En la Biblia la lepra no es solo una enfermedad del cuerpo, sino ante todo del alma. Cuando los evangelios narran los encuentros de Jesús con leprosos, no hablan de curaciones sino de "limpieza"; usan un concepto ritual, no médico. Más que enfermo, el leproso era impuro, sucio. En consecuencia, al castigo divino debía seguir el humano: la exclusión de la sociedad para vivir aislado el resto de su vida.
La misa hereje
Un paciente diagnosticado de lepra en el medioevo europeo era llevado por el sacerdote a la iglesia; recostado sobre una sábana negra escuchaba misa por última vez, inmóvil como un muerto. Luego, fuera de la ciudad, le recitaban las prohibiciones: no podría entrar al poblado ni a las iglesias, mercados ni molinos, no podría participar de ninguna reunión social, no podría conversar con nadie en los caminos salvo manteniendo cierta distancia prescripta, no podría tocar los puentes salvo con guantes ni caminar por los caminos en la misma dirección del viento.
Inmediatamente recibía de la sociedad a la que había pertenecido el ajuar para el resto de su vida: una capucha gris, zapatos, una campanita para que la gente se alejara de él, una taza, un bastón, un par de sábanas, un cuchillo y un plato. Caminaba entonces hacia el campo abierto para permanecer aislado hasta la muerte. La lepra era la muerte en vida.
Morir en túneles
Es posible que algunos huesos humanos hallados en los túneles de Paraná, objeto de controversia histórica, sean de leprosos a los que se obligaba a refugiarse bajo tierra, porque Entre Ríos fue mucho tiempo tierra de lepra endémica.
En 1825 el congreso entrerriano sancionó una ley "de riesgo sanitario" contra ellos, tan extrema que fue vetada por el gobernador Juan León Sola, que en lugar de la norma que vetó propuso construir un hospital para recoger a los infectados.
La construcción del hospital fue dotada de fondos en 1858, cuando el gobierno de la Confederación Argentina ordenó un censo de enfermos del mal de Hansen, la lepra. Pero las vicisitudes históricas de aquellos tiempos impidieron construirlo.
Una confusión histórica
La lepra se llamaba entonces "elefantiasis" con una palabra proveniente de un equívoco medieval. El historiador César Blas Pérez Colman narra una anécdota: como los encargados de practicar un censo de enfermos no sabían qué significaba elefantiasis, consultaron. El comandante seguramente tampoco sabía, pero tuvo una corazonada: respondió que eran todos los que vivían en concubinato y envió una nota a Urquiza adelantando que los detendría y los enviaría a Paraná bajo custodia segura, aunque admitió que alguno se le escaparía.
Come prima, piú di prima
Algo de este tratamiento extremo dictado por el miedo queda entre nosotros, algo de aquella mentalidad bárbara atenuada ahora en crueldad y disimulada bajo la terminología de la ciencia, pero viva y dispuesta a renacer en cualquier momento. Ese algo es identificable: el miedo, el horror a lo desconocido, amenazante y peligroso.
En varias localidades entrerrianas se conocieron medidas para aplicar a los que se atrevan a viajar a Paraná. Ya no es la capital entrerriana la ciudad adonde los que viven amancebados en público pecado serán enviados amarrados, sino el lugar que recuerda la sede de la lepra en estos días. El Covid 19 es la pandemia que hace y hará más estragos de los que se pueden contar, menos por cualidad propia que por temor ajeno.
Por ejemplo, la municipalidad de Urdinarrain dispuso por decreto meter en cuarentena por 14 días a todos los que regresen de la capital provincial, Paraná, o de la cabecera departamental, Gualeguaychú.
Según el decreto del pueblo que lleva el nombre de Manuel Antonio Urdinarrain, un general de Urquiza, hay que justificar el porqué del viaje, y si no hay justificación que parezca suficiente, el viajero no podrá ingresar a Urdinarrain. El derecho a transitar libremente por todo el territorio nacional sin trabas feudales, consagrada por la constitución, queda abolido por miedo con el pretexto del cuidado de todos.
¿Qué tendrá el corona?
La municipalidad de La Paz anunció una medida similar aplicada a los paceños que regresen de Paraná, donde se declaró la "circulación comunitaria" del virus. Andar hoy caminando por Paraná es estar expuesto al virus del Covid 19, que ha provocado en la ciudad unos 10 muertos, contra los centenares que perecen cada año por la influenza común. Pero algo tiene el Covid en 2020 que no tienen coronavirus de otros años. Algo que motivó el estruendoso tratamiento y la machacona atención que recibe en los medios de prensa.
La municipalidad de La Paz recomendó no viajar a Paraná. Si algún habitante de la ciudad de Linares Cardozo estuvo en la capital debe consultar a la línea oficial de epidemiología.
En Concordia, el anuncio para los viajeros a Paraná es que se sometan a un hisopado, en particular el personal de salud que por razones laborales viaja regularmente a la capital.
Un criterio similar aplica Federación, fundado en que todo el que viaje a Paraná podrá contagiarse, como es el caso de cualquier enfermedad contagiosa. Pero el Covid 19 tiene una consideración tan especial como tuvo la lepra desde que apareció en la historia en la antigua Sumeria.
A esos municipios se suman con recomendaciones similares el de Villaguay, que pide hisopado, y los Colón y Santa Elena, que imponen cuarentena.
¡Qué tiempos aquellos!
Hasta hace medio siglo, los paranaenses debían navegar en lancha una hora para llegar a la vecina Santa Fe, a 28 kilómetros en línea recta. Entonces se inauguró el túnel subfluvial que se llamó "Hernandarias" con gran satisfacción: una obra del progreso. Pero medio siglo después, los paranaenses que viajen a Santa Fe deberán sortear un obstáculo inesperado: someterse a hisopado para mostrar que no son contagiosos, porque Paraná tiene ahora circulación comunitaria del virus del Covid, lo que significa que se perdió la pista de los contagios y la calle es un campo minado, agigantado por el miedo a una enfermedad menos grave y menos contagiosa que la influenza de todos los años.
El hisopado es una técnica muy molesta y muy falible, de amplio uso ahora y muy publicitada, que no detecta la enfermedad sino anticuerpos de distinto origen.
Todos hacemos fuerza
El gobierno provincial se sumó a estas prevenciones y pidió respeto por el decreto presidencial de necesidad y urgencia, que prohíbe expresamente las reuniones familiares y sociales, y extremar medidas de protección tales como distanciamiento físico de no menos de un metro y medio, uso obligatorio de barbijo, lavado frecuentísimo de manos con agua y jabón, uso de alcohol en gel y correcta higiene de superficies de contacto.
De la Redacción de AIM.