Dentro de la polémica política desatada por la intención del gobierno nacional de intervenir la empresa agroexportadora Vicentín, con sede en Avellaneda, Santa Fe, el diputado nacional Luis Contigiani propuso como alternativa crear una corporación agroindustrial exportadora.
Contigiani fundó su idea en la convicción de que nuestro país enfrenta un fracaso, que definió: “neoliberalismo y estatismo bobo y poco transparente” y entiende que hay razones estratégicas que definen al Estado y que hay que tener en cuenta.
Sin embargo, la estrategia es ante todo el arte de conducir la guerra y no parece un criterio muy adecuado para definir al Estado.
El Estado está en continuo conflicto: interior, de dominadores contra dominados, y conflicto exterior, contra otros Estados contra los que quiere expandirse.
Es habitual que las elecciones presidenciales de los Estados Unidos vengan precedidas de alguna guerra de baja intensidad o escaramuza, un modo de transferir al exterior los conflictos interiores.
Cada vez que el Estado encuentra un obstáculo que no puede superar por sus medios habituales, estalla la guerra o la revolución.
En estos momentos con más fuerza que en otros, porque lo que algunos analistas llaman “Estado profundo” para mentar al poder real detrás del formal, a los que tienen en última instancia el sartén por el mando -y no son los políticos- ha enjaulado a la humanidad por el miedo, con el pretexto de la pandemia.
El camino para sostener el dominio está abierto a la élite porque la gente, aunque esté cansada, reaccionó al miedo instalado por la peste como el Estado profundo esperaba. Hasta ahora, una monumental experiencia de control social, que requiere recursos enormes, tuvo éxito. Los Estados-Nación ya están ahogados y quedarán reducidos a cáscaras, como las cabezas coronadas de Europa.
En general, los Estados no hacen prevalecer el interés público, del pueblo, porque desde su nacimiento el Estado es una organización de dominio de un grupo pequeño sobre otro numeroso: "Estado se llama al más frío de todos los monstruos fríos. Es frío incluso cuando miente; y ésta es la mentira que se desliza de su boca: “Yo el Estado, soy el pueblo”, dice Nietzche por boca de Zaratustra.
De la Redacción de AIM.