Con 152 votos positivos, 38 negativos y una abstención, la Cámara de Diputados convirtió en ley el 23 de noviembre de 2016 el proyecto que obliga a debatir a los candidatos a presidente que hayan superado las Paso.
Se estableció así una norma que sería puesta en práctica recién tres años después, pero que establecía un parámetro legal para una eterna polémica signada por sillas vacías. En efecto, el disparador de lo que se convertiría en ley al cabo del primer año de la gestión Cambiemos fue seguramente la experiencia de 2015, cuando por primera vez se celebraron debates presidenciales, aunque de uno de los dos que tuvieron lugar en aquella oportunidad no participó uno de los principales candidatos.
El primer debate presidencial, al que asistieron 5 de los 6 candidatos.
Entonces, se resolvió dejar el atril correspondiente a Daniel Scioli libre, para exponer su ausencia. El candidato del Frente para la Victoria se autopercibía favorito para esas elecciones y de hecho venía de ser el candidato más votado en las Paso. Su ausencia en el debate presidencial organizado por un conjunto de organizaciones denominado Argentina Debate el domingo 4 de octubre no impidió que ganara igual las elecciones generales, mas sin la amplitud que hubiera esperado un candidato peronista.
Esa actitud del que se siente ganador y prefiere evitar exponerse a un debate tenía un antecedente muy recordado: la recordada silla vacía dejada por Carlos Menem en el programa Tiempo Nuevo de Bernardo Neustadt. Fue en la previa de las elecciones de 1989, tiempos de Alfonsín, cuando el candidato radical era el gobernador cordobés Eduardo Angeloz. El dato saliente entonces fue la ausencia del candidato peronista y su atril quedó vacío. Si bien se sabía que Menem no iba a concurrir, los productores del programa decidieron llevar adelante igual el programa.
“¿Se anima a conversar con nosotros mientras esperamos?”, le preguntó el periodista a un Angeloz que sentía que ganaba puntos con la ausencia de su rival. “Es lamentable la ausencia del doctor Carlos Menem. Creo que esta era una oportunidad brillante para que cada uno pudiera expresarle al país su punto de vista, su pensamiento, las ideas de lo que pretendemos hacer en el futuro, electos por la voluntad del pueblo, uno u otro, como presidente de la Nación”, arrancó Angeloz. Las elecciones eran el domingo venidero. Menem se impuso con amplitud.
Daniel Scioli sí concurrió a debatir en la previa del balotaje con Mauricio Macri. Ese debate tuvo picos de rating de 53 puntos y casi dos millones de menciones en Twitter. Un impacto para muchos inesperado.
Según escribía por esos días Carolina Ramos en este medio, “una hora y media de debate dejaron mucha tela para cortar, pero la contienda quedó marcada por frases y momentos salientes, los que quedarán en el registro de la memoria ciudadana. Quizá para algunos el pasaje más destacado fue la embestida inicial del exponente del kirchnerismo contra el líder de Cambiemos. ‘¿Quién va a pagar los costos del ajuste que va a llevar adelante?’, fue la muletilla que Scioli eligió para el debate. De Macri tal vez quede una chicana: ‘¿En qué te han transformado? Parecés un panelista de 678’”.
El debate en el Congreso
A partir de lo sucedido en 2015 con los debates presidenciales se impuso la idea de darle marco legal a los mismos. El tema comenzó a tratarse por el Senado, a partir de una propuesta del chaqueño Eduardo Aguilar (PJ-FpV). Se votó el 2 de noviembre de 2016, un día después de que empezara a debatirse en esa Cámara otra propuesta referida al tema electoral: la boleta electrónica, que ya tenía media sanción de Diputados, pero que terminó naufragando en el Senado.
En esa Cámara, mientras Diputados debatía el Presupuesto 2017, el autor de la norma argumentaba: “Las últimas campañas terminaron con nuestros candidatos bailando en shows televisivos (…) Estamos ganados por una cultura del entretenimiento y nos preocupa recuperar credibilidad para la política”. Valoró en ese sentido los dos debates que había organizado Argentina Debate.
El Senado aprobó la media sanción en noviembre de 2016.
Se opuso el kirchnerismo y la voz cantante fue la de la senadora Virginia García, por entonces cuñada de Máximo Kirchner, quien, si bien aclaró que ellos creían en los debates, se mostraban renuentes a “las condiciones que nos impongan los medios de comunicación dominantes y la televisión”. Y agregó: para “los que les gusta mirar Estados Unidos, allí no tienen una regulación obligatoria para los debates (…) Nosotros nos vamos a seguir negando a que la política tenga que ser entretenida”.
