Entre el 7 y el 11 de mayo se desarrollará en La Habana (Cuba), la inauguración del trigésimo séptimo período de sesiones de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (Cepal-ONU) que hará foco en torno a la ineficiencia de la desigualdad, la incertidumbre y creciente tensión del mundo actual, la dependencia económica de los países mas vulnerables respecto de las potencias centrales y los organismos crediticios, la segregación de las poblaciones migrantes en los centros urbanos cada vez más fragmentados y el deterioro del medio ambiente al compás de un calentamiento global imparable.
Es en este sentido que la igualdad a la que refiere la comisión es con arreglos a la igualdad de medios, de oportunidades, de capacidades y de reconocimiento de las personas entre sus pares, “a partir de 2010, este compromiso adquirió un énfasis especial en la igualdad, que se expresa en los principales documentos sometidos a consideración de los países de la región en los últimos cuatro períodos de sesiones. Así, por casi una década, la Cepal ha posicionado a la igualdad como un valor fundamental del desarrollo y un principio ético irreductible, en sincronía con la creciente relevancia del tema en las demandas ciudadanas y el debate de políticas”, podemos leer en las primeras líneas del documento que servirá de guía para el encuentro y desde donde surgirá un nuevo plan de acción y sugerencias.
La igualdad de medios se traduce en una distribución más equitativa del ingreso y de la riqueza. La igualdad de oportunidades, en la ausencia de discriminación de cualquier tipo en el acceso a posiciones sociales, económicas o políticas. La igualdad en materia al acceso de oportunidades hace referencia a habilidades, conocimientos y destrezas que los individuos logran adquirir y que les permiten emprender proyectos de vida superadores.
Desde la perspectiva de los derechos humanos, se afirma que con una eficiente conjugación de estos factores antedichos eleva el potencial productividad y aprovechamiento de las poblaciones; el documento que se posiciona crítico respecto de las brechas entre incluidos y excluidos en la actualidad, destaca que la desigualdad no es solo un resultado a modo de variable de referencia o ajuste, sino que es determinante a la hora de medir el funcionamiento de las economías y el bienestar social, porque condiciona el acceso de los agentes y modela las reglas de juego en los mercados. “Las políticas en favor de la igualdad no solo producen efectos positivos en términos de bienestar social, sino que también contribuyen a generar un sistema económico más favorable para el aprendizaje, la innovación y el aumento de la productividad”, afirma.
La búsqueda de la igualdad y la eficiencia en un marco de sostenibilidad ambiental se ha hecho especialmente urgente a la luz de las tendencias recientes en el escenario internacional, que ha pasado por profundos cambios económicos, tecnológicos y geopolíticos. Después de casi un decenio del inicio de la crisis financiera global, por primera vez los tres grandes bloques económicos (Estados Unidos, Europa y Asia Oriental) están creciendo simultáneamente, aunque a ritmos muy disímiles, al mismo tiempo que los países en desarrollo estarían aumentando su crecimiento sobre la base de la recuperación de los precios de los recursos naturales. Por su parte, la revolución digital se está acelerando, impulsada por el avance de las plataformas digitales globales y los efectos de escala y de red derivados de la difusión del acceso a los servicios digitales a casi dos tercios de la población mundial y su creciente importancia en los sectores económicos.
A pesar de la disminución de la desigualdad entre naciones, en las regiones más desarrolladas la desigualdad interna se encuentra hoy en su nivel más alto en décadas. La única excepción a esta tendencia es América Latina que, en la última década, alcanzó su mínimo histórico en términos de concentración del ingreso, aunque manteniéndose en los mayores niveles de desigualdad del mundo y se teme que en las próximas estimaciones esta tendencia se agudice a la luz del giro político-económico que ha sufrido la región.
Debemos tener en cuenta que las sugerencias de la Organización de las Naciones Unidas y sus comisiones regionales, siempre son de carácter no vinculante para los Estados parte y que además quedan en el análisis y lineamiento programático por el mismo carácter, sin embargo es interesante poner en debate y tensionar con los datos de nuestra realidad cotidiana donde los indicadores de pobreza, exclusión y ruptura del tejido social son alarmantes, la incertidumbre financiera y bancaria tomó por sorpresa aún al gobierno (o al menos eso dicen sus funcionarios) provocando una devaluación de aproximadamente el 10% del poder adquisitivo (según los expertos en la materia) lo que generó una perdida de confianza hasta en sectores aliados al oficialismo.
Por: Valentín Ibarra, para AIM.