos tramos salteños del cauce binacional. El pasado jueves, en Embarcación, el Bermejo tenía un nivel de apenas 0,74 metros, una altura al menos tres veces menor que registros tomados en la misma fecha en años anteriores a 2021. Un informe oficial de la Comisión Regional del Río Bermejo (Corebe) confirmó que 2022 fue el de mayor estiaje (caudal mínimo) de los últimos 22 años.
La crítica bajante del Bermejo, y sus sedimentos, complicaron la navegación fluvial en las hidrovías del sistema Paraguay-Paraná. Desde la última semana de diciembre, y por más de 18 días, cerca de un medio centenar de grandes embarcaciones que transportaban diferentes productos a granel y en contenedores hacia los puertos quedaron varadas en el kilómetro 61 del río Paraguay, aguas abajo de la localidad de Pilar.
El norte, sin agua
Por la bajante histórica del Caraparí, otro río con nacientes en Bolivia, las poblaciones de Tartagal, Mosconi y Aguaray llevan 45 días sin agua potable en el norte salteño.
Juramento
El sistema Juramento-Salado no escapó a las generales de la severa sequía. El nivel del dique El Tunal, presa complementaria del embalse de Cabra Corral, perdió 10 metros. Días atrás el secretario del Club de Pesca 20 de Febrero de Metán, Federico Mahmud, afirmó que "no había ocurrido jamás" nada parecido y pidió "que las autoridades hagan algo para evitar una mortandad de peces".
El desastre que se teme en Metán por la alarmante caída de reservas de El Tunal ya tiene consumada la pesadilla a varios cientos de kilómetros aguas abajo. El norte de Santa Fe es una postal apocalíptica con arroyos sin agua, campos sembrados de vacas muertas y cultivos perdidos. Por la prolongada sequía, productores de cuatro departamentos de la zona de desastre ya perdieron más de 3.000 animales y claman por una orden que obligue a Santiago del Estero a abrir las compuertas del río Salado, que en el área de Tostado está tan seco como las represas.
Con la misma desesperación, desde Santiago del Estero se reclama que Salta aumente las erogaciones de agua del dique El Tunal hacia la cuenca media del sistema Juramento-Salado. En este critico contexto la intendenta de Vera, Paula Mitre, manifestó que en esa ciudad santafesina "la gente se está empezando a pelear por el agua".
Juan José Neiff, biólogo especializado en ecología acuática e investigador principal del Conicet, advirtió que "todavía no hemos visto lo peor" de la sequía que, aclaró, "se está dando no solo en la Cuenca del Plata, sino a nivel planetario". "Esto es comparable con las enfermedades crónicas que van produciendo efectos acumulativos: uno no se da cuenta hasta que llega la etapa crítica. Acá no hemos superado todavía la etapa crítica", graficó.
Sobre los extraordinarios estiajes del Pilcomayo, Bermejo, Paraguay y otros cursos de la Cuenca del Plata, Neiff sostuvo que "la bajante de los ríos vino para quedarse". Añadió que, "posiblemente, vamos a tenerla durante todo este año", porque la perspectiva de recuperación es "muy poco favorable" hasta abril.
Sobre la cuenca del Paraná, puntualmente, advirtió: "Ya van tres años en los que no tenemos reclutamiento de peces, porque al estar el río encajonado y con aguas bajas, no hay desbordes en las lagunas y bañados. Es decir que estamos en un período de achicamiento de la población de peces". anticipó.
Al respecto, el biólogo Enrique Derlindati puntualizó: "Desde 1998, con la firma del protocolo de Kioto, en donde muchas naciones se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sabemos cuáles son las actividades críticas en la regulación del clima y conocemos sus consecuencias. Pero aún con ese conocimiento, continuamos con un modelo global que nos destruye junto con nuestro entorno. En lo inmediato las proyecciones son pesimistas, no existe una salida inmediata a esta situación, pero debemos pensar a largo plazo y ser conscientes que en nosotros está la capacidad de mitigar y revertir el daño".
El investigador de la UNSa recalcó que, incluso reduciendo el razonamiento a lo económico, "la inacción genera pérdidas enormes en subsidios para los productores, combustible y vehículos para la distribución de agua, deterioro de los sistemas de captación y distribución del agua, costos en salud para contener brotes de enfermedades directas e indirectas, pérdida de ambientes y de la calidad de los servicios ambientales y pago de daños por la mayor frecuencia e intensidad de los incendios, entre otras consecuencias que, como vemos, no son a 100 años, sino inmediatas", finalizó,
Fuente: El Tribuno