En su libro "Qué quiere el Tío Sam", Noam Chomsky lo deja en claro: todos los recursos naturales del mundo. Basados en algunos teóricos como el filósofo Leo Strauss, judío alemán nacionalizado, discípulo del nazi Carl Schmidt, los planificadores estadounidenses decidieron llamar "comunistas" a todos los gobiernos que negaran sus recursos a los Estados Unidos, sobre todo a los que se interesaban en sacar adelante a sus pobladores, lo que inevitablemente redundaría en presión sobre los recursos naturales, que debían reservarse para el país hegemónico.
Entre esos planificadores y sus seguidores están Robert Kagan, su hijo y su nuera Victoria Nuland, ideóloga de las "revoluciones de colores" en Europa y Oriente Medio, del golpe ucraniano de 2014 y luego de la actual guerra en Ucrania.
En esa línea están las declaraciones recientes de la jefa del comando sur norteamericano, la generala Laura Richardson, que conviene recordar porque pueden contener la clave de algunos movimientos políticos sudamericanos.
"¿Por qué es importante esta región? El 70 por ciento del litio del mundo está en el triángulo del litio, entre Bolivia, Argentina y Chile. En Venezuela hay petróleo, cobre y oro". Según Richardson, el adversario número uno de Estados Unidos es China, pero el número dos es Rusia, que tiene buenas relaciones con Cuba, Venezuela y Nicaragua. Hay nueve países de Abya Yala que tienen equipos rusos, "y estamos trabajando para reemplazarlos con tecnología militar de Estados Unidos".
Luego Laura cambia significativamente el tiempo verbal y dice sin bozal "tenemos los pulmones del mundo en el Amazonas y el 31% del agua dulce en esta región". Sin vueltas, se refirió a los "actores estatales malignos, y muy malignos de la región", que son simplemente los que colaboran en Abya Yala con la república Popular China, que para disgusto del hegemón, pasó de un comercio con nuestra América de 18.000 millones de dólares en 2002 a 400.000 millones por estos años con la posibilidad de llegar en breve 700.000 millones.
Ante estos números, que Estados Unidos no puede neutralizar por vía comercial, Richardson sostuvo: "debemos intensificar nuestro juego", y lo están intensificando.
Del intenso juego de los Estados Unidos da cuenta la destrucción de Bagdad y sus tesoros históricos, las guerras de Corea, de Vietman, de Afganistán, el bombardeo de Belgrado, la conversión de Libia en un mercado de esclavos, las matanzas en las calles de Panamá para apresar a Noriega, un agente de la CIA insubordinado, lo mismo que Sadan Hussain, Siria, Gaza y en general unas 300 intervenciones militares desde la independencia en 1776, incluyendo la masacre de los indígenas de las praderas.
Aunque es temprano para dar alguna perspectiva acertada, el fallido golpe del 26 de junio en Bolivia, posiblemente tenga algo que ver con el triángulo del litio y la necesidad del poder hegemónico de apoderarse del recurso sin la mediación de gobiernos poco confiables.
Cuando el consejero de seguridad nacional, Zbigniew Brzezinski, polaco rusofóbico, vio que el ascenso de China era imparable y la hegemonía mundial estadounidense imposible, recomendó al presidente Carter asegurarse el dominio de América Latina, el patio trasero, y sus recursos, además de controlar la población. En eso están.