El proyecto fue aprobado con 46 votos a favor y 10 en contra, estableciendo la realización de dos debates, uno en el interior del país, que se llevarán a cabo dentro de los 20 y 7 días anteriores a la fecha de elección; más uno adicional en caso del balotaje, que debe tener que hacerse 10 días antes de la segunda vuelta electoral.
La transmisión debe realizarse por los medios públicos del país, y durante el debate “se suspenderá la publicidad electoral en los servicios de comunicación audiovisual y los anuncios públicos de los actos de gobierno”. Por otra parte, la norma estableció que, en caso que expresen su voluntad, los candidatos a vicepresidente también podrán protagonizar un debate.
Como dijimos, en la Cámara baja esa media sanción se debatió el 23 de noviembre. Miembro informante fue el entonces presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales, Pablo Tonelli, quien recordó que “si bien en la última elección tuvimos debate, lo cierto es que fue muy trabajoso ponerse de acuerdo en las condiciones y características”.
El debate presidencial de 2019
Desde el Frente para la Victoria, la entonces diputada Emilia Soria cuestionó “el apuro” del oficialismo para aprobar un proyecto que no había sido discutido en comisiones. “No tenemos elecciones presidenciales… a menos que alguno esté por tirar la toalla porque las cosas no le están saliendo bien”, disparó con ironía la rionegrina que hoy es intendenta de General Roca.
Margarita Stolbizer recogió el guante. “Solo algunos pueden estar en contra (de los debates presidenciales): son los que bancaron al candidato ausente en el debate; son los que bancaron a una presidenta que en 12 años nunca aceptó un debate; los que hicieron del culto a la mentira la posibilidad de estar bastantes años en el gobierno”.
En tanto, Carla Carrizo consideró que la experiencia del año anterior, organizada por Argentina Debate, no había sido buena, y remarcó que era necesaria una ley para obligar a los postulantes a debatir sus propuestas de campaña.
Ese debate no estuvo exento de polémica. Por el contrario, levantó temperatura durante la madrugada con un rotundo descargo del entonces diputado Diego Bossio, quien acusó a La Cámpora de “hacer perder al peronismo” poniendo “palos en la rueda” contra Daniel Scioli, en respuesta a su excompañera de bancada Mayra Mendoza, quien lo había tratado previamente de “traidor”.
El fuerte cruce se dio cuando la hoy intendenta de Quilmes pidió una interrupción durante la discusión por el proyecto de debates presidenciales obligatorios, para pedir que los legisladores nacionales se comprometieran a “la firma de un compromiso ciudadano” para “evitar que algunos diputados especuladores traicionen la plataforma que los llevó a estar sentados en una banca”.
La camporista no anduvo con rodeos y le puso a su pedido nombre y apellido. “Un ejemplo concreto de esto es Diego Bossio, que traicionó a sus votantes”, lanzó, en medio de murmullos en el recinto.
El exdirector ejecutivo de la Anses no se quedó callado y, como si la herida por la derrota electoral aun estuviera abierta, se descargó de lleno contra la agrupación kirchnerista. “¡Ustedes son los que hicieron perder al peronismo y se tienen que hacer cargo de la derrota!”, exclamó, y por si quedaban dudas ratificó: “La peor metodología de la política argentina la representa La Cámpora”.
Bossio, que en el verano anterior había abandonado el Frente para la Victoria para formar el bloque Justicialista, señaló: “Yo formé y formo parte del Partido Justicialista, y siempre traté a mis compañeros con absoluto respeto”. Denunció entonces que “los verdaderos responsables y los padres de la derrota, que no se animan a hacer autocrítica ni tienen la suficiente responsabilidad de decir las cosas como son, son los que vienen a plantearnos un manto de autoridad moral”.
“Hipócritas son aquellos que 15 días antes les tuvieron que decir que salgan a militar porque lo único que hacían era poner palos en la rueda al candidato del PJ”, sentenció el diputado, y agregó: “Hipócritas son aquellos que no reconocían los verdaderos problemas de la Argentina”.
En esa línea, y entre aplausos de sus pares, recordó que “decían que había un cuatro por ciento de pobreza cuando sabíamos que el 30 por ciento de nuestros compatriotas no tenían trabajo y no estaban en blanco”.
Fue un debate caliente de una jornada histórica: aquella a partir de la cual y de manera regular en vísperas de cada cita electoral presidencial, los argentinos pueden contemplar a sus candidatos a exponer sus ideas y decidir en consecuencia.