Por Fundación Barbechando, especial para AIM. La Cámara de Diputados nacional atraviesa un clima político cargado de tensión y estrategias inesperadas, reflejo de la cambiante dinámica de poder.
El Congreso Nacional vive momentos de alta tensión política al acercarse el cierre del período de sesiones ordinarias, reflejando las fracturas entre bloques y estrategias que delinean un panorama incierto. A pesar de los intentos de la oposición por avanzar con iniciativas como «Ficha Limpia», las divisiones internas y la falta de quórum en la Cámara de Diputados han marcado los últimos debates legislativos.
En un escenario donde los acuerdos son cada vez más volátiles, se destacan alianzas tácitas, como la cooperación entre el kirchnerismo y La Libertad Avanza en temas clave que ha generado cuestionamientos sobre la coherencia de las posturas y la capacidad de construir acuerdos sostenibles.
Las alianzas circunstanciales, han generado críticas y sorpresas dentro de los bloques, cuando la UCR y el Pro enfrentaron dificultades en avanzar con propuestas para limitar el poder sindical, enfrentándose con casi todo el arco opositor.
Este contexto refuerza la imagen de un Congreso donde los moderados parecen perder terreno frente a sectores más polarizados, y donde las alianzas tácticas se convierten en moneda corriente.
¿Extraordinarias sí o no? Esa es la gran incógnita y donde se centra la expectativa. El gobierno aún no definió si convocará porque la gran duda es el temario.
¿Será posible garantizar una gestión responsable de los recursos públicos sin un Presupuesto aprobado para 2025? El llamado a sesiones extraordinarias no debería obviar la importancia de incluirlo, ya que contar con un presupuesto aprobado por el Congreso es esencial. Este instrumento no solo fija prioridades económicas y sociales, sino que también establece límites que aseguran un control democrático sobre el gasto público, fortaleciendo la transparencia y la rendición de cuentas.
En conclusión, el cierre del año legislativo refleja un Congreso fragmentado, donde las apuestas políticas a corto plazo parecen prevalecer sobre los acuerdos estructurales necesarios para abordar las demandas sociales y económicas más urgentes.